Julio Rodríguez, histórico formador de arqueros en Colo Colo y pieza clave en la carrera de Claudio Bravo, hoy vive una etapa muy distinta a la que lo acostumbró a la popularidad del fútbol. Instalado desde hace un tiempo en Estados Unidos, debió retornar a Chile para enfrentar una compleja cirugía de columna.
Aunque su cuerpo le exigía esta operación desde hace años, fue recién ahora cuando decidió hacerle frente. El alto costo del sistema de salud en su país adoptivo lo trajo de vuelta a su tierra, con la esperanza de una pronta recuperación que le permita retomar su vida y, por qué no, de volver al fútbol.
-¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?
Siempre estuve dedicado a la actividad deportiva, hacía atletismo y jugaba fútbol con amigos. A los 14 años, un amigo me dijo que fuera a probar a la Unión Española, pero terminé en la Católica, quedé un año ahí, aunque me quedaba muy lejos y mi papá, que era profesor, quería que me concentrara en los estudios.
-¿Cómo recuerda su carrera ya como arquero profesional ?
Debuté en Colo Colo y fue lindo jugar ahí, hicimos una buena campaña, llegamos a la final de la Copa Chile. Luego me fui a préstamo a Lota, donde conocí a Vicente Cantatore, una persona importante en mi carrera. Pude haber tenido una carrera mejor, pero tomé malas decisiones.
-¿A qué se refiere?
Cantatore me quiso llevar a Cobreloa dos veces, pero Colo Colo puso trabas y no llegué a un acuerdo económico. Creo que cometí un error grave no yendo. Sin representantes, uno toma decisiones solo y se equivoca. Colo Colo tenía arqueros fuertes y no me iban a dar espacio.

-¿Qué pasó después?
Terminé en Audax. No fui un arquero destacado, pero cumplí el sueño de jugar en Colo Colo, lo que es el sueño de muchos niños.
-¿Usted cree que esa decisión de no ir a Cobreloa marcó su carrera?
Sí, de todas maneras. Con Vicente había confianza y el equipo era muy bueno, había jugadores que conocía de Lota y todo habría sido más fácil. Tenía todo para estar ahí unos años, pero por decisiones equivocadas me desvié del mejor camino. Pero como dije, Colo Colo igual puso trabas y me perjudicaron, porque yo no iba a jugar ya que habían muy buenos arqueros, Mario Osbén, el Gringo Nef...
-¿Por qué decidió dejar su carrera como arquero tan joven?
Sí, creo que ya era difícil seguir jugando en el profesionalismo. Terminé en Antofagasta, en el ’87, en la Segunda división. Tuve buena relación con el técnico, hicimos buenas temporadas, pero la idea era subir a Primera y no lo logramos. Entonces, se derrumbaron algunas cosas y aproveché la oportunidad para viajar por primera vez a Estados Unidos a visitar a una hermana que tengo. Ahí decidí quedarme.
De ex arquero a entrenador de porteros
-¿Y cómo fue la transición de jugador a entrenador de arqueros?
Allá empecé a hacer cursos para aprender a enseñar. Yo había sido arquero profesional, pero no sabía cómo enseñar, así que me gustó la idea de aprender a enseñar a los arqueros. Hice algunos cursos en Pensilvania y Boston y eso me motivó a pensar que si regresaba a Chile podría presentar un proyecto, porque acá no existía la figura del entrenador de arqueros.
-¿Cómo surgió la oportunidad de empezar a trabajar como entrenador de arqueros?
Un amigo que era técnico en un colegio me pidió ayuda con los arqueros. Me dijo que tenía tres arqueros y que le ayudara a entrenarlos. Así empecé, pero me di cuenta que no sabía enseñar. Al aplicar los mismos ejercicios que me hacían a mí cuando jugaba, casi los mato a los chicos, porque ellos no estaban acostumbrados a esa exigencia. Fue un aprendizaje para mí.
-¿Cuánto tiempo estuvo fuera de Chile?
Estuve como cuatro años más o menos. De hecho, me fui en 1988 y regresé alrededor del ’92 o ’93. Cuando volví no sabía que Colo Colo había ganado la Copa Libertadores. Fue una buena anécdota porque fui a visitar a Raúl Ormeño, que en esa época estaba en Colo Colo, y fue ahí donde me enteré.

