Desde que se retiró del fútbol como jugador, Ricardo Lunari (55) pensó en desempeñarse como entrenador. Hizo el curso con el propósito de, algún día, ejercer como técnico los tres clubes en los que se identificó durante su trayectoria: Newell’s Old Boys, Millonarios y Universidad Católica. Tanto en Argentina como en Colombia, cumplió su objetivo. Sin embargo, en Católica la asignatura sigue pendiente, y por lo que se le escucha al propio ex mediocampista, la ilusión se ha esfumado.
Con una marcada vocación por el fútbol formativo, Lunari ha estado a cargo de distintas divisiones inferiores de Newell’s -también en el primer equipo-, con los que ha cumplido destacadas campañas en una competencia que es extremadamente disputada, larga y desgastante, pero que a los clubes argentinos les resulta indispensable para alimentar a sus equipos profesionales y desarrollarse como institución, en una industria que mueve millones de dólares al año.
Sin embargo, el exjugador cruzado también se ha dado tiempo de entrar a la política. Por ahora, sin grandes ambiciones, salvo la de mejorar la calidad de vida del entorno de su pueblo, que ya es ciudad.
-Fuiste electo como precandidato a concejal del San José de la Esquina, donde naciste, ¿qué pretensiones tienes de progresar en la política?
Yo creo que la política puede transformar vidas, cambiar realidades, sobre todo en la gente que más necesita. Uno como deportista puede abrir puertas que la gente de la calle no llega a abrirlas. Vi las posibilidades de conseguirle cosas a mi pueblo, que desde hace un tiempo se ha quedado bastante estancado. Tenemos pueblos a los alrededores que han progresado, pero nosotros no. La gente necesita y no está teniendo respuestas. ¿Por qué no ser una opción para esa gente? Bueno, estoy tratando de ser una voz de cambio para San José de la Esquina que, no muchos lo saben, fue declarada ciudad en diciembre de 2024. Estoy entonces tratando de meterme en la política del pueblo, sin la necesidad de ser intendente.
-Trabajaste en las divisiones inferiores en Newell’s. ¿Qué diferencia hay entre los chicos que hoy están en las series menores respecto de cuando usted era juvenil?
Muchas. En Newell´s, de partida, estuvimos muchos años sin poder competir con los otros clubes de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA), solo en la Liga rosarina. Eso comenzó recién en 1989, yo ya tenía 19 años. En la liga rosarina los chicos de 17 años a veces jugábamos con tipos que tenían 30 años, porque en la división más alta de esa liga no había límite de edad. Imaginate el roce que te daba jugar con gente más grande y más fuerte físicamente, con más mañas y experiencia. Eso nos sirvió mucho a los que llegábamos a la reserva o al primer equipo, ya estábamos acostumbrados a jugar con gente de más envergadura. Podíamos competir de igual a igual y nadie nos pasaba por arriba.

-¿Hoy es distinto claramente?
Sí, porque en el torneo AFA ya hay chicos que desde los 7 años que juegan con niños de su misma edad; hay otras comodidades también, juegan en canchas lindas, nosotros jugábamos en cualquier lado.
-Y en cuánto a la metodología de entrenamiento, ¿cuál es tu mirada como formador, se privilegia al jugador mecanizado por sobre el talentoso?
El talentoso tendría que tener siempre un lugar prioritario. Desde ahí tendría que ser más fácil encontrar respuesta para lo que uno después plantea como un sistema de juego. El tema es que en la medida que avanza el tiempo, todos nos volvemos o el ambiente te convierte en alguien más pragmático, para poder seguir trabajando, para poder seguir en el puesto, para tratar de estar un tiempo más con el equipo. Eso hace que los técnicos nos pongamos cada vez más temerosos, aún en inferiores.
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La gran diferencia entre Argentina y Chile
-¿Qué culpa tiene de esta situación el directivo del club?
