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El que pone la música

La inclusión de un show durante el descanso de la final de la Copa del Mundo 2026 es un anuncio que viniendo de FIFA no debiera sorprender. Y menos si la sede del último partido del Mundial es Estados Unidos.

El show al intermedio del Superbowl Media hora de música y coreografías, mientras en los vestuarios se puede diseñar un nuevo partido.

Ha pasado casi inadvertido el anuncio de la FIFA de que la final de la Copa del Mundo 2026 incorporará un show de entretiempo al estilo de la NFL, más famoso por el costo de sus espacios publicitarios que por la trascendencia de sus figuras artísticas, con notables excepciones.

Aunque todavía no hay muchos detalles de cómo se aplicará este nuevo ingrediente, se debe tomar como referencia que la pausa no durará menos de 30 minutos. Cómo afectará al desarrollo de la final y cómo impactará al partido son otras de las interrogantes que se mantienen en el limbo.

La primera reflexión lleva a pensar que el aforismo de “quien paga pone la música” se valida al saber que la final será en Estados Unidos. Pero, suponer que solamente por ser en New Jersey, la final modificará las reglas del juego, es no entender la dinámica comercial que hay detrás de este cambio. Un entretiempo más largo permite más cortes comerciales, lo que significa mayores réditos para todos.

El entretiempo del Super Bowl es el más caro de toda la televisión estadounidense y ha sido célebre por lanzamientos de productos icónicos, como el Macintosh de Apple en 1984, comercial que fue dirigido por Ridley Scott y que atacaba directamente a IBM.

Es cierto que, queriéndolo o no, el paso del Mundial de fútbol por Estados Unidos ha traído aparejado algunos cambios a las reglas. Precisamente, la International Board, el ente que regula el reglamento, introdujo en 1992 un cambio en la norma que permitía a los porteros tomar el balón con la mano si se la entregaba un compañero. Había sido tanto el abuso en Italia ‘90, que tal jugada se suprimió y desde entonces el portero la pudo tomar solamente si le era cedida con la cabeza o involuntariamente (rebote).

Lo anterior puede parecer un cambio hecho a la medida de EE.UU., porque el Mundial se jugaría allí dos años después, pero lo cierto es que en Italia se había demostrado que el recurso reiterado de la cesión al portero convertía los partidos en una rutina exasperante.

Recuerdo haber leído que Fernando Riera se quejaba por entonces, en un artículo publicado en la revista del Colegio de Entrenadores, que el cambio era malo porque obligaría a jugar rápido a los arqueros o a reventar la pelota a los zagueros, y que el buen fútbol debía comenzar bien jugado desde atrás.

Si bien algo de eso pasó, no es menos cierto que la importancia del juego con los pies para los arqueros se desarrolló notablemente y la mayoría tuvo que mejorar en un aspecto que antes era desechado. El buen fútbol ha partido desde los pies de los arqueros, arma que Chile supo aprovechar muy bien con Claudio Bravo, por ejemplo, o con Chilavert en Paraguay.

A la pandemia debe achacarse la introducción de 5 cambios por partido, lo que en la práctica equivale a modificar el 50% del equipo de campo (sacando al guardameta). Recordemos que hasta antes de 1958 no se permitían reemplazos y que entonces solamente se autorizaba uno por lesión. Recién en 1970 se incorporaron las dos sustituciones. Medio siglo después es posible alterar por completo un equipo por la vía de las modificaciones. Tal regla favorece, evidentemente, a los planteles y a las billeteras más generosas, pero se acepta.

La regla del fuera de juego, modificada y reinterpretada varias veces en lo sustancial, es otra variación que ha alterado los fundamentos de la táctica, pero no ha matado el juego.

Por último, la introducción del VAR es, por lejos, el elemento más perturbador de todos, y ni aun así ha democratizado el arbitraje ni ha dado equidad en los fallos (véase lo que sucedió en los recientes partidos de Colo Colo-Palestino y Everton-Universidad de Chile, para corroborarlo).

Con todo, un entretiempo de media hora supondrá dos partidos de 45 minutos. Es tanta la pausa entre uno y otro tiempo, y pródigas las opciones de cambios, que la final puede llegar a alterarse enormemente después de cada show.

No es de extrañar que los espectáculos de medio tiempo se conviertan en parte del paisaje, tal como lo son hoy las tarjetas rojas, los cambios, los fuera de juego o los penales; ninguno de los cuales existían cuando todo comenzó.

No es la música, es la evolución.

section logoSobre el autor

Productor ejecutivo Área Deportiva Chilevisión. Premio Nacional Periodismo Deportivo 2003.