Universidad Católica amanece este domingo como puntero del Campeonato Nacional. ¿Es el mejor equipo del torneo? No. ¿Tiene un juego colectivo vistoso? No. ¿Sus individualidades han sido desequilibrantes a lo largo de esta temporada? No. ¿Merece estar donde está? Por cierto. Aunque en el fútbol, lo sabemos desde que nacemos, los méritos son tan relativos como azarosos, como que la pelota rebote en el palo o que entre al arco porque se desvió en un defensor.
El equipo del duramente cuestionado Tiago Nunes no había jugado nada de bien en este torneo. Algunos pasajes en el debut ante Audax, algo con Palestino por la pre Sudamericana y otros minutos con Unión Española, no más que contar. Frente a Everton, un equipo fallido y conflictuado en su régimen interno, Universidad Católica desplegó al máximo ese potencial futbolístico extraviado y que, en rigor, abrió interrogantes sobre su real existencia en las fechas pasadas. Se dirá que apareció también porque el rival de turno actuó más como un facilitador que como un oponente, y porque tempranamente la superioridad se hizo palpable en el marcador. Pero apareció, o sea, existe.
La UC ganó, goleó y gustó como nunca lo había hecho esta temporada, y omitir ese dato sería darle un mal uso a la evidencia. Como, asimismo, demostró que hay material y que se hace imperioso adquirir un rendimiento que otorgue regularidad y consistencia, si es que ambiciona mantenerse allá arriba, y más todavía ahora que viene el clásico con Universidad de Chile. Hace unas semanas, a propósito, Luciano Aued deslizaba en una entrevista que a Católica se le presentaba una ventaja circunstancial por el hecho de tener a Colo Colo y la U jugando Copa Libertadores. La ubicación nominal en la tabla da prueba que la está aprovechando, sin embargo, su desempeño en la cancha aún no, y allí está el gran margen de mejora que adeuda el elenco de Nunes.
Hay consenso que la fortaleza del liderazgo de Católica hasta ahora está lejos de cimentarse en su funcionamiento o en sus figuras, más allá del incansable empeño de Zampedri, de los chispazos de Montes, la presencia de Medel, las intervenciones salvadoras de Bernedo o el trajín de Zuqui. No hay mucho que discutir que la base de esta paradojal campaña se sostiene en otro ámbito, el directivo. Que la constante percepción de que Nunes transitaba por la cornisa no se concretara en hechos era por una determinación dirigencial. Que la insistencia de algunos medios y las odiosas redes sociales por el descabezamiento técnico no tuviera correspondencia en el relato institucional, es una muestra de coherencia que debe admitirse en un sentido constructivo. Ya sea por convicción o por carestía, Cruzados aguantó al entrenador pese a dos sendos fracasos -eliminaciones de Copa Sudamericana y Copa Chile-, lo que en cualquier otro club grande habrían sido motivo de despido justificado.
Se dirá que la UC debe validar su posición en el torneo el próximo fin de semana ante Universidad de Chile. Sí, pero el 6-0 tampoco puede leerse como un dato anecdótico o accidental. El fútbol, otra frase llena de sentido común, es de momentos. Universidad Católica lo ha explotado este viernes en La Florida, con una exhibición que empodera y en un contexto institucional muy oportuno, cuando el club celebra un año más de existencia y la plana directiva es ratificada en una circunstancia vital de su biografía, pronta a inaugurar un estadio que ha costado sangre, sudor y bastante más dinero que el presupuestado. No todo han de ser lágrimas y malos ratos en este inicio de temporada. Los goles y los aplausos también pueden apreciarse lejos de San Carlos de Apoquindo.