Mucha. Por ejemplo, nosotros teníamos a Jorge Griffa de coordinador de todas las divisiones inferiores de Newell’s, y ningún directivo se le iba a plantar a Griffa a decirle ‘Jorge, necesitamos resultados, si no salimos campeones hay que cambiar al técnico’. No. Eso no existía. Jorge no se lo hubiera permitido, ni nadie se habría atrevido a decirle eso. Ahora cuando pasan cuatro partidos sin ganar, el directivo se te acerca para preguntarte ‘¿qué pasa, por qué no encontramos los resultados?’ Yo siempre lo dije: es preferible no tener campeonatos de sexta (17 años), séptima (16 años) u octava (15 años) división, pero empezar a ganar en la quinta, cuarta, cuando te acercás a la Primera división o a la Reserva. Desde los 6 hasta los 13 años es fundamental la formación en los chicos, intensificar la parte técnica, pulirlos. Todo eso no se hace, porque los nenes de 8 años ya tienen o sienten esa obligación de ganar, que desde la parte técnica o directiva les incentivan. Y no sirve de nada ganar un título de décima división, si el chico no está evolucionando como jugador.
-¿Qué diferencias a nivel formativo notas que hay entre lo que produce Argentina y Chile?
Hay una diferencia enorme que le saca Argentina a Chile: la competencia, la exigencia. La competencia en Chile se reduce a cinco o seis divisiones, pero además juegan por regiones. Compiten muy pocos partidos por temporada. Es muy poco, no es nada. En Argentina, las inferiores tienen campeonatos prácticamente similares a la Primera división. La competencia en Santiago, por ejemplo, se reduce a los partidos que tienen entre las series de los clubes grandes, no llega a exigirles al máximo a cada jugador. Hace poco estuve charlando en Rosario de esto con Milo (Milovan Mirosevic). No es una cuestión de capacidad, en Chile hay muchísimo chicos con potencial, pero hay una tema de los clubes que no le dan los suficientes recursos a los técnicos de inferiores para poder trabajar con un proyecto a largo plazo. Es todo más acotado. Las sociedades no invierten en el fútbol juvenil. Lo viví en Osorno, que recién ahora se están armando las inferiores. Se pierde mucho tiempo, cuando los chicos comienzan a competir a los 12 o 13 años, ya es tarde. Los chicos tienen que empezar a entrenar y a mejorar con el tema de la coordinación a partir de los 6 años. Si desde esa edad hasta los 14 años, uno no les da esas herramientas, se perdió una base que no va a poder recuperar. Por eso en Argentina la base de jugadores es mucho mayor.

-¿Puede ser por esa razón que, en general, al jugador argentino le va bien cuando viene a Chile?
Todos los chicos que no logran llegar a Primera en Argentina, tienen una base espectacular, años de inferiores, de formación, de competencias. Por eso pueden hacer esa diferencia con jugadores que no tuvieron esa base de formación. Si vos tomás a un jugador argentino de 18 años que tuvo ocho años de inferiores, contra un chico de Chile que tuvo solo dos o tres años de competencias muy livianas, el argentino le va sacar diferencias, porque va a tener explotado su potencial. Porque si vos agarrás a dos chicos de 6 años, un argentino y otro chileno, con las mismas condiciones y los trabajás de la misma manera, seguramente habrá una igualdad.
Los extranjeros que llegan a Chile
-¿Hay también una cuestión de mentalidad? Muchos jugadores argentinos apuntan a que el futbolista chileno no cree en sus condiciones.
Cuando Marcelo Bielsa los convenció y les hizo creer lo buenos que eran, ahí el jugador chileno mostró su jerarquía. ¿Qué pasó? Que no se siguió trabajando de la misma manera o no aparecieron esas figuras de la etapa dorada que en los últimos 15 años fueron protagonistas del fútbol sudamericano. El recambio quizás no tuvo esa jerarquía, aparecieron jugadores de categoría, pero no en la cantidad para formar una selección competitiva. Si no contás con 20 jugadores de nivel, no podés competir contra selecciones que tienen 20, 30 o 40 jugadores del mismo nivel. Cuando el futbolista chileno fue convencido de que podía, y perdió el miedo a poder mostrar todo su talento, Chile compitió de igual a igual con cualquiera durante diez años. Ése es el camino a seguir. Les hizo falta una cabeza, alguien como Marcelo Bielsa con esa capacidad de convencimiento.
