Desde que Julio Bascuñán y Roberto Tobar dejaron de ser árbitros en 2022 -los dos con reconocimiento internacional, por lo demás-, entre los jueces chilenos comenzó una silenciosa y competitiva disputa por sustituirlos en el plano interno y externo.
Además de aspirar a las designaciones relevantes en los torneos locales, la mirada de los jueces siempre está puesta en ganarse la jerarquía FIFA y acceder a conducir en certámenes internacionales. Que en esta región no son pocos: Libertadores, Sudamericana, Copa América y Sudamericanos de categorías juveniles. Y con un destino final indiscutible, arbitrar una Copa del Mundo.
El proceso para optar a dirigir en un Mundial no es algo tan simple como una nominación del comité arbitral de cada país. La opinión que se puede tener en el ámbito local poco y nada puede servir para que un juez llegue a una Copa del Mundo. Si bien es muy poco frecuente que un referí tenga un rendimiento promedio bajo en la liga nacional y muy buenas anotaciones en los partidos en el extranjero, para su designación final lo que valen son sus indicadores de evaluación en los partidos internacionales y los resultados en los exámenes y seminarios que realizan las confederaciones.
El candidato número uno
En Chile, la ‘carrera’ quedó liderada rápidamente por un candidato que corría con ventaja por su trayectoria, experiencia y el siempre necesario y especial dote de sociabilidad que hay que tener con la corte de la FIFA: Piero Maza Gómez. El juez santiaguino de 40 años, categoría internacional desde 2018, comenzó a transitar por la vereda de los pre seleccionados hace tiempo, desde que ocupó virtualmente el lugar dejado por Bascuñán. Más allá de varios arbitrajes polémicos, del que ningún referí está exento, Maza tiene a su haber un recorrido continental que justifica ser uno de los dos aspirantes.

Las presencias de Maza en los torneos continentales desde 2018 son consistentes. En 8 años ha dirigido más de 50 partidos entre la Libertadores y Sudamericana. En 2023 tuvo una gran muestra de confianza de la Conmebol al ser nominado para dirigir la primera final de la Recopa Sudamericana entre Independiente del Valle y Flamengo.
A nivel de Selecciones, el expansivo referí debutó el 2019 en el Sudam Sub 20 en Chile y al año siguiente estuvo en Preolímpico de Colombia. La gran “sorpresa” la dio el 1 de junio de 2022, cuando la FIFA lo designó para conducir la tercera edición de la Copa de Campeones, un pleito deportivo-comercial que enfrentó a los ganadores de la Copa América y de la Eurocopa. Maza sacó adelante el Argentina 3-Italia 0 en un Wembley repleto.
Dos partidos en el Mundial Sub 20 de Argentina, tres cotejos en Copa América 2024 y cinco encuentros clasificatorios para el Mundial 2026 se suman al registro. En este ítem de eliminatorias, hay que reconocer que para la Conmebol, Maza es de total confianza: los duelos Colombia-Uruguay, Brasil-Argentina, Colombia-Argentina y Brasil-Uruguay fueron dirigidos por el chileno. De los cuatro, solo en el triunfo argentino en el Maracaná tuvo una polémica perdurable: la expulsión del jugador local Joelinton, por supuesto golpe en el rostro a Rodrigo de Paul, duramente criticada por los medios brasileños. Pese a esto, casi un año después, dirigió al Scratch frente a los orientales, aunque en Salvador de Bahía.
Aparece el contrincante
Pero la sólida e innegable ventaja que llevaba Maza tuvo un capítulo disruptivo cuando la Conmebol oficializó que Cristián Garay Reyes se agregaba a la nómina de candidatos chilenos a dirigir en el Mundial 2026.
Si bien puede interpretarse como una decisión más política de la Conmebol de abrir el abanico, no hay que restarle méritos a Garay, quien llenó el puesto dejado por el retiro de Tobar. Cuando el árbitro, de 35 años, comenzó a tener mayor continuidad en partidos internacionales, la Conmebol se fijó en su potencial. Con buenos rendimientos en los partidos que condujo y en las actividades evaluativas que efectúa el ente sudamericano, su nombre y el de Maza llegaron hasta la Comisión Arbitral de FIFA.

