Lo dice Nicolás Córdova, el jefe técnico de las Selecciones Nacionales juveniles y entrenador de la Sub 20. Lo repiten el grueso de los entrenadores de Primera División y Ascenso. Pero no hay caso.
El Consejo de Presidentes de la ANFP insiste en la norma de poner un futbolista Sub 21 cuando a esa edad el jugador tiene que competir por sus atributos. Una imposición reglamentaria fracasada, que no alcanzó su objetivo: acrecentar y adelantar el proceso competitivo.
Una revisión de los jugadores utilizados en la temporada 2024, grafica que, salvo excepciones, muy pocos permanecieron en las formaciones de sus equipos de manera regular en 2025. El símbolo es Iván Román, zaguero central que saltó desde Palestino a Atlético Mineiro, donde al 30 de abril llevaba tres partidos. Es complejo encontrar otro como el “Charrúa”, pero al menos Ian Garguez está en condiciones de cumplir la regla.
En esta campaña algunos se mantienen, como el arquero Jaime Vargas, de Deportes Recoleta, uno de los mayores proyectos del fútbol local. Totaliza 35 partidos en el profesionalismo, a pesar de que el año pasado sufrió una lesión que lo marginó por varios meses.
Algunos equipos trabajan en el fútbol joven por convicción. O’Higgins de Rancagua y Unión Española, por ejemplo, que siempre tienen dotan su plantilla de jugadores capaces de rendir en el alto nivel local. En el caso de los rancagüinos, esta temporada destaca el zurdo Rodrigo Godoy. En los hispanos se ratifica la presencia de Valentín Vidal, quien supera los problemas extrafutbolísticos que vivió al finalizar el torneo anterior.
Sobre Godoy, habla su entrenador, Francisco Meneghini: “No estaba en el plantel profesional, tampoco en la lista de jugadores que íbamos a observar. Había un jugador, Nicolás Matamoros, que se lesionó y después dejó de jugar. Ahí se abrió un espacio. Empezó a participar en los entrenamientos y amistosos. Cuando vino el primer partido oficial (Rangers), decidí ponerlo. Ha sido regular y muy constante. Es un caso atípico, porque no ha tenido altibajos, porque el bajón natural tiene que llegar”.
El técnico de O’Higgins profundiza sobre Godoy. Dice que “es un jugador muy consistente, desequilibrante, que le ha ido agregando cosas a su juego. En inferiores nos decían que era un jugador típico de banda, de ir y venir, rápido, con buena zurda. Ahora le estamos pidiendo que sepa interpretar los momentos de irse al medio, más cerrado, para que el lateral pase y pueda combinarse y perfilarse. Lo está haciendo. Es una grata sorpresa para todos. En el club lo conocían bien, pero también los ha sorprendido. Ataca bien la espalda, es explosivo, centra bien, tiene uno contra uno y mucho despliegue”.

Colo Colo, un drama
No es casualidad lo de O’Higgins, que cada año es de los primeros en cumplir con la norma sin recurrir a un solo nombre. El tema está en el grueso de los cuadros de Primera División, donde incluso Colo Colo, que recibe en el Monumental a los mejores talentos del país, no instala un protagonista por derecho propio.
El año pasado, el conjunto de Jorge Almirón, luego de la venta de Damián Pizarro, fue a buscar a Cristián Riquelme, de Everton. En 2024 fueron usados Daniel Gutiérrez, Diego Plaza Ramos, Eduardo Villanueva, Leandro Hernández, Lucas Soto, Matías Pinto Álvarez y Nicolás Suárez Reyes. En el Cacique permanecen Gutiérrez, el portero Villanueva, Hernández y Suárez. Plaza fue a préstamo a Santa Cruz, Soto a Everton y Pinto a La Serena.
Al efectuar un registro de las instituciones de Primera División de la campaña anterior, se advierte que los “juveniles” de 2024 tienen escasa presencia. En Audax hay lugar para Paolo Guajardo y Alessandro Riep, aunque estos dos llegaron como inversión. El primero de Wanderers y el segundo de Gimnasia de Mendoza, aprovechando que nació en Chile cuando su padre, Rodrigo, jugaba en el país. Juan José Ribera ve condiciones en Mario Sandoval Molina. De los siete usados por los tanos, cuatro ya no registran presencias.
En Cobreloa, de cinco muchachos, sólo permanece Patricio Romero, seleccionado Sub 20. Gustavo Huerta recurrió a 10 jugadores en Cobresal. De esos, seis ya no están considerados. En Coquimbo Unido se mantienen Cristóbal Dorador, Martín Mundaca y Matías Zepeda. Los piratas presentaron a nueve en total. En Deportes Copiapó, de seis, quedan dos.
Deportes Iquique usó cinco. De ellos Iam González fue cedido a Universidad de Concepción y Alonso López no sigue en el club. Everton sostiene a Emiliano Ramos y Vicente Vega. Joan Cruz sigue en el plantel, pero no se le considera de las inferiores ruleteras: se formó en Colo Colo.
Huachipato escapa a la norma, porque hace casi 40 años que trabaja fuerte en la formación. Ahora, que vuelva a mostrar jugadores de la envergadura de Roberto Cartes, Rodrigo Millar, Pedro Morales, Gonzalo Jara o Héctor Mancilla, por mencionar cinco referencias, es otra cosa.
Ñublense tenía seis Sub 21, de los cuales tres estaban a préstamo: Flavio Moya (Universidad de Chile), Felipe Yáñez (Colo Colo) y Rodrigo Vásquez (Unión Española). Se mantiene el local Daniel Saavedra. Unión La Calera recurrió a siete nombres, tres de ellos cedidos por clubes de Primera División. Los canteranos no tienen cabida.
Universidad Católica, Universidad de Chile y la ya mencionada Unión Española son formadoras permanentes. La realidad es que usan sus jóvenes y además abastecen a elencos de las tres categorías. En el Ascenso, Magallanes da tiraje a la chimenea.
El panorama es evidente. La norma no genera lo que se propone. Nadie sabe por qué se insiste en algo que en definitiva perjudica a muchachos que alargan carreras con escasas perspectivas de crecer. Al final, el círculo vicioso persiste. Los grandes forman para la mayoría de los chicos, generándose un círculo que perpetúa la pobreza y distancia deportiva.
¿Lo peor? Ilusionar jóvenes con una carrera que no tendrán, retrasando su ingreso al mundo de los estudios o al campo laboral.