9 de noviembre de 2024. Estadio Municipal de San Joaquín. Minuto 89 del partido. El zaguero central Nicolás Fuentes conecta de derecha un balón perdido en el área de Lota Schwager y decreta el 2-1 para Aguará de La Reina. Es la penúltima fecha de la Liguilla de Campeones de la Tercera División B. La celebración en volumen pasional no tiene nada que envidiarle a un gol agónico en una final de Copa Libertadores: camisetas al aire, euforia total en la galería local y el plantel entero encaramado a las rejas del recinto.
No era para menos. El equipo del sector oriente de la Región Metropolitana estaba a un paso de lograr una hazaña inédita en la temporada 2024: ser el único equipo invicto de las cinco divisiones que componen el fútbol chileno semi y profesional. 360 segundos después, lo conseguiría.
26 partidos jugados, 19 victorias y 7 empates. 58 goles anotados y 13 recibidos. Ese fue el soberbio balance de Aguará en el último escalafón de la pirámide del balompié criollo. Primero se consagraron en el Grupo Centro y, luego, coronaron su campaña en la Liguilla de Campeones, en la que superaron a dos pesos pesados: Lota Schwager y Quintero Unido, monarcas de las zonas Sur y Norte, respectivamente.
Felipe Luengo (44), director técnico de Aguará, explica a En Cancha Prime que, a lo largo del ciclo, el equipo no solo luchaba por mantener la racha sin caídas, sino que también contra las múltiples presiones que acompañan al futbolista amateur. “Está lo que les pasa familiarmente y la sensación de que nunca has ganado nada, entonces se te puede escapar“.
“Todos hacemos de todo”
El proyecto de Aguará escapa de los preceptos acostumbrados a verse en el amateurismo. Con un staff técnico que abarca desde utileros hasta médicos, trabajo de scouting, mediciones de cargas físicas y ayuda psicológica para los jugadores y sus familias, el club intenta llevar adelante una labor equiparable a un equipo profesional, pero con las limitaciones propias de la Tercera División.
“Todos hacemos de todo para poder hacer lo que nos gusta, porque si uno viviera solo de lo que te dan los clubes de Tercera...”, afirma a Neba Ivusic (36), gerenta deportiva de la institución nacida en junio de 2017, que, de manera excepcional a la realidad del fútbol chileno, cuenta con una plana dirigencial liderada principalmente por mujeres.
Fuera de su rol en la testera de Aguará, Ivusic es multifacética de verdad: asesora a clubes profesionales femeninos, dirige una escuela de fútbol fuera de Santiago y, por si fuera poco, gestiona una importadora de zapatillas deportivas. Todo para mantener el sustento de su familia mientras rige los destinos de un club que, además del primer equipo masculino, cuenta con ramas femeninas, formativas y recreativas.
Aguará, como club, también hace de todo para poder subsistir económicamente. Recibe un financiamiento de la Asociación de Industriales de La Reina para poder pagarle al cuerpo técnico y la localía de cada partido en la categoría, que bordea los 250 mil pesos. El resto de los ingresos, que costean los viáticos de los jugadores, es mera autogestión: venta de camisetas, entradas y las mensualidades de la escuela de fútbol.
Felipe Luengo, quien dejó de ejercer como ingeniero comercial para dedicarse a la profesión de director técnico, también fue una de las cabezas de la proeza deportiva. Amparado en el Máster de Psicología Deportiva que realizó para mejorar su transmisión de ideas, en la pretemporada ejecutó una medida que fue toda una novedad en Tercera División: hacer un test de inteligencia múltiple a los jugadores.
“Tiene que ver sobre cómo manejan las emociones, ya sean positivas o negativas en situaciones extremas. También evalúa cómo gestionan el ego, dentro de los cánones normales. Es imposible no sentirse bien con algo que te pasa, pero de ahí a creerse el más importante... Eso es algo que hay que aprender a manejar“, detalla.
“Todos los que han llegado a Aguará, y a lo mejor va a ser muy feo lo que voy a decir, fue lo que botó la ola". Así de tajante es Neba Ivusic para explicar la composición del plantel y, de paso, mostrar las posibilidades que entregan a los jugadores marginados de otros equipos y jóvenes que buscan abrirse un paso para tener su primera oportunidad en el semi-profesionalismo.
Un refugio de talentos marginados
Álvaro Molina (22) es el caso insigne de que el fútbol en Tercera entrega chances sin distinción de currículum. Dueño de una fina técnica y un despliegue aguerrido, el volante mixto de Aguará se ganó su puesto como titular por su impecable condición futbolística.
