Este martes 24 de junio, el fútbol chileno despertó con una noticia triste, una que golpea con especial dureza a los hinchas de Universidad de Chile. A los 63 años de edad, falleció el recordado delantero de la U Eduardo Gino Cofré, quien se transformó en un ídolo de los hinchas, en un momento de transformación que es esencial para entender a la U como se le conoce hoy. No jugó demasiado en el club, apenas 44 partidos (11 goles) en cinco años, pero el legado que dejó es palpable hasta nuestros días.
¿Por qué Gino Cofré tiene un lugar guardado en todos y cada uno de los corazones azules? La historia va mucho más allá de los dos goles que le marcó a Colo Colo en un Superclásico inolvidable en 1992.
Su historia trasciende, principalmente, porque fue uno de los portaestandartes de un punto de inflexión inmenso y que modificó para siempre la historia de uno de los dos clubes más importantes de nuestro fútbol.
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Una historia que nació en días muy oscuros. Un nuevo rumbo que adoptó el club, luego de vivir la penuria máxima del descenso en 1988 y de, una vez de regreso en la serie de honor, haberse encaminado peligrosamente a una nueva caída al infierno. Había que tomar medidas urgentes; torcer radicalmente el destino. Fue entonces cuando surgió lo que todo el medio conocería como “La Nueva U”.
Universidad de Chile renace de las cenizas
Vale preguntarse cómo era el club Universidad de Chile a finales de la década de los ‘80 y principios de los ‘90. ¿La verdad? La U no tenía nada. Y cuando se dice nada, es nada de nada, eh. A la institución la habían despojado de todo, literal y figurativamente hablando. Administraciones horrendas, una deuda gigante, sin infraestructura, un panorama desolador.
La que alguna vez fue gloriosa Universidad de Chile vivía, prácticamente, del recuerdo de las décadas pasadas, principalmente del Ballet Azul de los ‘60, y de una base de aficionados que aún mantenía la fe intacta en que, algún día, volverían los tiempos mozos.
El último título había sido en 1969 y ya entrados los ‘80, la U no era contendora seria en el Campeonato Nacional. Colo Colo, Cobreloa y Universidad Católica dominaban en ese entonces.
En 1988, la institución vivió el momento más crudo en toda su historia, cuando descendió a Segunda División (Primera B, hoy en día) y, si bien regresó al año siguiente, el panorama no era para nada halagüeño. La pérdida de categoría no significó cambio alguno de rumbo en los azules: en el Campeonato de 1990 quedaron en el puesto 11 de la Primera División y 1991 se salvaron de volver a caer solo en una dramática Liguilla de Promoción que jugaron con Everton, Soinca Bata y Deportes Puerto Montt.

Llegó 1992 y comenzó la gran revolución. “La Nueva U”, anunció el presidente de ese entonces, el médico nefrólogo de la Universidad de Chile René Orozco, quien fue el principal propulsor del resurgimiento del conjunto laico.
La idea era una sola: devolver a Universidad de Chile al sitial de privilegio en el fútbol chileno. Tarea titánica si es que se consideraba el estado real de la institución en ese entonces (ya se dijo: sin nada de qué agarrarse) y, más encima, con el archirrival, Colo Colo, recientemente coronado como campeón de la Copa Libertadores de América en 1991 y tricampeón del fútbol chileno, en los torneos 1989, 90 y 91.
Orozco llegó a cambiarlo todo. La invitación era a creer en esta Nueva U. Confirmó a Arturo Salah como entrenador, ayudado en la conducción técnica por Jorge Socías, otro ídolo del club.
El doctor arribaba también con la venia de Jaime Lavados, rector de la Casa de Bello, por lo que también se fortalecía el vínculo entre el club deportivo y la casa de estudios.
Faltaba lo esencial, eso sí: un plantel que pudiera competir de verdad en el torneo chileno. La U no era protagonista ni por casualidad. Después del subcampeonato de 1980, los azules fueron siempre en decadencia; un par de terceros lugares (1981 y 1983) y de allí para abajo, hasta consumar el descenso.
