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“El problema más grave del fútbol chileno es fundamentalmente educacional”

El líder técnico de los juveniles en Chile y entrenador de la selección Sub 20 que jugará el Mundial 2025 repasa sus 15 meses en el cargo y detalla la metodología con la que espera remecer las bases de un fútbol de menores que clama por una revolución.

Nicolás Córdova jefe técnico selecciones juveniles El jefe técnico de las selecciones juveniles de Chile desmenuzó el plan metodológico y explicitó sus objetivos. ¿La meta? Clasificar a todos los Mundiales posibles en todas las categorías. (felipe escobedo)

Nicolás Córdova (45), jefe técnico de las selecciones juveniles de Chile, se acomoda en un escritorio prestado y, sin mayores preámbulos, contagia de entusiasmo con un estructurado discurso. El entrenador de la Sub 20 que jugará el Mundial 2025 en casa, hace un análisis tan crítico como propositivo de la competencia de menores, del impacto de la generación dorada, del entorno de los jóvenes jugadores, de las fortalezas y las carencias del medio, del efecto migratorio y de lo que él considera el problema más serio del futbolista nacional: el nivel educacional.

Completan esta conversación, el plan metodológico a 2030 y la compañía de un cuerpo técnico que lo enorgullece. Si quiere saber quién, de verdad, está pensando sobre el futuro del fútbol chileno a nivel de selecciones, no va a perder el tiempo leyendo esta entrevista.

-¿Con 15 meses en el cargo, el ejercicio de realidad del estado de las divisiones menores en Chile se acerca al que se imaginó? ¿Es un panorama más, o menos, dramático?

En algunas cosas más dramático; en otras, menos. El panorama es equilibrado en cuanto a que no estaba tan alejado de la realidad, así que bajo ese parámetro el proceso ha sido como me lo imaginaba. Mirando para atrás y todo lo que hemos hecho, que es mucho, la verdad es que no pensaba que iba a pasar tan rápido y que íbamos a lograr lo que nos habíamos propuesto.

-¿Cuál era el diagnóstico de las selecciones juveniles que tenía antes de asumir?

El diagnóstico era que las selecciones juveniles durante años se han trabajado como un club, donde han pasado 22 o 23 entrenadores en los últimos 20 años, lo que quiere decir que cada vez que hay un proceso y perdemos, se saca a ese entrenador y el proceso se acaba. Los procesos en las selecciones juveniles no son dos años, es mucho más tiempo. Hoy eso lo hemos logrado de alguna manera encarrilar; tenemos una forma de trabajo a nivel metodológico que ha sido entregada a los clubes, lo que consideramos muy importante, porque no es algo que se quedará entre nosotros. Cuando en el fútbol se dice que alguien se va y no dejó nada, eso no sucede con nosotros, porque trabajamos casi en tiempo real con el resto.

"Es cierto que lo que más ‘vende’ es la Sub 20, pero para nosotros lo más importante es el proceso de los más chicos, de la Sub 15", recalca Córdova, en la foto, con parte de su staff en las canchas de Quilín.
Nicolás Córdova, jefe técnico de las selecciones juveniles de Chile."Es cierto que lo que más ‘vende’ es la Sub 20, pero para nosotros lo más importante es el proceso de los más chicos, de la Sub 15", recalca Córdova, en la foto, con parte de su staff en las canchas de Quilín.

-¿Qué reciben los clubes de ustedes?

No solo entregamos lo que hacemos a nivel metodológico, sino que también a niveles físico, psicológico, social. Nos hacemos cargo de los problemas, pero también se los traspasamos a los clubes, para que también los asuman. A partir de esa línea metodológica, trabajamos con todas las categorías de igual manera. Que, ojo, no es lo mismo que jueguen igual. En simple, quiere decir que tenemos un método que permite que los jugadores pasen de categoría y vayan aprendiendo el juego.

-¿Y a nivel de entrenadores, opera igual el método?

