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Las heridas de la guerra de Malvinas

Carlos Gustavo De Luca es un veterano de guerra. Luchó por su patria luego de la invasión británica, y vivió para contarlo, aunque sea una historia que no le agrada recordar y que el fútbol fue clave para que pudiera soportarla.

Carlos Gustavo De Luca "Yo creía que estaba filmando una película hasta que me cayeron los primeros tiros y una bomba explotó arriba en la montaña", recuerda De Luca de su paso por Malvinas.

-Gustavo, ¿fue a Qatar a ver el Mundial?

Sí, invitado por mi hijo. La verdad es que la pasé bárbaro. Una experiencia maravillosa. Me había quedado con las ganas de ir a Brasil.

-¿Qué le producía en el estadio cuando la famosa canción de la hinchada argentina hablaba de Messi, de Maradona y de Malvinas?

Era impresionante. Los estadios repleto de argentinos y escuchar era un orgullo. Porque de Malvinas no me gusta hablar mucho, pero bueno, estuve, me tocó y estoy orgulloso de haber vuelto. De los compañeros que tengo y es un orgullo que, después de tantos años, se acuerden de los chicos de Malvinas.

Con la invitación que le extendió su hijo, pudo cumplir un sueño.
De Luca y su hijo en el Mundial de QatarCon la invitación que le extendió su hijo, pudo cumplir un sueño.

-¿Hablas con algunos de los que estuvo en Malvinas?

Sí. Lo que me pasó a mí es que estuve medio reacio a hablar en el primer momento y me costó 17 años juntarme con mis compañeros. Yo siempre digo que el fútbol, la pelotita, me salvó de los recuerdos de lo que pasó en Malvinas. Y la ida a Chile me hizo muy bien también, porque estamos hablando de que la guerra fue en el ’82 y yo ya en el ’87 ya estaba en Chile. Volví a Argentina en el ’98 y recién ahí me junté, por primera vez, con mis compañeros. Yo dije ahora sí, ahora puedo hablar tranquilo, estoy recuperado. El fútbol me salvó de todo eso porque estuve con Omar De Felippe (hoy DT de Central Córdoba de Santiago del Estero), que fue compañero mío. Y después tenía dos compañeros más que jugaban fútbol. Incluso, tuve otro compañero en Talleres de Remedios de Escalada, (Sergio) Pantano, un número 11. Él me decía que no se podía concentrar en los partidos, que le venían los recuerdos y se iba del juego. Y bueno, y a mí por suerte no me pasó eso y el fútbol (piensa) me salvó de las consecuencias que podía haber traído de la guerra que, lamentablemente, tienen muchos de mi compañeros. Hay muchas patologías, con estrés postraumático y bueno... por eso yo digo que me costó hablar, pero yo mismo me escondí un poquito de todo eso. Me lo recomendaron, y me salió bien también ir a Chile, formar una familia en Chile, todo eso, y después volver ya estando conforme con haber hecho una realidad mi sueño de jugar al fútbol.

-¿Tuvo heridas de guerra?

Sí, sí. El último día de combate. Bombardeaban del mar, bombardeaban de todos lados. Recibí esquirlas en la rodilla y después sentí un piedrazo en la cintura. La cara que me sangraba demasiado, un tímpano perforado. Estaba hecho mierda. Fui al hospital y tenía un par de esquirlas chiquititas en la rodilla. Me curaron la cara y tenía el zumbido de una bomba que cayó adelante mío y mató al de adelante mío. Yo quedé tirado. Sólo escuché que me levantaban. El que estaba delante mío murió. Me curaron y les digo que sentí un piedrazo. Era una bala que me había pegado de rebote y estaba agarrado a la piel un poquito. Y perforó toda la ropa y el cinturón de fibra de vidrio. Pero en ese momento era como que todo es normal, ¿viste? Era como una película. Se muere la gente por heridas y lo ves como normal. O sea, empezás a normalizar una realidad que no es, no es algo que no es algo que debería normalizarse. Yo creía que estaba filmando una película hasta que me cayeron los primeros tiros y una bomba explotó arriba en la montaña. Por eso, siempre digo que el fútbol me salvó de la consecuencia que tiene, lamentablemente, la guerra.