Sin embargo, a pesar de que sus movimientos son propios de un atleta con formación profesional, el mediocampista arribó al club desde Los Inseparables, un equipo de la población La Faena de Peñalolén, donde dio sus primeros pasos. Nunca pudo tener la oportunidad de desarrollarse en cadetes, puesto que fue rechazado en cada uno de sus intentos. “Que un jugador de barrio con tantas cualidades no haya sido captado tiene que ver con la mala formación que tenemos", es la implacable opinión del DT sobre este caso.
“Lo quise intentar de nuevo porque sentía que el fútbol me lo debía... En octubre de 2023, vi que habían pruebas y yo en ese instante estaba trabajando. Tuve que pedir permiso para ir a las pruebas y, cuando quedé, tuve que dejar el trabajo. Renuncié“, comenta el Tencha, como se le conoce cariñosamente al zurdo.
Pero el punto central es su historia de vida, tomada como un ejemplo de superación en la interna del club. Ante la ausencia de un incentivo económico, Molina, motivado por su compañero Sebastián Marangunic, se mantuvo cerca del deporte oficiando como juez de línea los fines de semana en ligas de empresas, entre otras cosas. “Iba pega tras pega. Lo que saliera, lo hacía“, acota.
Su idea era seguir jugando, más allá de las dificultades económicas. Molina relata que no fue un proceso sencillo: “Hubo momentos en los que quería tirar la toalla. Yo tenía una vida antes de esto. Trabajaba y tenía mi plata. De un momento a otro, tener otra realidad se me hizo difícil. Ahora que terminó, todo valió la pena: los malos ratos y lo que he pasado en mi vida“.
“Él viene de un contexto súper humilde y, a la vez, súper vulnerable. Entre todos lo empezamos ayudar para que pudiese salir adelante y, dentro de eso, también empezamos a incluir a la familia“, detalla Ivusic sobre la integración de las hermanas pequeñas del volante a las divisiones formativas de la rama femenina.
Otro caso destacado es el de Sergio Rupaillán (20). El extremo llegó con 16 años al club en 2020, tras haber sido expulsado de las divisiones inferiores de Magallanes. Luego de su crecimiento en las formativas de Aguará, tuvo la oportunidad de debutar en el primer equipo en 2022 y, tan solo dos temporadas después, se transformó en el principal agente ofensivo del equipo dirigido por Luengo.
Sus actuaciones en 2024 permitieron que Rupaillán estuviese en la terna de Mejor Jugador Amateur por el Círculo de Periodistas Deportivos, otro hito inédito para la gloriosa temporada de Aguará. “Sería bonito para él y para nosotros. En definitiva, él es lo que es porque ha estado acá y porque también ha puesto de su parte. Entonces, se puede“, sentencia Ivusic como mensaje a quienes buscan dar ”la vuelta larga“.
El plan de un éxito inesperado
El primer desafío del cuerpo técnico y la dirigencia fue consolidar el plantel con el que afrontaría la temporada, cuyo objetivo era pelear en la parte alta. En febrero de 2024, 40 jugadores entrenaban en el Complejo Talinay, el búnker de Aguará, ubicado en la Villa La Reina, uno de los barrios más populares de la comuna.
“Empecé a sacar jugadores todas las semanas. Quería verlos y estar seguro porque eran muchos. En eso que íbamos sacando, a alguien del club que hace scouting le dije ‘me faltan estas piezas’“, recuerda el entrenador, quien pretendía contar con 23 inscritos, una anomalía en las plantillas de la categoría.
Ahí llegaron el central Nicolás Fuentes (25), héroe en el partido ante Lota Schwager y con vasta trayectoria en Tercera División; el lateral Ignacio Miranda (22) y el defensor Roberto Zenteno (21), pertenecientes a Deportes Recoleta. Se les sumó Ignacio Azúa (26), guardameta formado en Universidad de Chile, y parte del plantel que disputó la Copa del Mundo Sub 17 de 2015 con la Selección Chilena.
Todos fueron un lujo en la categoría, por lo que surge la interrogante sobre cómo los convencieron para relanzar sus carreras en la quinto escalafón del fútbol chileno. “La invitación era a reencantarse en un club ordenado y que cumple. En Tercera B, a veces, se prometen más cosas de las que realmente pasan. Les transmití que lo que se ofrecía acá era real y que iba a terminar así. Todo eso empieza a hacerles sentido de que, quizás, no están en la división que debieran estar“, relata el DT.
Con el plantel armado, Luengo se convenció de que el equipo tenía la capacidad de lograr éxitos, aunque no precisamente en esta temporada. “Empecé a darme cuenta que había potencial, pero que faltaban cosas. Ahí dije que yo creo que puedo sacarle rendimiento a los jugadores para que tácticamente tengan más disciplina y en 2025 estén preparados para que otro entrenador los saque campeones. Y bueno... pasó antes“.