Parte de este trabajo es generar un cuerpo técnico con el que se pueda debatir, que sea único. Nosotros somos once que trabajamos en todas las categorías. Hay un líder por categoría: Sub 17, Sebastián Miranda; Sub 15 y Sub 16, Ariel Leporati, y Sub 20, yo. De hecho, Ariel acaba de terminar su proceso en la Sub 16 y se lo entrega a Sebastián a la Sub 17. ¿Por qué? Porque Ariel es un experto en esa categoría, y para mí lo más importante es comenzar el proceso. Cuando se empieza de buena manera, seguramente el proceso será igual de bueno. Es cierto que lo que más ‘vende’ es la Sub 20, pero para nosotros lo más importante es el proceso de los más chicos, de la Sub 15.

Los cambios de tono

-¿En qué se puede diferenciar un jugador Sub 16 de un Sub 17, que además implique el cambio de líder técnico?

En la Sub 20 son adultos, esos jugadores necesitan una exigencia de adultos, por lo tanto tienes que apretar, se te puede salir una chuchada en el entrenamiento y no va a tener ningún impacto, el jugador no va a interpretarlo como que ‘el entrenador está siendo agresivo conmigo’, porque se están jugando otros roles. En la Sub 17 hay una transición entre ingresar a la Sub 20 y dejar de ser niño. Y en las Sub 15 y Sub 16, donde parece que un año es muy poca la diferencia, en este mundo la diferencia es muchísima, porque es la edad donde empieza a cambiar lo físico, a cambiar los intereses, los jugadores comienzan a tener contrato, a tener novias, necesitan otro tipo de guía. Ariel, a nivel pedagógico, es inigualable para nosotros, en cuanto a la dialéctica, al cariño que le entrega a los jugadores. Entonces, claramente iniciar un proceso como es venir a una selección por primera vez a los 15 o 14 años, llegar a entrenar, ver cómo se te abre un mundo, sentir la insignia de tu país en la camiseta, empezar a ver a Alexis, a Vidal, copas, viajes, partidos en el extranjero, es algo ya difícil por sí solo. Imagínate cómo es para la familia de ese niño. Es algo muy fuerte.

-¿Ustedes como cuerpo técnico intentan morigerar la presencia familiar por el beneficio del niño?

Todo lo contrario. Lo que hemos hecho este año con las selecciones más chicas es invitar a los padres, para que vean lo que estamos haciendo con sus hijos. Una vez que ven el trabajo, surgen las preguntas de los papás. Y lo que más les decimos a ellos es que sean sus padres. No necesitamos que sean ni su representante ni su entrenador, que les exijan a sus hijos que vayan al colegio. Es súper importante incluir a los entornos de los jugadores, porque hay muchos de ellos que carecen de entorno o si los tienen, son muy vulnerables. Tenemos que encontrar a esa persona de la que el jugador se afirme, y que muchas veces es alguien del club o, si tiene una familia disfuncional, aun cuando puede ser muy impopular, sea el mismo representante. Hay muchas áreas en las que intervenir para que este jugador sea lo que tiene que ser y no lo que queramos que sea. Esa es nuestra pega.

"Es súper importante incluir a los entornos de los jugadores, porque hay muchos de ellos que carecen de entorno o si los tienen, son muy vulnerables", enfatiza el entrenador de 45 años.
Nicolás Córdova, jefe técnico de las selecciones juveniles de Chile."Es súper importante incluir a los entornos de los jugadores, porque hay muchos de ellos que carecen de entorno o si los tienen, son muy vulnerables", enfatiza el entrenador de 45 años.

-¿Ese paso de la niñez a la juventud, de Sub 15 a Sub 17 aproximadamente, también coincide con la toma de decisión de ser futbolista?

Coincide un poco con la edad en que estás saliendo del colegio, pero, por ejemplo, de los chicos de la Sub 16, casi todos dan exámenes libres. Eso quiere decir que la decisión de ser futbolista ya está tomada, y no solo adoptada por ellos, sino que por la familia. Ese momento, cuando el jugador decide ser futbolista, es el que marca la diferencia de lo que hablábamos. El primer contrato, los primeros sponsors, hay hitos que van marcando y nosotros tenemos que estar atentos porque hay cambios. Los jóvenes de la Sub 20 que hoy dirijo comenzaron el proceso con nosotros en noviembre del año pasado, y no son esos mismos jóvenes ahora.

