El mundo del boxeo tenía una cita de galera y bastón en el T-Mobile de Las Vegas por la pelea entre Saúl Canelo Álvarez y Jaime Munguía, combate que coronaba una nueva jornada histórica para este deporte y que terminó en triunfo para Canelo por en fallo unánime.
Álvarez contra Munguía, Guadalajara contra Tijuana, México contra México. La que fue sido catalogada como la pelea del año no defraudó y si bien fue el retador quien pareció plantarse mejor de arranque, aprovechando la extensión de sus brazos y e imponiendo el ritmo del combate, no fue suficiente para tumbar a Canelo, quien sobrevivió a tres asaltos complicados y recuperó terreno desde el cuarto round, cuando tumbo por primera vez a su rival.
De poder a poder: Canelo y Munguía armaron un combate lleno de emociones
Más allá de que Saúl Canelo Álvarez y Jaime Munguia ponían en juego cuatro cinturones (AMB, CMB. OMB y FIB) en la categoría Super Medianos, la pelea significaba poner en la mesa el indiscutible dominio que ha conseguido el campeón vigente en los últimos años, algo que no podía tener mejor examen que con un rival que estaba invicto en sus últimos 43 combates.
El desarrollo del combate parecía favorable al retador, sin embargo Canelo sacó a relucir su jerarquía y administró el trámite de la pelea. Recién en el round 8 Munguía volvió a a imponerse, sin embargo parecía tarde pues su rival dominó con altura el grueso del combate y aquello se reflejó en las tarjetas, favorables a Álvarez en fallo unánime.
“Estoy encantado de darle la oportunidad a Jaime y sé que va a continuar su carrera, todo el mundo está viendo esta pelea y viendo a dos guerreros de México, ¡Viva México cabrones!” declaró el ganador arriba del ring, quien evaluó su presente entre los peleadores de su país y la larga tradición de boxeadores.
“Yo no sé si es la mejor pelea entre mexicanos de la historia, pero demostré mi talento y mi posición. Tengo respeto por todos los peleadores de mi país, pero sí, soy el mejor mexicano hoy”, cerró el gran ganador de la noche y que ya empieza a mirar de reojo lo que vendrá para su carrera.
