Rodrigo Pony Ruiz es uno de esos nombres que siguen resonando con fuerza entre los hinchas de Unión Española. Formado en el club hispano, el talentoso delantero que luego brilló en el fútbol mexicano recuerda con emoción sus primeros pasos en Santa Laura, los sacrificios de juventud y la inolvidable campaña en la Copa Libertadores de 1994.
En esta entrevista con En Cancha Prime, el exjugador repasa sus inicios, su transformación dentro de la cancha, el legado de figuras como Nelson Acosta y el impacto que Unión tuvo en su formación no solo como futbolista, sino también como persona.
“La última vez que fui a Santa Laura fue en 2013, cuando Unión salió campeón con el Coto. Estuve en la tribuna como un hincha más, no bajé a saludar. No me gusta figurar, prefiero el perfil bajo”, confiesa.
Los inicios de Rodrigo Ruiz y su etapa en Unión Española
-¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol y de qué manera llegaste a Unión Española?
Todo comenzó por el simple gusto de jugar fútbol. Desde niño me gustaba mucho, y también tuvo que ver mi entorno familiar. Mi papá, mi abuelo y un tío que incluso jugó profesionalmente en Unión Española influyeron bastante. Así nació esa inquietud de jugar fútbol, primero como un pasatiempo, sin imaginarme que más adelante se transformaría en mi profesión.
-¿Y qué recuerdos guardas de esos primeros pasos en Unión Española?
Muchísimos. Me acuerdo de los viajes hasta el estadio Santa Laura. Tomaba la micro desde San Miguel, y era todo un trayecto. Muchas veces iba acompañado por mi papá o por mi mamá. Recuerdo empezar con esa curiosidad de aprender a jugar, pasar de los partidos en la calle a algo más serio. Con el tiempo se volvió rutina: entrenar, trasladarme, y más aún en invierno, con frío, con la cancha embarrada... pero siempre con muchas ganas. Fueron años bonitos, con la ilusión de un niño que simplemente quería disfrutar del fútbol.
-¿En qué momento sentiste que el fútbol podía ser algo más que un pasatiempo?
Creo que el punto clave fue cuando empecé a entrenar con el primer equipo. En ese tiempo tenía unos 15 o 16 años y por un tema de horario escolar ya no podía entrenar con mi división. Mario Moreno, quien fue clave en mi formación, dirigía al primer equipo y me invitó a entrenar con ellos para que no perdiera ritmo. Ahí, al compartir con profesionales, me di cuenta de que podía aspirar a más. Ese fue el momento en que el fútbol dejó de ser solo un juego y empezó a convertirse en un camino profesional.
-¿Cómo era el Rodrigo Ruiz adolescente, dentro y fuera de la cancha?
Era muy introvertido, tranquilo, callado. Siento que aún mantengo parte de eso. Pero dentro de la cancha era otra persona, completamente distinta. Ahí me transformaba. Me encantaría haber tenido videos de esa época para ver cómo jugaba, cómo me comportaba dentro del campo, porque realmente éramos dos versiones diferentes de mí mismo.
-¿Eso de tener una personalidad distinta en la cancha crees que pasa mucho con los futbolistas hoy?
Depende de cada persona. En un equipo conviven muchas personalidades distintas, es difícil encontrar a todos con el mismo carácter. Esa mezcla es parte del fútbol también.
-¿Qué significó Unión Española en tu formación, no solo como jugador sino también como persona?
Muchísimo. Más allá de la formación futbolística, Unión Española me formó como persona. En el club siempre hubo una preocupación por inculcar valores, por acompañar el crecimiento integral de los jóvenes. No solo me pasó a mí, lo vi también en mis compañeros. Esa formación fue clave y estoy muy agradecido. Lamento que hoy el equipo no ande bien.

-Cuando partiste a México, ¿sentías que estabas bien preparado para dar ese salto?
Sí, creo que llegué bien formado en todos los aspectos. De no haber sido así, seguramente me habría costado mucho adaptarme o, quizás, habría tenido que volver pronto a Chile. Cambiar de país es duro: otra cultura, otro ritmo, otras exigencias. Pero gracias a lo que viví en Unión, el proceso de adaptación fue natural. Llegué a los 22 años, una edad donde aún se aprende mucho, pero ya con una base sólida.
-Acá en Chile aún se recuerda esa histórica campaña en la Copa Libertadores de 1994, en que quedaron eliminados por Sao Paulo. ¿Qué imágenes tienes de esa llave?