-¿Dónde se manifiestan las mayores cambios?

Contratos. Iván Román no había jugado ningún partido, hoy lleva 40 en Primera. Es otro muchacho, por defecto. Ya estuvo en un camarín de primer equipo, ya jugó Copa Libertadores. Nacho Vásquez ya tiene una copa con Universidad de Chile. Leandro Hernández ya estuvo en el camarín del campeón del fútbol chileno. Uno tiene que empezar a sacar todo el bagaje para decirles ‘ya, lo que te dije en noviembre de 2023 era, pero ahora te voy a decir lo mismo de otra manera’. Acá nosotros no encasillamos a los entrenadores, todos trabajamos con todos. Es trascendental que el entrenador que está a cargo de cada categoría sepa cuál va a ser el impacto que va a tener sobre los jugadores. Si yo dirigiera la Sub 15 como dirijo a la Sub 20, probablemente le estaría haciendo un daño a esos jugadores, porque hay un nivel de tono, de agresividad hacia el jugador para poder sacar rendimiento, que en la otra no tiene que estar.

-¿Cómo se modula ese trabajo en la Sub 17, que es, llamémosla, la intermedia?

Ahí hay un mix, y creo que Seba (Miranda) tiene todas las condiciones para hacerlo; es fuerte cuando tiene que ser, es padre cuando se necesita. Además, nosotros nos acompañamos cuando se requiere, si hay que apurar a alguien a veces aparezco yo, cuando necesitamos ‘recogerlo’, le decimos a Ariel; Germán Tagle colabora con todos, igual, y se le asignan tareas. Al final todos nos hacemos partícipes porque no hay una categoría más importante que la otra. Lo del Mundial Sub 20 el próximo año va a ser maravilloso, pero internamente es tan importante como el entrenamiento de la Sub 15.

-¿Cuál sería la razón del ‘emparejamiento’?

Porque creemos firmemente que para armar un proceso competitivo como fue el de la generación dorada, no necesitas una categoría. Si observamos bien, Claudio Bravo es categoría 83; (Mauricio) Pinilla, ’84; (Jorge) Valdivia, ’83; Charles (Aránguiz), ’89; Arturo (Vidal), ’87; Alexis, ’88, Edu (Vargas), ’89... Las generaciones son por décadas. Mi visión es que en el 2030, estos jugadores 2005, la primera camada que tomamos, estén con los 2012, que van a tener 18 años en ese momento. Cuando los juntemos en una selección, tendremos 7 años de proceso. Y en esos 7 años sí se pueden sacar cinco o seis jugadores por categoría para la Selección, que es de lo que estamos hablando. Eso es un real proceso.

Nuestro hándicap físico

-¿Es la Selección Adulta el objeto de deseo fundamental del proceso?

Nosotros tenemos tres objetivos súper claros como proyecto, independiente de cómo lo hacemos. Uno, el principal: clasificar a la mayor cantidad de Mundiales. No vamos a clasificar a todos, porque quizá habrá categorías que son inferiores a otras y nos toca enfrentar a categorías de otros países que son mejores. Y eso sucede, sobre todo en las categorías más chicas. Además que Chile tiene un hándicap físico respecto de esas categorías, porque tenemos un crecimiento más tardío en comparación a otras etnias como la de Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Argentina o Uruguay.

-¿Crecimiento tardío que se traduce en cuánto tiempo?

Un par de años. Logramos equiparar fuerzas ahora en la Sub 20, pero en la Sub 17... Nosotros, por ejemplo, estuvimos ahora con la 16 y si no logramos jugar a nivel colectivo en función de superioridad numérica, no tenemos ni una chance de competir desde lo físico. Los colombianos eran gigantes, igual los venezolanos y ecuatorianos; los uruguayos y paraguayos eran más fuertes. Esas diferencias existen. Los datos están ahí.

