Por muy cursi y relamido que suene, por algo el tenis se ha ganado el apelativo de “el deporte blanco”. Es una siutiquería del porte de una catedral, pero sobre todo por estos días, con Wimbledon en plena competencia, el apodo de tan popular disciplina cobra especial relevancia.
Claro, con todas las normas tradicionales que rigen al centenario certamen que se juega en el All England Lawn Tennis and Croquet Club, reflota ese halo señorial que suele envolver al deporte de las raquetas. Todos compuestitos y ordenados. Deportividad al máximo; hidalguía en la victoria y en la derrota. Un deporte “de caballeros”, lo que sea que eso signifique.
Es por eso que cada vez que en el tenis internacional aparece un personaje que escapa a esa compostura clásica, no deja de llamar la atención. Y el elemento disruptivo puede estar en cualquier parte: desde una personalidad demasiado exuberante a una vestimenta poco habitual; desde un peinado curioso, hasta formas distintas de declarar después de un partido. En el tenis hay códigos de conducta que son muy apegados a lo tradicional, al deber ser, a lo que se supone correcto.
Los “chicos malos” (y chicas malas también, por cierto) aparecen de vez en cuando en el circuito internacional y quien hoy se lleva todas las miradas, heredero de una larga tradición de rebeldes en el tenis, es un “enemigo” declarado de los chilenos: el francés Corentin Moutet (69° Ranking ATP).
Los rebeldes de siempre en el tenis mundial
Desde que el tenis es tenis que existen estos personajes que suelen ubicarse tan a la izquierda de los buenos modales de la disciplina. Desde la Era Open no han faltado los que dan material no solo por lo que hacen dentro del court. De hecho, el primer número 1 del mundo en el ATP Tour, el rumano Ilie Năstase, no encajaba precisamente en los cánones de lo correcto.
El nacido en Bucarest era un pesado de aquellos. Pasaba todo el partido reclamando cobros, provocando al rival y, en más de una ocasión, le mandó su feroz pelotazo a algún juez de silla por una pelota dudosa. Además, era un bohemio consumado y medio fanfarrón; tanto así, que en su autobiografía aseguró que intimó con más de 2.500 mujeres; allá él…
John McEnroe, otro de los más grandes tenistas de todos los tiempos, también tenía un temperamento indomable y, pese a haber nacido en Alemania, explotaba muy bien un personaje de neoyorkino odioso. No había partido en que Big Mac no se enfureciera por algo; pelota dudosa que había, pelota que el legendario ex deportista reclamaba. Hasta con el público se peleaba.
No hay que mirar tan lejos, ya que Marcelo Ríos tampoco está muy arriba en la lista de los buenos modales en el tenis mundial. El chileno era amado por su talento, pero despreciado por muchas actitudes en la cancha y fuera de ella. No ponía pie en Roland Garros todavía, cuando ya la prensa le había dado el Premio Limón, por ser el más pesado de todos los presentes en París. Él les respondía a su estilo: “Me encanta París, pero está lleno de franceses”.
Que “el pasto es para las vacas” en Wimbledon o que Guillermo Vilas, en resumidas cuentas, valía callampa por no haber llegado al número uno como él, fueron otras frases que elevaron al Chino a latitudes de insoportable por los más ortodoxos seguidores del tenis.
El abanico para catalogar a un tenista de “chico malo” es amplio. Por pesadez intrínseca se ganan varios puntos, pero también por otros factores mucho menos importantes y detalles como un look estrafalario (Yannick Noah y sus rastas en los ‘80) o colores estridentes en la vestimenta y pelo largo (Andre Agassi, que sí, alguna vez tuvo pelo). Los trajes rupturistas de Serena Williams o hasta los inclasificables pantalones de Rafael Nadal en sus primeros años fueron motivos de cejas levantadas.
Hoy, el que encabeza el ranking de los chicos malos del tour es Moutet. No por pinta ni por sastre, sino lisa y llanamente porque es un desagradable de manual y hace todo lo posible por echarle abono a esa imagen de problemático. Algo así como el estadounidense Jeff Tarango en los ’90, a quien incluso comparaban con McEnroe, pero que por talento no le llegaba ni a los talones a la leyenda.

Los pecados de Corentin Moutet
Moutet se esfuerza por caer mal. No es raro que rompa una raqueta en pleno partido, aunque eso le ha pasado a más de algún tenista, que por alguna u otra razón pierde los estribos. Pero el galo lleva todo al extremo y tres episodios grafican que el control de la ira o la compostura no están entre sus prioridades.