-Una corriente opina que parte de este decaimiento se debe a que la cuota de seis extranjeros por club perjudica el nivel e imposibilita un recambio de figuras jóvenes. ¿Cuál es tu análisis?
Es una mezcla de todo. Se permiten seis extranjeros en Chile porque quizás no haya el caudal de jugadores suficiente en Chile para surtir a todos los equipos. Para mí es que hay jugadores que no han sido preparados de la manera conveniente para jugar en un equipo de Primera. Si bien le quitas seis cupos a los jugadores chilenos, también hay que verlo como que el jugador chileno tiene que prepararse y demostrar que puede jugar al mismo nivel de los extranjeros que vienen de refuerzos. Ahora, no todos los extranjeros que han llegado a Chile, ya sean argentinos, paraguayos o brasileños han sido mejores que los chilenos. Cuando el chileno es bueno, por más que vengan de afuera, si el refuerzo no te da el nivel, no va a jugar. Pero si no está bien formado, cualquier jugador argentino con una experiencia en inferiores, llega y hace la diferencia con los chicos de Chile.

Ya casi nadie respeta los procesos
-¿Cómo ves a la distancia lo que le está pasando a Universidad Católica, lo que ha sucedido después del tetracampeonato?
No es fácil ser tetracampeón, lo que hizo Católica es una marca única en el fútbol chileno. Ni Colo Colo lo ha hecho. Hubo una pérdida de valor, no económica, sino que de las figuras. A los chicos que se fueron incorporando, quizás por falta de experiencia, les faltaba como para suplantar en buena forma a los que se fueron. No olvidemos que también se iban los técnicos, uno por cada campeonato que lograba. No pudo mantener una continuidad de un entrenador, de un sistema de juego, cada uno de los que llegaron quiso darle una impronta. Eso hace, lógicamente, que todos los años se empiece de nuevo. No hay un programa de dos o tres años. Es algo que está sucediendo en todo el mundo. A Católica le está faltando continuidad de un mismo entrenador, que más allá de que no encuentre el resultado enseguida, se lo banque.
-¿Sientes que en Universidad Católica no se los espera?
No solo en Católica, en ningún lado. Católica siempre se caracterizó por ser un club que respetaba mucho los procesos, los contratos de los entrenadores, y en el último tiempo entró en la vorágine normal, normal entre comillas. Técnico que no gana, no sirve. No se analiza si el equipo mejora, si el equipo juega a algo, si el equipo tiene un sistema predeterminado. Se analiza solo el resultado, lo que hace que los entrenadores estén cada vez con más miedo. Porque realmente uno está entrenando, pensando ‘estoy bien acá, tengo todas las condiciones, un buen equipo, pero si pierdo tres partidos, me voy’. Entonces, con tal de no perder esos tres partidos, se cambia hasta la forma de jugar, a pensar en el arco propio más que en el arco rival; los equipos son cada vez más temerosos y los partidos, menos atractivos.
-¿Qué tanto afecta jugar fuera de San Carlos de Apoquindo, que es un tema que se ha tocado mucho esta y la anterior temporada?
No es coincidencia lo que pasa con Católica y que juegue fuera de su estadio. La UC hizo mucha diferencia jugando en San Carlos para los tetracampeonatos. Nosotros entre el ’87 y ’97 no ganamos ni un título, tuvimos que esperar diez años. Pero qué pasaba, que jugábamos los clásicos contra Colo Colo y la U en el Nacional, nunca éramos locales. Cuando empezamos a serlo en San Carlos, Católica logró títulos. Yo creo que si hubiéramos sido locales en nuestros estadio, tendríamos dos o tres títulos en esos diez años. Católica volverá a ser protagonista cuando juegue en San Carlos, no debería ser así, pero es una realidad. Se siente mucho el empuje de la gente.