-Se complejiza entonces la meta de clasificar a Mundiales en las categorías más menores.

En el Mundial Sub 20 clasifican cuatro; en el Mundial Sub 17 ahora van a clasificar siete; en la Sub 15 no hay clasificatoria, pero para nosotros siempre lo más importante es estar entre los mejores seis. ¿Por qué? Porque si sales sexto estás dentro de un Mundial adulto, que es lo que perseguimos. ¿Por qué? Porque Chile es un exportador a nivel de Selección, no así de clubes. Son muy pocos los clubes que venden jugadores sin que éstos no hayan pasado por la Selección. Si se revisan las selecciones que han participado en Mundial Sub 20, siempre hay jugadores que se van a Europa. La de Mario Salas en 2013: (Bryan) Ravello, (Igor) Lichnovsky, (Andrés) Robles, Nico Castillo, (Ángelo) Henríquez; la de 2007 de (José) Sulantay, partiendo por Arturo (Vidal) y los demás; la del 2005 con Sulantay, Matías (Fernández), (Carlos) Carmona, (Gonzalo) Jara... Los jugadores de las selecciones que logran ir a los Mundiales, terminan partiendo. Perseguimos ese objetivo porque a mayor consolidación de los futbolistas en Europa, mejor Selección vamos a tener.

"El sello que dejó esa Selección ganadora era la de un equipo dinámico, agresivo, sin ningún jugador sobre el metro 90, todos de buen pie, todos trabajadores. Y eso es lo que somos como país", reflexiona el jefe técnico de menores.
Un ejemplo a seguir en el proceso de Nicolás Córdova."El sello que dejó esa Selección ganadora era la de un equipo dinámico, agresivo, sin ningún jugador sobre el metro 90, todos de buen pie, todos trabajadores. Y eso es lo que somos como país", reflexiona el jefe técnico de menores.

-¿Cuáles son los otros dos grandes objetivos que se plantean?

El segundo: generar listas, antes de los Sudamericanos, donde tengamos más de 23 jugadores convocables, y que no tengamos que llevar jugadores por descarte. Eso quiere decir que el proceso logró equiparar por lo menos a 30 jugadores. Si eso pasa, tendremos 23 jugadores que van a poder competir. A lo mejor el cuarto central no va a ser tan bueno como el primero, pero va a poder competir. Y el tercer objetivo es poder ir llevando jugadores de la Sub 15, a la 16, 17 y a la 20, porque es casi matemático que los jugadores que completan el proceso llegan a la Selección. Y eso ha sucedido muy poco, principalmente porque se trabajaba por gustos personales de cada técnico de turno.

-¿Y ahora ustedes no tienen gustos personales con jugadores específicos?

Hoy, el entrenador de turno hace la nómina inicial. Pero cuando vamos al Sudamericano, por ejemplo, para este Sub 16 que pasó, Ariel (Leporati) no hizo la lista, la hicimos entre todos. A la hora de elegir los 21 jugadores, votamos.

-¿Entonces hoy las nóminas son producto de un ejercicio de ‘democracia técnica’?

Son por una visión de proyecto. Se vota porque es muy injusto para el proyecto que un técnico elija por gusto propio. Todo voto vale igual, salvo que, como somos impares (11), no hay un empate. Por ejemplo, si un jugador tiene 7 votos, no hay discusión; pero si uno tiene 6 contra 5 de otro candidato, y cuenta con el voto a favor del entrenador de la categoría, ese voto tendrá un valor doble. Por el contrario, si el técnico está entre los votos de minoría en un 5 contra 6, la elección queda en empate y tendrá que dar una muy buena argumentación como para que ese jugador que está defendiendo sea incorporado. Nos pasó esa situación en la Sub 16, pero lo mágico fue que 20 de los 22 fueron unánimes.

-Se practica la desprestigiada ‘democracia de los consensos’.

