¿Dulce o travesura? La leyenda de los autos malditos

Los autos malditos El "pequeño bastarde" de James Dean

En el mundo automotriz, algunas historias no solo giran en torno a la velocidad y el diseño; también hay relatos oscuros que asocian ciertos vehículos con maldiciones y sucesos trágicos. Ideal para recordar en la noche de Halloween.

Estos autos, conocidos como “autos malditos”, han quedado marcados por accidentes fatales y circunstancias aterradoras que han rodeado a sus propietarios.

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Historias de terror

La noche de Halloween se asocia a brujas, maldiciones, hechicerías. Derivada de una tradición celta, hoy es una fiesta en la que miles de niños disfrutan pidiendo dulces de casa en casa.

Pero la industria automotriz también cuenta con historias asociadas al mundo oculto. Estos “autos malditos” nos muestran que, detrás de la estética y la ingeniería, con los autos también se generan relatos sombríos.

La leyenda de los “autos malditos” persiste, atrapando la imaginación de quienes creen que algunos vehículos llevan consigo un legado que nunca se extinguirá.

El Pequeño Bastardo: La Tragedia de James Dean

Uno de los vehículos más infames es el Porsche 550 Spyder, apodado “El Pequeño Bastardo”. Este deportivo, en el que James Dean perdió la vida a los 24 años, se convirtió en un símbolo de la fatalidad.

Dean adquirió el auto después de vender su Porsche 356 y, tras recibir una advertencia profética del actor Alec Guinness sobre el peligro de manejarlo, sufrió un accidente mortal al chocar contra un Ford en California.

El "pequeño bastardo" de James Dean
El "pequeño bastardo" de James Dean

La historia del Pequeño Bastardo no se detuvo con la muerte del joven actor. George Barris, el creador del Batimóvil, compró los restos del vehículo. Sin embargo, su historia de terror continuó cuando un mecánico resultó gravemente herido al caer el auto de una grúa.

Luego, piezas del auto fueron vendidas a interesados, quienes sufrieron graves accidentes, incluyendo uno que resultó en una muerte.

Barris, intentando escapar de la maldición, decidió donar el auto para exposiciones de seguridad vial, solo para ver cómo cada intento de mostrar el vehículo resultaba en más desgracias.

Finalmente, un camión que transportaba los restos del auto tuvo un accidente, cerrando un ciclo de tragedias que aún hoy deja a muchos escépticos sobre el destino del Pequeño Bastardo.

El Escarabajo de Ted Bundy

Por otro lado, el Volkswagen Escarabajo de 1968, que perteneció al infame asesino en serie Ted Bundy, es un recordatorio escalofriante de cómo un auto puede convertirse en un símbolo de horror.

Bundy utilizaba su vehículo para atraer a sus víctimas, que en su mayoría eran mujeres jóvenes.

El Escarabajo de Ted Bundy
El Escarabajo de Ted Bundy

Su apariencia anodina le permitía pasar desapercibido, y en su interior, el auto se convirtió en un escenario de crímenes atroces.

Hoy, el Escarabajo se exhibe en el Museo del Crimen en Tennessee, un objeto que encarna la dualidad del encanto y el horror.

La Maldición del Gräf&Stift Double Phaeton

La historia del Gräf&Stift Double Phaeton está entrelazada con la I Guerra Mundial, comenzando con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria.

El trágico del Gräf&Stift Double Phaeton
El trágico del Gräf&Stift Double Phaeton

El vehículo, que cambió de manos varias veces, estuvo involucrado en una serie de accidentes fatales, incluyendo el que le costó el brazo a un general austriaco y la muerte de un cirujano.

Con 13 muertes atribuidas a su nombre, el auto se encuentra actualmente en un museo de Viena, donde sigue siendo objeto de temor y respeto.

Isadora Duncan: La Profecía Cumplida

Isadora Duncan, pionera de la danza moderna, tenía un odio particular hacia los automóviles, alimentado por la muerte de sus padres en un accidente.

Su temor se materializó de manera trágica el 14 de septiembre de 1927, cuando su bufanda se enredó en las ruedas traseras del descapotable Amilcar GS que la transportaba en Niza, Francia.

El Amilcar GS de Isadora Duncan
El Amilcar GS de Isadora Duncan

El accidente fue tan brutal que, a pesar de los esfuerzos médicos, Duncan falleció instantáneamente.

Su historia se recuerda como una ironía del destino, en la que sus temores se convirtieron en su realidad más oscura.