El inexistente diálogo con Universidad Católica
-¿Esperas que te inviten a la inauguración o vas a ir igual, como un hincha más?
No, no, yo espero que me inviten. Si no me invitan, me matan... (sonríe). Si no lo hacen, iré en algún momento porque lo llevó en el corazón. Pero espero que haya invitaciones para exjugadores y me tengan en cuenta, ya que no lo hicieron cuando cerraron el estadio antiguo, lo que me dolió mucho.
-¿Tiene alguna relación con los mandos de Universidad Católica, con José María Buljubasich o con el presidente, Juan Tagle?
En este momento no hay ningún diálogo, más por parte de ellos que por mi parte. Si me hubieran llamado o necesitado, siempre dije que estaba disponible para Católica. No solo esta directiva, también las anteriores, saben que me hubiera gustado tener alguna oportunidad. Primero, me habría gustado dirigir el primer equipo, pero se me dijo que debía antes demostrar en otro lado... Les dije que bueno, que no tenía problemas en trabajar en inferiores, si lo necesitaban. Estoy hablando de años atrás, han pasado años que no nos comunicamos. Realmente nunca tuve un ofrecimiento de Católica para que trabajara en el club, cosa que en su momento me molestó, me dolió, pero ya lo tengo completamente asumido. Creo que ya no voy a tener esa posibilidad, pero quedé como un hincha muy fanático de Católica.

-¿Pero te dieron alguna explicación de por qué tampoco podías trabajar en las series menores?
Mirá, en Newell’s tuve la posibilidad de dirigir la Reserva y después la Primera. No se me dio la continuidad, me fui del club, y después para volver, en 2023, tuve que ir a dirigir la quinta categoría; fuimos campeones de AFA, eso hizo que de nuevo volviera a la Reserva y de nuevo tuve la oportunidad de llegar al primer equipo. Pero Newell’s siempre confío en mí. Católica, desde que me fui, en 1997, nunca me dio una posibilidad, a pesar de que he hablado con muchos dirigentes que me han dicho que soy un jugador identificado con el club. Pero después no ha pasado nada, por eso he ido a trabajar a otros clubes, tratando de mostrar mi trabajo para ver si... Lamentablemente, no se dieron los resultados. Pero no me arrepiento de nada. Cuando me retiré del fútbol, hice el curso de entrenador pensando que algún día iba a ir a dirigir la Católica. No se me dio, pero tuve la suerte de dirigir Newell’s y Millonarios de Colombia en Primera división, dos de los tres clubes a los que soñé dirigir.
-En todo caso, por intenciones de estar en la UC no te has quedado...
Sí, yo nunca tuve problemas, jamás fui con ningún tipo de pretensión. Siempre estuve esperando algún llamado. Lo he conversado con algunos excompañeros, como Mario Lepe, Nelson Parraguez, Andrés Romero, chicos que están trabajando en Católica, con el mismo Ignacio Prieto. Me he dado cuenta que por más que espere, no estoy dentro de los planes. Está asumido. Por el hecho de estar tan identificado con el club, me perjudicó la posibilidad de tomar otros clubes en Chile. Pero es lo que uno siente. Soy fanático, la gente me quiere y me lo demuestra.
-¿Qué te transmite el hincha de Católica?