Cuando fuimos al torneo, tuvimos la seguridad que 20 jugadores habían sido elegidos por todos nosotros. Y cuando volvimos, hicimos el ejercicio de votación para ver qué jugadores estaban promovidos para la Sub 17, independiente de que ahora fuera Sebastián (Miranda) el técnico de esta categoría. Resultado: el proyecto ya tiene 12 jugadores promovidos. Y el parámetro más recurrente para elegir fue quién compitió y quién no.

“La España de Sudamérica”

-¿Esta metodología de participación colectiva y electiva es de su autoría o la sacó de otro lado?

Hay de todo. Hay algunas cosas que he visto y aprendido de otras personas que llevan muchos más tiempo que yo. El otro día asistí a una charla de Ginés (Meléndez) sobre lo que hizo España hace 30 años, que es lo que nosotros estamos haciendo acá. En tres décadas, España lleva una Copa del Mundo, tres copas de Europa y 92 finales en torneo juveniles, entre copas mundiales, europeas, internacionales y juveniles. O sea, juegan tres finales cada año en todas las categorías, una locura. España es referencial porque nosotros somos la España de Sudamérica. Somos bajos, no tan fuertes físicamente, somos técnicos, dinámicos en el juego, agresivos cuando queremos ser. Y eso lo digo, porque cuando fuimos campeones de América, el sello que dejó la Selección era la de un equipo dinámico, agresivo, sin ningún jugador sobre el metro 90, todos de buen pie, todos trabajadores. Y eso es lo que somos como país. Entonces, a la hora de trabajar, nos basamos en los principios que nos mostró nuestra Selección. No quiero jugar como los italianos o ingleses. Estoy cumpliendo una metodología que la aprendí con maestros españoles -Edorta Murua y otros con muchos años de experiencia- y que es súper replicable porque el principio de esta metodología es el entendimiento del juego. Cuando hablo de esa Selección campeona de América, el único punto en común que tenían esos veinte jugadores con características completamente distintas, era que todos entendían el juego. Claudio Bravo entendía todos los momentos. Cuando jugar largo, corto, poner el pie arriba del balón; Isla, desde su posición, sabía cuándo meterse adentro, cuándo pasar; Valdivia no era el jugador más rápido, tampoco el más agresivo ni el que mejor presionaba, pero hacía jugar a todos; Aránguiz, recorrido, sustancia, siempre aparecía en las marcas, eso es entendimiento del juego.

-Ese ‘entendimiento del juego’ que menciona tiene un tiempo de construcción que no es particularmente rápido.

Después de esta charla con el entrenador español, pensaba que cuando yo era un jugador cadete, en España ya estaban comenzando a aplicar su modelo... Yo no quiero perpetuarme en este cargo, pero si no se hace a diez años plazo, no sirve para absolutamente nada. Son proyectos que cambian la forma de trabajar en un país. Acá han venido una gran cantidad de técnicos a vernos y les hemos entregado todo, porque es vital que todos los entrenadores de juveniles en Chile sepan lo que estamos haciendo, porque ellos son la selección, no somos nosotros. En estricto rigor, nosotros seleccionamos a sus mejores jugadores. Se generó un efecto inverso, que nosotros como Selección estamos llevando algo a los clubes, y la recepción ha sido maravillosa.

-¿En el caso del jugador profesional, la interacción con otros entrenadores y otros sistemas tácticos pueden hacer perder los conceptos que conforman este entendimiento del juego?

No, pero los conceptos sí tienen que ser estimulados. Para un defensa, por ejemplo, el estar perfilado según la posición del balón para poder correr hacia atrás o adelante. Una vez que lo internalice, lo tendrá para siempre. Pero si el técnico de turno no lo estimula, el jugador lo dejará de lado.

-¿Y su experiencia con los técnicos, qué le indica?