Universidad de Chile (René Orozco, particularmente) remeció el mercado de fichajes en ese verano de 1992. El anuncio de la Nueva U llegaba de la mano con incorporaciones de renombre (11 en total), entre las que destacaban Cristián Romero, Fabián Guevara, Luis Abarca, el argentino Ariel Beltramo, el seleccionado y mundialista paraguayo Rogelio Delgado, el arquero argentino ex Independiente y Emelec de Ecuador y que luego se transformaría en ídolo Sergio Bernabé Vargas… Y Eduardo Gino Cofré, delantero que venía con buenos pergaminos desde Everton de Viña el Mar.
El Superclásico en que Gino Cofré se transformó en leyenda y que cambió la historia de la U
Había que ver a esa nueva U en la cancha. La intención era buena, pero ¿sería suficiente para cambiar la historia reciente? El primer desafío del equipo fue una gira por Ecuador y, luego, otro torneo amistoso, con la Copa Viña del Mar, con Everton y Wanderers…
El estreno por los puntos fue el 1 de marzo de 1992 y el escenario no podía ser más significativo: Estadio Nacional, por Copa Chile, ante Colo Colo y con 64.973 aficionados en las tribunas.
En ese entonces, Universidad de Chile no tenía cómo competirle al campeón de América vigente. Los últimos partidos, desde que la U había regresado a Primera División, habían sido siempre favorables al Cacique. Salvo un 1-1 en julio de 1991, los otros duelos se resolvieron con cómodos triunfos albos.
La última victoria universitaria se había registrado en el torneo del descenso, aunque el choque fue en enero de 1989: Universidad de Chile 3-Colo Colo 0, en un compromiso que despertó más de alguna suspicacia, por la comodidad del triunfo azul, justo en la desesperación por no bajar y con Manuel Pellegrini como técnico y su amigo Arturo Salah en la vereda alba.
Copa Chile, entonces, 1992. Universidad de Chile tuvo por las cuerdas a Colo Colo. Fue hasta arriba en el marcador por 3-1 y el partido quedó saldado con un empate a 3. Sorpresa, la U volvía a competirle a su clásico adversario.
Llegó el 12 de julio de ese año. Azules y albos volvían a verse las caras, esta vez por el Campeonato Nacional (sexta fecha). Expectación total, ya que una U con nueva cara amenazaba con romper la reciente paternidad colocolina. Fue 2-0 y ambos tantos los marcó Gino Cofré, quien ante 65.228 espectadores fue el amo y señor de ese Superclásico.
Fue también, el partido en que Sergio Vargas le tapó un penal y una posterior rabona a Claudio Borghi y en el que, de pura frustración, los albos terminaron con cuatro jugadores menos, tras las expulsiones de Jaime Pizarro, Marcelo Barticciotto, Javier Margas y Lizardo Garrido. Una victoria que, por el lado de la U, fue un “para que nunca más” y que, definitivamente, consagró a Cofré como leyenda.

Lo que vino después fue radicalmente distinto a la imagen de la U lastimera que tanto había prevalecido en los años pasados. En 1993, los laicos jugarían la liguilla de Copa Libertadores y estuvieron a un paso de clasificar al torneo continental (un gol de Hugo Rubio en el Superclásico, muy cerca del final, los privó de la hazaña), hasta que en 1994 se rompería la sequía de 25 años sin campeonar, en el inolvidable partido ante Cobresal en El Salvador.
La Universidad de Chile que hoy todos conocemos. La protagonista, grande, siempre candidata (pese a algunos muy bullados sustos en los años recientes) es posible, en buena medida, gracias a un cambio de paradigma ocurrido hace 33 años, cuando nació el concepto de la Nueva U.
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Eduardo Cofre se retiró del fútbol en 1996, luego de defender además las camisetas de Santiago Wanderers, Deportes Concepción, Palestino, Cobresal y Everton. Dijo adiós en la U, ya que el doctor Orozco le renovaba contrato una y otra vez, pese a estar lesionado casi irremediablemente.
Hoy partió Gino Cofré. Un delantero que torció la historia en un Superclásico, que se ganó el corazón del pueblo azul y que será para siempre considerado como una pieza fundamental en renacer desde las cenizas de Universidad de Chile.