El 25 de abril de 2024, el francés perdió un partido maratónico ante el chino Shang Juncheng en el Abierto de Madrid. Durante ese compromiso, se portó como un energúmeno y se puso a pelear con la jueza de silla por el más insólito de los motivos: Moutet quería tomar café, en pleno encuentro, y como la árbitra le dijo que no y que no tenía de dónde diablos conseguirle la bebida solicitada, el tenista entró en cólera y montó un tremendo show. El público, obviamente, lo tapó en pifias y Moutet no encontró nada mejor que beberse el café de un aficionado que estaba en las tribunas.
En marzo de este año, Moutet protagonizó uno de los momentos más bochornosos del circuito 2025, cuando casi se va a las manos con otro que no se caracteriza precisamente por la corrección, el kazajo Aleksandr Búblik. Fue en el Challenger de Phoenix, Arizona, cuando ambos deportistas estuvieron a un paso de pelear a combos.
Todo comenzó en un juego cualquiera, cuando Búblik servía. Moutet, en una clásica triquiñuela para demorar al adversario, dijo “no estoy listo”. El kazajo, conocido también por ser mecha corta, le espetó “me importa un carajo”… Al final del partido, al momento de estrecharse las manos, casi se van a los puños. “Te espero afuera en 10 minutos”, le dijo Búblik, mientras el umpire hacía lo imposible por separarlos.
El último gran episodio polémico lo protagonizó Moutet en abril de este año, en el Masters 1000 de Madrid. Primera ronda y enfrentaba a su coterráneo Harold Matot. 2-4 abajo en el segundo set y tras una pelota cualquiera, se enfureció, quebró la raqueta, agarró sus cosas y se fue para la casa. Retiro, triunfo para Matot y la Caja Mágica de Madrid se vino abajo con abucheos.
Corentin Moutet vs. Chile: insoportable ¿y tramposo?
Como era de esperar, los episodios polémicos del francés Corentin Moutet también tienen historia con el tenis chileno. Y no poca, porque no hay en este país quien no considere al oriundo de Neuilly-sur-Seine como un verdadero tanque a pedales.
El primer capítulo de la enemistad fue en el Chile Open jugado en marzo de 2024. Nicolás Jarry jugaba ante el francés, que en ese entonces ocupaba el lugar 140 del escalafón mundial. Moutet hizo su show habitual: exasperó al público, demoró, provocó y desde las tribunas lo pifiaron.
Más encima, el europeo ganó el partido por doble 7-6 y cuando llegó el momento del apretón de manos con Jarry, este fue bastante poco amistoso. “Patético”, le dijo Nico al ganador de esa jornada. Meses después, el francés convocaría al público de Roland Garros a “tomarse revancha” contra el chileno por lo mal que lo había tratado por estos lares. El encuentro en la arcilla parisina fue bastante desagradable para el nacional, que recibió todas las malas vibras de un público azuzado por Moutet para incomodar al de Lo Barnechea.

En ese partido, además, el francés rompió uno de los códigos sagrados del tenis: quiso engañar al umpire en dos ocasiones, al identificar incorrectamente dos botes de pelota que habían sido claramente afuera de la cancha. En ambas oportunidades, desde la silla le señalaron que la marca que él estaba señalando no era la de la pelota en discusión. Feo, muy feo.
El viernes 21 de marzo de este año se vivió el tercer round de Corentin Moutet vs. Chile. Ronda de los 64 mejores del Miami Open y el francés, para variar, comenzó a provocar al público chileno en el partido ante Alejandro Tabilo. Molestoso, irónico, muy pesado. Celebró un punto ganado por Jano, gritando “Chile, Chile, Chile” en el momento en que el nacional servía para ganar el segundo set, luego de haber caído en el primero.
En primer término, el juez lo penalizó con un punto, que le permitió al chileno ganar el periodo y, luego, en el arranque del tercero, en plena performance de reclamos y gestos de Moutet, el castigo fue de un game, por lo que Tabilo comenzó quebrando y terminó por llevarse el partido en tres parciales.
Corentin Moutet es el nuevo chico malo del tenis mundial. Un personaje siempre polémico y a quien en 2022 la Federación de Tenis de Francia le restó todo apoyo económico por mal comportamiento. Un deportista talentoso (porque talento sí tiene, aunque a la historia grande no pasará), que prefirió brillar por sus polémicas más que por éxitos en el court. Un atleta que genera anticuerpos y que, no por nada en Youtube tiene un video dedicado que se titula “¿Es Corentín Moutet el más grande payaso del tenis?”. Por antecedentes, al parecer sí lo es y todo indica que a él le importa un comino revertir esa imagen.