Recuerdos muy especiales. Sao Paulo era un equipazo, venía de ganar la Copa el año anterior. Creo que incluso tuvieron ventaja porque ingresaron directamente a cuartos de final. En Santa Laura empatamos 1-1, pero podríamos haber ganado perfectamente. Luego fuimos a Brasil a jugar con mucha personalidad, sin complejos. Perdimos 4-3 en un partidazo, en un estadio lleno, con toda la presión. Pero dimos la pelea, fuimos dignos rivales.
-¿Tenían la sensación de que, si no les tocaba Sao Paulo, podían haber ganado la Copa?
Quién sabe. Siempre hay que ser optimista. A veces el cruce define mucho y nos tocó enfrentar a uno de los mejores equipos del mundo. Pero el plantel que teníamos era muy bueno, con jugadores de experiencia y un cuerpo técnico muy capacitado. Si el sorteo hubiera sido diferente, quizás el destino también lo habría sido. Pero más allá del resultado, jugábamos con la misma actitud en casa y de visita. Ese equipo dejó una huella.
-¿Hubo algún jugador de ese plantel que te haya marcado especialmente?
Todos fueron importantes, cada uno aportó lo suyo. Pero si tengo que destacar a alguien por el momento que vivía, mencionaría a José Luis Sierra o a Juan Carreño. Estaban en un gran nivel y eran claves para el equipo.

La experiencia de Rodrigo Ruiz con Nelson Acosta
-Mencionabas al cuerpo técnico… ¿Qué papel jugó Nelson Acosta en tu carrera?
Sí, claro. Nelson fue una figura muy importante para mí. Debuté con él. Más allá de los regaños —porque era un tipo muy temperamental— esa era su manera de ser, su estilo. Y creo que enfrentarse a un carácter así también te forma como futbolista. Te moldea el temperamento, te endurece, te enseña a competir desde otro lugar.
-¿Y cómo tomabas esas reprimendas?
Siempre de buena manera. Fuera un consejo o un reto, yo lo recibía con respeto. Sabía que venía desde la experiencia y el deseo de hacernos mejores. Sin duda fue una persona clave en mi formación como jugador.
-¿Qué aprendiste de él, quizás más allá del fútbol? Algo que te haya servido después, en la vida.
Yo creo que el espíritu de lucha. Más allá del estilo de juego, Nelson siempre nos inculcó el orden, la organización y el profesionalismo. A pesar de haber nacido en Uruguay y formarse allá, tenía una identidad muy fuerte con Chile. Y eso, sumado a su exigencia, nos marcó a todos.
-¿Recuerdas alguna anécdota con él?
Soy malo para las anécdotas, pero hay una que me quedó grabada. En ese tiempo, al final de cada entrenamiento, Nelson escribía en una pizarra los citados para el partido. Los que iban habitualmente sabían que estarían; yo, que todavía no debutaba, ya ni me quedaba a esperar la lista. Me iba antes a la casa, sin muchas expectativas. Un día hice eso, llegué a almorzar y me llaman del club. Me preguntan: “¿Qué te pasó?” Yo no entendía. “¿Por qué te fuiste? ¡Si te citaron!” Me dijo. No le creí. En mi casa ni siquiera teníamos teléfono, así que era difícil confirmar. Pero efectivamente, me habían llamado. Llegué corriendo a la concentración, al hotel en el centro. No sabía ni dónde sentarme. Al final, todo terminó en una broma del profe y del grupo. Me lo tomé con humor.
-¿Y después de eso, te siguió citando?
Sí, ya me empezó a considerar con más regularidad. Pero hubo una vez en que no me citaron para un partido en Santiago. Estábamos viendo una jugada del partido anterior en la charla técnica, y Nelson la explicaba: “¿Se acuerdan de esto?” Y no aparecía nadie en pantalla... hasta que alguien le dijo: “¡Pero si no lo citaste!” (ríe). Me enteré de eso después, el lunes en el entrenamiento. Fue divertido.
-¿Sabes que Nelson Acosta está delicado de salud?
Sí, supe. Muy triste todo lo que está viviendo él y su familia. Perdí el contacto con muchos desde que me vine a México, pero sin duda es doloroso ver pasar eso con alguien tan importante en tu vida profesional. Espero de corazón que su familia pueda afrontar esta situación con fuerza. Les mando un saludo y mucho ánimo.
-¿Esa pérdida de contacto fue por algo en particular o simplemente se dio con el tiempo?
No, fue más que nada por cómo soy yo. Además, en esos años no había celulares. Cuando me vine a México, las comunicaciones eran mucho más difíciles. Con el tiempo, uno lamenta no haber mantenido ciertos lazos. Pero eso no borra el cariño que le tengo a ese grupo y todos los momentos inolvidables que compartimos.