Aunque su carrera tuvo varios capítulos de gran rendimiento, en Cruzeiro, Tigre y la misma Universidad de Chile, el volante argentino reconoce que su carrera pudo haber despegado antes, si su etapa de maduración hubiese sido más rápida.
-Se van a cumplir cuatro años desde que te retiraste. ¿Qué es lo que más extrañas del fútbol activo?
Me retiré el 13 de febrero de 2021, si la memoria no me falla. Jugué toda mi vida a la pelota, pero lo que más extraño son los compañeros, el vestuario. Después, jugar propiamente tal, eso lo sigo haciendo, con algunos ‘veteranos’. Pero al principio, cuando veía algún partido, pensaba que todavía podía seguir haciéndolo, porque físicamente estás impecable. Entonces se viene a la cabeza que la carrera se pudo haber estirado un poco más. Pero después de 4 años, sigo entrenando, claro, pero de una manera más light, ya no me da de otra forma. Voy, juego, lo disfruto, pero ya. Veo mucho fútbol, sin embargo, el bichito de querer estar adentro de la cancha ya no lo tengo.
-Ya con la perspectiva del jugador retirado, ¿en qué aspectos de tu carrera pudiste haber mejorado?
Yo estoy muy orgulloso de mi carrera, porque de chico me tocó jugar siempre en el equipo B, menos en San Lorenzo. ¿Qué hubiera mejorado? Por ahí, me hubiese gustado haber madurado más joven, para haber podido entender antes el juego, ya no de grande, cuando tenía más de 30 años, que es algo que a casi todos los futbolistas les pasa. Por eso los jugadores mayores terminan jugando mejor, y más ahora que te cuidas las 24 horas, no como era con los jugadores mayores cuando yo arranqué en el fútbol. Tuve la suerte, o la virtud, de retirarme cuando estaba jugando en un buen nivel.
-¿Y cómo se traducía ese mejor entendimiento del juego?
Corrés mejor la cancha, te posicionás mejor, ya dejás de tener la velocidad de antes, pero la suples con otras cosas. Si hubiese tenido la capacidad de entender el juego a más corta edad, como sí la tienen algunos que destacan, hubiese tenido una mejor carrera. No sé si hubiera jugado mejor, pero habría jugado más partidos.
-¿Qué entrenadores de los que te dirigieron te marcaron?
Tuve entrenadores-formadores en distintas etapas de mi carrera. Por ahí, en lo formativo, me ayudó mucho el Pipo (Gorosito) en San Lorenzo, porque yo tenía 18 años. Él recién se había retirado, tendría 36, 37 años, y yo al jugar en su posición, obviamente me dio muchos tips, que a esa corta edad unos los agradece. La verdad es que tuve técnicos muy humanos. Cuando nació mi hijo Santino en Chile, Gerardo Pelusso fue el entrenador que más cerca tuve en el plano familiar. Era un tipo muy interesado en lo que nos estaba pasando como familia, muy atento (N. de la R.: Santino sufrió una grave cardiopatía y es síndrome de Down). También tuve a (Alejandro) Sabella en la selección. Un señor, un profesor. Pero si tengo que elegir a uno, por lo cercano es Gerardo, con quien todavía seguimos hablando, una persona que me ha ayudado mucho en lo extrafutbolístico.
-¿Qué sientes cuando ves hoy a tu hijo Santino, de cómo ha ido superando etapas, con la ayuda familiar pero también con total mérito propio, luego de un comienzo muy complicado?
- Básicamente, lo que siento por mi hijo es mucha admiración. Porque uno muestra la foto del final, de la felicidad, de las cosas que él hace, pero el camino del día a día, y que muchas veces no se ve en las redes sociales, es muy difícil. Las personas que tienen hijos con discapacidades lo van a entender. Me tocó tener un hijo como Santino que es un luchador, que varias veces estuvo al borde del abismo, de la muerte, y salió adelante. Todas las cosas que va logrando lo tomamos con mucha alegría, porque no tenés cómo olvidar todo lo que él pasó. Uno trata de entregarle todo lo mejor en terapias, en medicina, pero el que lucha es él. Acá hay un programa muy bonito para niños que sueñan con ser futbolistas y que tienen discapacidad. El otro día se fue a probar al Madrid, y quedó y se puso muy contento.