Dos títulos en un mes y medio
Para llegar a la Liguilla de Campeones, Aguará tuvo que coronarse en el Grupo Centro de la Tercera División B, donde se enfrentó a 11 equipos en dos ruedas y, sin mayores sobresaltos, mantuvo su invicto durante toda la fase regular, superando a clubes armados para el ascenso directo: Provincial Talagante y Curacaví FC.
El éxito y el reconocimiento que llegaron con el pasar de las fechas no nublaron al plantel. “A los jugadores les decía yo no soy Guardiola. No estoy ni cerca, ni lo voy a ser. Ustedes tampoco son Messi. Entonces, mantengámonos en la tierra. Estamos en Tercera División, haciendo una buena campaña. Y sería", recuerda el estratega.
El primer hito llegó el 29 de septiembre, en su visita a Rancagua Sur por la última fecha. “Ese partido me llamó la atención. Yo no había visto jugadores tan nerviosos", afirma Luengo entre risas. “Justo hubo un minuto de hidratación, los llamó y les digo ‘vamos a jugar, suéltense y disfruten’... Ese mensaje a los jugadores es para pasarles confianza, que no tengan miedo. Si pasa algo malo, pasa no más. Es un juego", sentencia.
Y tuvo efecto. 2-0 fue el marcador final en el Estadio Municipal Patricio Mekis. Ahí se desató la algarabía de Aguará, que consiguió su primer título en tan solo 7 años de existencia. “Muchos tuvieron una revancha y otros eran jóvenes que no habían ganado nada. Hubo mucho llanto en la cancha. En lo personal, me emocionaba ver tanto esfuerzo, jugadores que llegaban sin desayuno, que no tenían para comer", rememora el estratega.
En la instancia final, el invicto corrió peligro en dos oportunidades. La primera fue en su visita a Quintero Unido (1-1), donde Álvaro Molina mantuvo viva la racha con un agónico gol en los últimos minutos. Luego, en la penúltima fecha, y contra todo pronóstico, Aguará reafirmó su supremacía con el 2-1 ante Lota Schwager y cerró la temporada con un merecido galardón: el Campeón de Campeones.
Austeridad y dudas para 2025
Sin lugar a dudas, la Tercera División A supone ahora un desafío mayor para Aguará. Los viajes abarcan desde Mejillones a Valdivia, por lo que la dirigencia deberá meterse la mano al bolsillo para costear económicamente el devenir del club en la máxima categoría del amateurismo.
“En lo deportivo estamos conversando con todos para mantener la mayor parte del plantel. Ahora, entramos a la competencia con monstruos de la Tercera A, clubes que, por ejemplo, ofrecen 1 millón de pesos a los jugadores“, comenta Neba Ivusic, antes de explicar que no piensa que sea el momento para ofrecer salarios onerosos. “Si lo hacemos, va a llegar un punto en el que vamos a decir ‘hueón, no tenemos‘”, remata.
¿El cuerpo técnico? Sigue en duda. Felipe Luengo enfatiza que sigue frustrado por la forma en la que se maneja el fútbol y, sobre todo, en Tercera División, por lo que su futuro podría estar ligado a la formación de jugadores desde las sombras.
“Tengo la sensación de querer estar donde el ambiente sea el correcto, donde no hayan cosas que pasen en el fútbol: mucha agresión, mucho insulto. Eso no me cierra. En este ambiente de Tercera División eso es habitual. El fútbol es un medio que da oportunidades a jóvenes, no es boxeo", sentencia.
Y el que supo de chances este año, Álvaro Molina, quiere que sus sueños continúen, idealmente, junto a Aguará, aunque no cierra las puertas a otros equipos. “A veces, uno cree que si no fue cadete o si no estás en un club de Primera División todo está perdido. Pero no es así. Hay que dejar ese mensaje, porque las oportunidades siempre van a estar. Partí en Tercera B, posiblemente esté en Tercera A, y ¿por qué no pensar en Segunda División? Si me lo propongo, creo que puedo“, afirma convencido de sus medios.
Esa misma firmeza es la que deberá tener el equipo en 2025, pues encara esta nueva etapa con las incertidumbres propias de entrar a una nueva categoría. En La Reina, no obstante, hay ilusión de sobra para consolidar su proyecto.
¿Podrán seguir la senda de clubes como Deportes Limache y Deportes Recoleta, que escalaron desde el amateurismo a ‘las grandes ligas’? Las voces de Aguará coinciden en que las oportunidades están para quienes creen.