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La traición del Peluca

Maximiliano Falcón presionó para que lo dejaran partir, y aquellos besos a la insignia y declaraciones de amor eterno al Cacique quedarán sólo para llenar un anecdotario que ya tendrá otros ejemplares.

Maximiliano Falcón Siempre dispuesto a relucir su amor por el Cacique.

Hablemos de traiciones.

En 1957, la Universidad Católica había retornado del descenso. Se aprontaba a jugar nuevamente en Primera división y el técnico húngaro Gyorgy Ormo decidió reestructurar el plantel. Para sorpresa de todos, no tenía considerado a Sergio Livingstone, por lo que el mítico capitán cruzado pidió irse del club. Enterados de la situación, en Colo Colo le hicieron una oferta para reemplazar a Misael Escuti, por entonces sancionado de por vida por indisciplina (luego le levantarían el castigo y jugaría el Mundial del ‘62) y el Sapo entró en rebeldía hasta que no hubo más salida que cederlo a préstamo.

No fue una buena temporada, ni para el arquero ni para la UC. Colo Colo terminó en la medianía de la tabla y los cruzados descendieron nuevamente, aunque lograron salvarse por secretaría. Ormo había renunciado -llegó José Manuel Moreno en su lugar- y, al año siguiente, Livingstone volvería en un vano intento por llegar al Mundial. Tenía 37 años y finalmente se retiró.

No es la peor de las “traiciones”. En 1969, tras haber obtenido el título con el Ballet Azul, la U, de la mano de Ulises Ramos, inició una “depuración” del plantel. Salieron, entre otros, dos grandes símbolos del equipo: Carlos Campos, que se retiró, y Leonel Sánchez, quien rojo de ira decidió irse… a Colo Colo.

Leonel salió campeón con los albos, dio la vuelta olímpica, demostró que estaba vigente y se retiró en Ferroviarios, un par de años después. La U inició una larga sequía que duró 25 años y un descenso y, más que una deslealtad del zurdo, la historia quedó como una venganza merecida.

Historias como estas hay muchas y tal vez la más recordada es la del portugués Luis Figo, que pasó del Barcelona al Real Madrid con un escándalo de proporciones bíblicas, como lo refresca un documental de reciente estreno.

Al lado de todo esto, lo del “Peluca” Falcón fue apenas una anécdota de verano.

Maxi fue un jugador clave en el período más oscuro de los albos. Llegó en la pandemia, cuando se peleaba el descenso y la institución daba bote en la cancha y en los tribunales. Junto a Solari y Gil se transformó en el símbolo de esa salvada histórica, y se forjó una barra brava que lo defendió de sus múltiples chascarros.

Le perdonaron errores, expulsiones y escándalos, como el célebre descubrimiento de que su señora metía las camisetas de sus adversarios en el plantel al freezer, lo que dio resultado, porque Falcón terminó afianzándose como un sólido y aguerrido central la temporada pasada, en la que contó con el respaldo incondicional de Jorge Almirón y sus compañeros.

Tentado por David Beckham, Lionel Messi, el clima de Florida, los parques de Orlando, el Mundial de Clubes y la oferta económica del club favorito de Gianni Infantino, y que tiene como mascota y presidente honorario a Chiqui Tapia, Maximiliano Falcón hizo lo que tantos otros intentaron antes: presionar con todas sus fuerzas para que lo dejaran partir. No se presentó a los entrenamientos, se ganó el reproche de sus ex compañeros y el odio de los dirigentes, que finalmente le abrieron la puerta, sin antes proferir al cielo amenazas que jamás se cumplen.

Falcón se fue, terminó siendo un gran negocio para todos y una decepción para aquellos incautos que siempre creen que el amor por la divisa radica en los besos a la insignia, el festejo desbordado y la declaración romántica, olvidando en el fútbol -y también en la vida- nada es para siempre. “Peluca” nos olvidará en los parques de Disney y las fiestas con Victoria Beckham. Y nosotros, raramente, por muy mal que venga la cosa, añoraremos nostálgicos lo que recién hemos perdido. Que no era, ni con mucho, un amor eterno e inolvidable.

section logoSobre el autor

Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2001, comentarista de TNT Sports Chile y Chilevisión. Conductor en ADN Radio.