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Entrevista | Ricardo Abumohor pide transparencia en el fútbol chileno: “No nos podemos estar cuestionando quién es el dueño de un club”

El expresidente de la ANFP y actual dueño de O’Higgins de Rancagua en un mano a mano con En Cancha en donde solicita que los representantes se dediquen a lo suyo. “Tiene que haber límites”, asegura.

Ricardo Abumohor, dueño de O'Higgins.

80 años y vigente, sólido como una roca y lo suficientemente lúcido como para analizar con agudeza la actual crisis del fútbol chileno. Así se encuentra Ricardo Abumohor, expresidente de la ANFP y dueño de O’Higgins de Rancagua.

En su oficina en Vitacura recibe a En Cancha, con varias fotos que recuerdan la hazaña del “Capo de Provincia” en 2013 como telón de fondo, imágenes que recuerdan esa gesta que terminó por quitarle de las manos el título a la Universidad Católica y llevarlo a la ciudad, en una noche en el Estadio Nacional que quedó para siempre en la memoria de los hinchas celestes.

El histórico dirigente admite estar quedándose atrás por los grandes avances tecnológicos, y lo acepta, pero no perdona que el fútbol esté viviendo el mismo panorama.

“La sociedad ha cambiado, la tecnología hizo transparentar el mundo. El ser humano es pecador desde la época de Adán. Algunos por corruptos, otros por huevones, otros por desconocimiento, por lo que sea, pero, ¿quién tira la primera piedra? Las cosas de alguna forma se comenzaron a reformular y todo cambió. Los negocios, el trabajo... Hoy la gente no va ni a la oficina, todo se hace online. ¿Qué es lo único que no ha cambiado? El fútbol. Seguimos exactamente igual”, comienza reflexionando.

-¿Las sociedades anónimas que hoy controlan a los clubes también se quedaron en el pasado?

Yo digo que las sociedades anónimas deportivas cumplieron su ciclo, y eso que las apoyé desde el principio. Hoy es hora de reformularlas.

-¿Reformularlas cómo?

Lo primero que tenemos que entender es que las sociedades anónimas deportivas le pertenecen al país, porque son parte mismo del espectáculo. Tienen que moverse en un mundo de derechos y responsabilidades, y no enfocarse solo en lo económico. Ya se dejó de lado el sentido deportivo y social de esto, los entornos, la pasión, la incorporación de la gente. Esta es una actividad emocional y sin la gente no eres nadie.

-¿Y cómo andamos en cuanto a transparencia en el fútbol?

Mal. No nos podemos estar cuestionando como sociedad quién es el dueño de tal club, quién maneja esto, quién manda acá... Oye, si en otros países los juicios son televisados, y acá todavía están escondiendo los Consejos de Presidentes. Estamos manteniendo privada una actividad que le afecta a 20 millones de chilenos. Lo que hay que preguntarse es qué opina la gente en la calle, y el diagnóstico es claro. Las dudas recurrentes son quiénes mandan en los clubes, quiénes son los extranjeros que llegan a comprar equipos, cómo se las rebuscan para tener injerencia en dos o tres instituciones...

-Habla de los representantes. ¿Qué opina de ellos?

Yo creo que todos quienes están en el mundo del fútbol son importantes, y todos cumplen un rol específico. El problema es que para cada una de esas funciones, ¡tiene que haber límites po’! O sea, no me digas a mí que tú quieres ser representante de jugadores, presidente de un club, accionista y mil cosas más. Oye, es válido tu negocio de representar jugadores, pero el campo de acción tiene que estar delimitado.

-Solo una función por persona, dice usted.

Es que claro. Todavía existen pelotudos como yo que creen que hay que invertir en esto, que hay que tener un complejo acorde a los tiempos, que hay que desarrollar las divisiones menores. Eso tiene un costo, claro, pero cuesta seguir creyendo en eso cuando compites con tipos que compran clubes que tercerizan en prioridad a la cantera, que su único foco es el negocio y que no le dejan nada al país. No les interesa desarrollar bases. A mí me preguntan por los representantes y jamás diría que son malos y que le hacen mal al fútbol, pero tienen que cumplir solo una función. No pueden abarcarlo todo.

-Eso va de la mano con la reformulación de la que hablaba.

Claro. En resumen, hay que profesionalizar aún más la actividad. Mira, te desafío a encontrar una pega en Chile en la que no te pidan antecedentes. Te doy el dato: en el fútbol. Sería bueno que la ley dijera, perfecto, tú puedes comprar este club, pero con los papeles en regla, y que te digan toma, estos son tus derechos y tus obligaciones. ¿Por qué? Porque esto es una actividad país. No es un negocio cualquiera. Hoy a Chile puedes traer a cualquier dirigente y te aseguro que va a fracasar, porque es construir sobre un pantano.