-¿Por qué dejó de lado el fútbol tan drásticamente?
Cuando me retiré del fútbol lo dejé ciento por ciento. Nunca más tuve contacto ni noticias de fútbol profesional. Era otra época y más difícil mantenerse conectado. Vivía en un cerro y quería cambiar de rumbo. Jugué bastante fútbol allá en Estados Unidos, pero solo por diversión y sin tanta presión.
Su llegada como preparador a Colo Colo
-¿Cómo llega a Colo Colo como preparador de arqueros?
Empecé a fines del ’94. Al principio fue voluntario, no había plata ni se conocía mucho el puesto. Pasé la prueba porque el dirigente Jorge Vergara me contrató. Él había visto que en México ya tenían entrenadores de arqueros y quería que Colo Colo fuera uno de los primeros en tener ese formador en las divisiones menores.
-¿Qué le pidió Vergara específicamente?
Me preguntó: “¿Me formas un arquero de aquí a 4 o 5 años?” Y yo le dije que sí, que tranquilo, que había buenos arqueros menores en Colo Colo, que era cuestión de que me dieran confianza para trabajar.
-¿Qué plan implementó para trabajar con los arqueros en Colo Colo
El del Ajax. Hice cursos enfocados en esa filosofía, que es la madre de todas. Esa formación que tuve fue clave para poder capacitar a arqueros como Felipe Núñez, Eduardo Lobos y Claudio Bravo, que fue el más exitoso por su estilo de juego. Eran arqueros que no solo atajaban bien, sino que también jugaban muy bien con los pies, algo que acá en Chile no existía en esa época.
-¿Cómo era la situación en Chile respecto a los arqueros que juegan con los pies?
Entre 1996 y 2002, los técnicos les prohibían a los jugadores jugar con el arquero. Yo hacía mucho trabajo con los pies con ellos porque creía que era fundamental para el futuro. Les decía que si no jugaban bien con los pies, no podrían ser contratados en Europa o en equipos como el Barcelona.
-¿Cómo fue su experiencia trabajando con las inferiores de Colo Colo?
Trabajar con los menores fue la etapa más linda de mi vida. Conocí niños con el sueño de ser arqueros profesionales en el club más popular de Chile. Ellos tenían muchas ganas de aprender y de ser arqueros modernos, y yo les contaba todo lo que aprendía en mis viajes. Los convencí que podíamos formar grandes arqueros.

-¿Y en el primer equipo?
No sé si disfruté tanto como en las inferiores. Tenía muchas ganas de seguir formando generaciones, pero llegó gente que no valoraba a quienes querían aprender y adquirir conocimientos. Fue una decepción muy grande para mí, porque nadie valoró el esfuerzo y la inversión que hice.
-¿Qué ocurrió?
Me echaron. Nunca nadie me habló directamente. Incluso cuando regresé de Estados Unidos, hablé con Jaime Pizarro, quien era el jefe técnico, y me dijo que estaban viendo, pero no había recursos.
La mala onda con Jaime Pizarro
-¿Quedó con alguna espina clavada?
Nunca más hablé con ellos. Creo que Pizarro no se quiso interiorizar realmente de la gente que estaba trabajando en el club y eligió a la gente por lo que le decían otros. También sé que otra persona, que era compadre de Pizarro, fue clave para que yo no siguiera.
-¿A quién se refiere?
No es necesario dar el nombre, él lo sabe. Actuó mal. Yo le pasaba material que compraba en el extranjero para ayudar, pero supe que él vendía esos videos. Eso me dolió mucho. Le hablé fuerte porque esas cosas no se hacen entre compañeros.
-¿Cómo le afectó ese suceso?
Fue un golpe muy duro. Cambié como persona, me llené de tristeza y dejé de creer en la gente. Fue como quitarme la pasión de un minuto a otro. Me partió el alma. Me hicieron mucho daño porque nadie quiso darle importancia a lo que estaba haciendo, que en el fondo beneficiaba tanto al club como a los jugadores. Por ejemplo, en esa época aún no jugaba Claudio Bravo; estábamos empezando a ver los frutos con Eduardo Lobos y otros. Pero no les importó.
-¿Cree que fue por falta de interés o por otra cosa?
Fue porque había gente que solo quería ser amiga de quienes llegaron con el cambio en el club, y no querían escuchar ni valorar lo que yo hacía. Jaime Pizarro llegó, pero nunca conversó conmigo para decir: ‘Mira, tenemos tu currículo, nos gusta tu trabajo, queremos que sigas’. Eso nunca pasó.
-¿Cómo habría sido trabajar con esos arqueros en el primer equipo?
Hubiera sido un sueño cumplido. Si yo formé a esos arqueros y podía llegar con ellos al primer equipo, para mí era el logro máximo. Pero para eso se necesita que la gente valore lo que haces y se interese por los bienes del club, no por si eres simpático.