Cuando me tocó dirigir en Santiago Morning, en Valdivia o en Osorno, es increíble la cantidad de gente que hay de Católica. En Osorno, por ejemplo, iba público a apoyar a Osorno, pero llevaban una bandera de Católica por mí. Son cosas hermosas. En un momento en que las cosas no iban bien con Osorno, me avisaron que había gente que quería saludarme, salgo y me encuentro con 50 personas que eran hinchas de Católica, que estaban para apoyarme, para que siguiera. Ese tipo de cosas se dan continuamente, cada vez que viajo a Santiago. Para mí es un placer ir. El cariño y el afecto de la gente de Católica lo tuve siempre, pero también siento mucho el respeto de los hinchas de otros clubes. Aunque como dije cuando era jugador, jamás jugaría en la U o en Colo Colo, como técnico tampoco dirigiría ahí, por respeto al hincha de la UC, no por menospreciar a esos clubes. Sinceramente, si la directiva de Católica me quisiera tanto como el hincha, yo habría tenido alguna chance en el club.

-De tu paso como jugador en la UC, ¿con qué jugadores fue con los que te sentiste más cómodo en la cancha?
Con la Vieja (Gerardo) Reinoso, con David Bisconti y Sergio Vásquez. Casualmente, son mis grandes amigos. Pero tuve también grandes compañeros, Parraguez, Lepe, Romero, Raimundo Tupper, Rodrigo Barrera, Lukas Tudor, el Negro López, Contreras, tuve mucha suerte, nunca pensé cuando salí de Newell’s que en Católica me iba a cambiar la vida.
-¿Y qué rival recuerda porque era especialmente complicado? ¿Y con quién fuiste también duro?
Disfrutaba mucho jugar contra Colo Colo, porque tenía un equipo extraordinario. En el ’97, el Colo Colo de Marcelo Espina, de Marcelo Barticciotto, del Coto Sierra, de Rambo Ramírez. Eran partidos hermosos, a muerte, pero terminaban y nos saludábamos todos. Y la peor patada que pegué se la di a un muchacho que después sería compañero mío, Rodrigo Goldberg. Nunca en mi vida fui de pegar, pero le di una patada terrible. Cuando jugamos juntos, él se acordaba. Me decía que había sido la peor patada que le habían dado en su carrera. Hoy tenemos una muy buena relación, gracias a Dios.
Volver a invertir y ponerse a trabajar
-Chile va a quedar muy probablemente eliminado de la próxima Copa del Mundo. Este proceso eliminatorio no ha sido para nada satisfactorio por el nivel exhibido. ¿Piensas que Chile hoy está solo por encima de Perú y Bolivia, como algunos dicen, o que está sube y baja entre el segundo y tercer escalón sudamericano?
Creo que el problema que tiene el fútbol chileno, insisto, es el trabajo de las divisiones inferiores. Porque hace cuatro Mundiales, el fútbol ecuatoriano no clasificaba ni por casualidad, pero tanto Liga, Independiente del Valle, Barcelona, han trabajado intensamente e invertido en las inferiores, y ahora recogen los frutos. Quizás Chile lo hizo hace 20 años, pero ahora dejó de invertir. Chile no preparó y esta Generación Dorada se quedó sin recambio. El proceso que tiene que hacer Chile, en mi opinión, es volver a invertir, y hacerlo en todo el país. Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel, esos chicos no solo tenían talento, fueron trabajados en su formación.
-Pero los que mencionas, más allá de que tenían enormes condiciones y mentalidad, crecieron cuando llegaron a los primeros equipos.
Sí y no. Evolucionaron, pero ellos nunca dejaron de trabajar, estuvieron en la Selección Sub 20 del Mundial de Canadá, estuvieron mucho tiempo jugando juntos. Recuerdo a Humberto Suazo cuando yo estaba en Católica, era un gordito que tenía unas condiciones bárbaras, pero se lo trabajó mucho. Católica, Colo Colo, la U. de Chile, Cobreloa, por momentos Audax Italiano, Palestino, cuando tuvieron los recursos, sacaron jugadores. Cuando no se dan recursos, las posibilidades de que salgan chicos se reducen muchísimo. Por ejemplo, si tenés una división con 30 chicos y ocho balones, no podrás hacer un trabajo personalizado, para que cada uno mejore su parte técnica-individual. Otra cosa: hay que pensar en largo plazo, en el fútbol hoy todo es cortoplacista. La formación de un chico lleva entre seis y ocho años.