Muchas veces hoy en cadetes, por esta necesidad de también querer ganar el partido del fin de semana, se trabaja también de manera singular y como un equipo de primera división. El lunes, por ejemplo, hacen trabajo regenerativo. O sea, pierden un día de entrenamiento, porque nosotros creemos que un niño de 15 años que jugó un sábado, el lunes por la tarde debe estar totalmente recuperado. Nosotros entrenamos. El viernes, algunos entrenadores, preparan el partido, lo que por lo general es una práctica de baja intensidad. Nosotros tampoco preparamos el partido, trabajamos situaciones de juego conceptualizadas, para que cuando pasen, el jugador las reconozca. Eso no tiene que ver con sistema, tiene que ver con la percepción del jugador de lo que está viendo. En ese cambio de paradigma, la generación que nos dio tantas alegrías, era fuera de serie. Cuántas veces vimos que a Alexis le tiraban una bomba y con su control de la pelota, lograba girar y evitar la marca que le venía. Pura percepción, eso es lo primero; claro, después está la técnica para hacerlo. Pero la percepción es lo inicial.

"Para mí, y esto lo digo a título personal y no como jefe técnico de juveniles, todos los clubes debieran tener un colegio dentro de sus instalaciones", propone el ex técnico de Palestino.
Nicolás Córdova, el jefe técnico de las selecciones juveniles en Chile."Para mí, y esto lo digo a título personal y no como jefe técnico de juveniles, todos los clubes debieran tener un colegio dentro de sus instalaciones", propone el ex técnico de Palestino.

-Ese tipo de maniobra también entrega una referencia del índice cognitivo que el jugador tiene del juego.

Aquí hay dos cosas, una de fondo y otra de forma. Si tu no estimulas el aspecto cognitivo, no crece. Y ese estímulo hay que hacerlo en edades más chicas. Por eso el trabajo más importante para nosotros es con las categorías más pequeñas. El proceso más importante está en la base, no en la cúspide. Si estimulamos cerebralmente a los jugadores de las categorías más chicas, como hoy día lo hacemos con las mayores, estaremos logrando algo muy relevante. Lo otro es la forma como lo estamos haciendo. Si entrenas solo direccionalmente, cuando se te mueva alguien, no podrás resolver porque estás entrenando a un jugador de manera directiva, por eso nuestro método de entrenamientos es dinámico, todos son jugados, porque al final tienes que estar corriendo 90 minutos. Si entrenas parado, no puedes correr 90 minutos.

-¿Cuál es su evaluación del índice cognitivo del jugador juvenil chileno?

Uno de los mayores problemas de nuestros jugadores es que no están estimulados cognitivamente. No en el fútbol, en el colegio, en la vida. Es un temazo. La deserción escolar en el fútbol joven es altísima. El cambio de colegio regular a exámenes libres es muy alto. Para mí, y esto lo digo a título personal y no como jefe técnico de juveniles, todos los clubes debieran tener un colegio dentro de sus instalaciones. Ése es el futuro. Lo que está haciendo Independiente del Valle en Ecuador es un modelo a seguir. Su proyecto parte desde el colegio, no desde el fútbol. Los grandes proyectos los vi yo, no me los contó nadie. Barcelona tiene un colegio dentro del club; Real Madrid, también; Aspire Academy, donde yo trabajé en Catar, ídem, porque los jugadores tienen que ir a estudiar antes de entrenar. Y no les enseñan cualquier materia, tiene que ver con el desarrollo cognitivo de la creatividad, vinculado al desarrollo del deporte, que es crear. Jugadores inteligentes, pensantes, pueden hacer lo que quieran. Para mí el problema del fútbol chileno es todo lo que hemos hablado, pero lo más grave es lo educacional.

-¿Esta conversación la hubiéramos tenido si cuando dirigió interinamente a la Selección en Quito hubiese empatado o ganado a Ecuador?

Yo creo que sí. Nunca he mencionado ni mostrado mi deseo de estar en la Selección adulta porque tengo claro que mi propósito acá es otro hoy. Tengo el sueño que todo entrenador tiene, pero la realidad es que la selección de un país se dirige una vez en la vida. Para cuando pase eso, si es que pasa, quiero haber hecho algo antes para que realmente me encuentre preparado.

-¿Quiere que lo encuentre preparado más allá de que tenga las condiciones?

Sí. Llevo solo diez años dirigiendo. Y diez años para un entrenador es muy poco. Tiene que pasar agua debajo de este río.

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