-¿Le molestó la manera más que el hecho en sí?
Fue poco serio. Me hicieron un daño enorme, porque la gente que trabaja en el fútbol debería valorar a quienes hacen un aporte con esfuerzo y sacrificio. Pero nadie mostró interés.
-¿Alguna autocrítica de su paso por el club?
Uno siempre comete errores. En mi caso, fui muy terco y peleé mucho para cuidar mi espacio de trabajo. Al principio me daban solo 20 minutos para trabajar con los arqueros, y yo quería más. Eso generó roces con técnicos que no entendían que también necesito tiempo para trabajar. Eso pudo haber complicado las cosas, pero los arqueros sabían que yo tenía la razón y gracias a esas peleas pude enseñarles mucho más. Pero sí, no me relacioné bien con las personas de arriba.
-De todos estos años, ¿de qué se arrepiente? ¿Cuál fue su principal error?
No empezar mi carrera como director técnico. Yo soy entrenador de fútbol, tengo mi curso y todo. Mi vida habría sido distinta. Nunca tuve problemas con los jugadores. Todo lo contrario. Me miraban con admiración. Hasta me decían Van Gaal. En el ’99 fui con un equipo de proyección de Colo Colo a jugar a Holanda. Allá dirigí a la delegación, fue un desafío y nos fue bien. Cuando volvimos, el presidente de cadetes, Renato Contador, me pidió que dirigiera la juvenil. Me gustó mucho.
“Quería que jugáramos como el Ajax”
-¿Cuál era su idea de juego?
Yo quería que jugáramos como el Ajax. Adopté ese método y a los muchachos les encantó. Jugamos muchos partidos y nos fue muy bien.
-¿Hacía las dos funciones? ¿Juvenil y arqueros?
Sí. Me lo propusieron y acepté. Pero lo hicimos tan bien, que un día me dijeron: “Vas a tener que quedarte solo con los arqueros”.
-¿Y ahí qué hizo?
Me equivoqué. Elegí seguir con los arqueros. Pero debí seguir con la juvenil. No me la jugué, y debí haber ido a hablar con los dirigentes. Estábamos haciendo algo revolucionario.
-¿Por qué cree que le pusieron esa encrucijada?
Porque estaban saliendo tan bien las cosas, que algunos sintieron que había que sacarme. Envidia. El jefe técnico era Carlos Durán... y ya sabes cómo son a veces las cosas en el fútbol.
-También dirigió en Tercera División, ¿no?
Sí. Me presentaron como técnico de la Tercera. Jugamos tan bien que otra vez me sacaron. Me dijeron que tenía que seguir con los arqueros del primer equipo. Y otra vez no me la jugué. Tenía jugadores como Eduardo Lobos, Felipe Núñez, Claudio Bravo... y me costaba dejarlos.
Su paso por Coquimbo Unido
-Pero tiempo después regresó a Chile para volver al fútbol...
Sí, cuando Tito Tapia y Miguel Riffo llegaron a dirigir Coquimbo, Tito me convenció de trabajar con ellos. Estuve un mes haciendo pretemporada con los arqueros en 2021, en plena pandemia. Fue una linda experiencia, pero no me quedé por temas de mi residencia Estados Unidos. Aún así, fue un buen paso.
-¿Esa fue su última experiencia trabajando en un club?
Sí, después el equipo subió a Primera, hicieron una buena campaña y contrataron jugadores importantes, como Jean Beausejour, Esteban Paredes, entre otros.

Lejos del fútbol en Estados Unidos
-Usted hizo toda su vida acá en Chile, ¿qué lo motivó a radicarse en Estados Unidos?
Fue para recibir mi residencia, después de esperar dos o tres años. Terminé de trabajar en Colo Colo cuando llegó Pablo Guede, y tenía planes de salir a Estados Unidos y decidí radicarme allá.
-¿Qué hizo allá?
No me dediqué al fútbol, sino a otras cosas. Tengo una compañía de pintura y prácticamente me olvidé del fútbol.
-¿Cómo ha sido su experiencia profesional y personal en Estados Unidos?
Muy buena, aunque no en el fútbol, que es mi pasión. Hacer otra cosa después de los 60 años fue motivante. La calidad de vida, aprender otro idioma y otra cultura fue muy enriquecedor. No me arrepiento, aunque me hubiera gustado seguir en el fútbol.
-¿En EE.UU. intentó buscar trabajo en algún club?
No busqué mucho, aunque luego conocí al equipo Timbers y a su entrenador de arqueros. Pero son trabajos part time, no contratos, y yo ya estaba enfocado en mi compañía. Además, hice cursos y soy contratista, lo que es necesario para trabajar allá.
-¿Notó diferencias en la formación de arqueros entre Estados Unidos y Chile?
Sí, los estadounidenses son muy organizados, tienen grandes facilidades y sus clubes son similares a los europeos en infraestructura. Tienen buenos entrenadores y han formado muchos arqueros que han tenido éxito afuera, especialmente en Inglaterra. Además, el biotipo de los americanos es interesante: son deportistas fuertes, lo que ayuda mucho.
-Después de tantos años alejado del fútbol, ¿lo extraña?
Sí, son como seis o siete años ya. Extraño trabajar con arqueros, estar en un club, era mi sueño y pasión. De hecho, dejé de ver fútbol porque me duele un poco extrañar. Siempre están esos recuerdos lindos, pero también hay que seguir adelante y cumplir con las responsabilidades que uno tiene.
-¿Cree que aún puede aportar en ese ámbito?
Sí. Me quedan algunos años, y me gustaría usarlos para formar. Acá hay materia prima. Solo falta que alguien crea en un proyecto, te dé tiempo y te apoye.