Garay, cinco años menor que Maza, comenzó a dirigir un año después, en 2019. Debutó modestamente con un partido clase “C”: Royal Pari-Monagas. Ese año condujo 3 pleitos, todos en fase de grupos, y ‘jugó’ en el Sudam Sub 17 de Perú. A partir del año siguiente, intervino también en la Copa Libertadores.
El 2023 figuró por primera vez en las eliminatorias al Mundial 2026 con Bolivia-Ecuador, y al año siguiente condujo Uruguay-Ecuador en el Centenario. En el Sudam Sub 20 de Colombia 2023, Garay tuvo su primera prueba de fuego: dirigió la final Brasil-Uruguay, favorable al Scratch juvenil. Un año después, en el Preolímpico 2024, también estuvo a cargo del trascendente Brasil-Argentina, que disputaron un cupo para París 2024 (el otro lo ganó Paraguay), favorable a los albicelestes. El referí chileno también fue objeto de un “ascenso” al ser nominado para arbitrar en la Copa América un modesto pero significativo Ecuador-Jamaica, por fase grupal.
La lucha desatada
La competencia entre Maza y Garay se da en buena lid, aseguran al interior del cuerpo arbitral chileno. Entre sus integrantes, se subentiende que Maza tiene un mayor currículum y más minutos en el cuerpo, y que en consecuencia es el favorito para quedarse con la vacante.
Sin embargo, al igual que en los torneos, nada se puede dar por hecho. Un mal partido arbitrado ha definido nominaciones seguras a un Mundial. Y en ese sentido, Maza está más expuesto que Garay, ya que si bien están equiparados los últimos años en nominaciones internacionales, sigue siendo Maza el más frecuente asignado a encuentros protagonizados por clubes argentinos y brasileños. Partidos a los que la Comisión de Árbitros de Conmebol presta mayor atención y que tienen una gran repercusión mediática.
Chile no cuenta hoy con representantes en la Comisión estacionada en Asunción, solo tiene ‘asesores’. Ese factor también incide en que Maza y Garay deban ganársela solos en la cancha. Por eso, ambos también reciben orientación permanente respecto de las mejorías que deben desarrollar en sus rendimientos. Maza sabe cuál es el aspecto que necesita optimizar, y que responde a una cuestión de carácter. Es imperativo que deje de dialogar con frecuencia con los jugadores. Esa práctica no va en la línea arbitral de la FIFA, comentan en el referato nacional. No es que no converse con los futbolistas, pero cuando cada cobro es sometido a una charla con los afectados, quien lleva las de perder es el referí, sugieren desde Quilín.
En el caso de Garay, las expectativas de crecimiento son altas. Es la mejor apuesta a futuro del arbitraje chileno. Ha mejorado sus aptitudes físicas y de entendimiento del juego, aseguran. Le falta más rodaje, pero eso solo se gana arbitrando, ojalá en estadios complicados y a equipos tradicionales o poderosos. Pero en Chile creen que Garay va a llegar a destino. Si no es en 2026, será para el 2030, aunque para esa Copa del Mundo Maza todavía tendrá edad para dirigir internacionalmente, si es que los parámetros físicos se lo permiten.
El pito chileno clasificado al Mundial 2026 se definirá, al igual que a nivel de Selecciones, en el último trimestre del año. Habrá que estar atentos a las nominaciones de Maza y Garay en las próximas fechas eliminatorias y en las copas continentales que se empiezan a jugar en sus fases de grupo. Ambos ya son sujetos de interés de los instructores de FIFA, al igual que las otras duplas de candidatos de los demás países sudamericanos. Los exámenes que rindan partido a partido en la cancha dirimirán quién será ‘el de negro’ que representará a Chile en la Copa del Mundo 2026.