-¿Y cómo calificaría al dirigente que se ve hoy en el fútbol chileno? Vienen del mundo financiero, del cinematográfico, del político...

Eso no se veía en mi época, y menos en la anterior a la mía. Era gente de fútbol. Había una vocación de servicio de la putísima madre. Miren el Mundial del 62, que se consiguió el 60 y el terremoto más grande de la historia lo dejó en el piso. En ese tiempo, dirigentes como Juan Goñi, Carlos Dittborn, mi padre también, que era tesorero de esa organización, entre otros, fueron a hablar con el Presidente de la República, que era Jorge Alessandri Rodríguez, que de deportes era un cero a la izquierda. Le dijeron que iban a renunciar al Mundial, y él dio la idea de hacer la Copa del Mundo en 4 sedes y no en 8, y así lo aceptó la FIFA. ¡Hicieron un Mundial! Y hoy no podemos ni terminar un torneo...

-Separar la ANFP de la Federación es una idea que está dando vueltas hace mucho tiempo...

Ya, perfecto. ¿Y cómo? Porque si tú no lo haces bien, vas a tener el doble de problemas que antes, y más encima, por separado. Si no hay una idea conjunta, lo único que vas a tener serán encontrones todo el tiempo. Veamos ejemplos en el mundo, copiemos lo que se hace bien en otros lados. Maravilloso que se manejen aparte, pero tiene que haber un hilo conductor en lo económico, en lo valórico, en lo social, en lo deportivo. Si funciona como oficialismo y oposición, estamos mal. Porque los clubes te pueden hacer la vida imposible y no prestarte a los jugadores para la Selección, ¿y entonces? No es tan fácil, hay que hacerlo pero de manera profesional. Hay que darle una señal a la gente. Necesitan creer en algo. Nuestro país es maravilloso cuando cree, pero cuando no cree, somos lo peor que hay, y hoy Chile no le cree a nadie.

-¿Qué opinión le merece la gestión de Pablo Milad?

Es que yo creo que ya ni siquiera se trata de personas. El problema del fútbol chileno va más allá de Pablo Milad. Puedes traer al Papa si quieres, y en este esquema va a fracasar. Mira, si en la era de Sergio Jadue, estaba la obligación de sacar a todos los que estaban involucrados. A todos. Incluso inocentes, casi como una señal de explicación al país por lo que había pasado. Pero los platos rotos los pagó Jadue nomás, y todo su entorno no solo no está siendo perseguido, sino que sigue involucrado. No supimos hacerlo en su minuto, pero ya está bueno. Hay que hacerlo ahora, con un proyecto serio, que seguramente no será de noche a la mañana. Pido transparencia, porque me muero por ver otra vez un Estadio Nacional con 80 mil personas vestidas de rojo.

La violencia en los estadios del fútbol chileno

-¿Qué falta para terminar con la violencia que se ve en los estadios del fútbol chileno?

Falta un compromiso real con el fútbol chileno y las penas del Infierno para el que no cumpla con las normas. Los que delinquen, prohibición de por vida, punto, pero primero tiene que haber un marco de seriedad, donde se involucren todas las partes. Los que crean problemas no son gente de fútbol, pero en Chile, como en todo orden de cosa, como que no nos atrevemos a hacer algo en serio. Quisiera ver si la violencia en los estadios, ya transformada en un tema país, con reglas claras y sanciones muy altas, se sigue dando todos los fines de semana. No sé si los que van a delinquir hoy, se atreverían.

-Y en lo futbolístico también estamos mal. Nivel pobre en cancha, poco público, no genera atracción el producto. ¿Qué pasó de los 90 hasta la fecha?

Convertimos al fútbol en un negocio. Hay clubes que no les importa las divisiones inferiores, que prefieren todos los años ir y comprar mil jugadores argentinos, que van y vienen. ¿Y qué le dejan al país? No les importa nada, menos dejarle un legado a Chile, aportar al desarrollo, qué sé yo. Somos un país maravilloso, pero lo reventamos. ¿Qué le vas a pedir a la gente? Si ven que los políticos mienten, que los empresarios se coluden, que hay robos en las Fuerzas Armadas... Se quejan y ¿sabes qué? Tienen razón. Es entendible que estén enojados, agresivos, y eso se traslada al fútbol, donde la credibilidad es nula. Imagínate si hoy el fútbol chileno fuera transparente en su totalidad. ¿Cómo andaría la gente apoyando la actividad? Habría un apoyo gigantesco.

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