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Jadue, el de siempre

Pasan los años y el expresidente de la ANFP parece que ha perfeccionado su mitomanía. Esta vez quiere atribuirse, siempre con la trampa de por medio, participación activa de un logro como la Copa América, del que poco y nada tuvo que ver.

Sergio Jadue Establecido en Miami, el exdirectivo pillo y mentiroso ha acentuado su relato de víctima. Tramposo.

Casi a punto de cumplirse una década del histórico título de la Selección Nacional en la Copa América de 2015, los periodistas Carolina Fernández, Francesca Ravizza e Ignacio Valenzuela elaboraron el podcast “Campeones, no finalistas”. Un excelente material, que recrea y nos retrotrae al extraordinario ciclo que vivió la Roja desde 2007 en adelante, con el Mundial de Brasil 2014 como punto de partida para este relato.

El registro presenta a variados protagonistas que cuentan los entretelones de una campaña inolvidable, que concluyó el 4 de julio en la definición por penales con Argentina. Acaso el mayor gancho de la pieza es la presencia de Sergio Elías Jadue Jadue, presidente de la ANFP entre 2011 y 2015, a quien mencionamos con sus dos nombres y dos apellidos, tal como la crónica roja caratulaba a los antiguos delincuentes.

Porque no olvidemos lo central: Jadue tuvo que presentarse ante la justicia de Estados Unidos como integrante de una organización delictiva internacional, donde él, un pescado chico de la estructura, actuó como soplón. Después de diez años, Jadue habla y no nos sorprende. Es el mismo personajillo megalómano y mitómano, que se adjudica un protagonismo que no le corresponde, pero ante todo nos reitera algo que supimos desde que un guiño de la suerte lo llevara a la testera de la ANFP.

Jadue es intrínsecamente tramposo, cree en la trampa como método. Es más fuerte que él. Por eso no duda en decir que se armó el fixture para que los favoritos tradicionales, Argentina y Brasil, viajaran y se desgastaran. Claro, viajes entre La Serena y Viña del Mar o entre Santiago y Concepción, en chárter. ¡Muy desgastante! Notable su alusión a que el frío de Temuco afectaría a los brasileños. Una burrada. Los jugadores del Scratch brillan en Inglaterra, Alemania, Rusia, Ucrania o Francia, países donde un rayo de sol es una bendición entre octubre y abril. Por si fuera poco, en Porto Alegre también hace frío.

Jadue se ufana de que Chile fue cabeza de serie en desmedro de Uruguay. El local siempre lidera su zona y si sale primero, lo normal es que no se mueva, salvo que el organigrama diga lo contrario. El ‘digitador’ calerano no cuenta que Uruguay fue el adversario de Chile en cuartos de final, un cuadro al que nadie quiere enfrentar en instancias de muerte súbita. En esa se ‘durmió’...

En sus intervenciones, Jadue le falta el respeto a ese notable grupo de jugadores y al cuerpo técnico que encabezó Jorge Sampaoli. Su trabajo y categoría les permitía ser altamente competitivos, como lo demostraron en Brasil 2014 y en la Copa Centenario 2016. La consagración en Estados Unidos tira por la borda las barrabasadas que el ‘vecino’ de Miami acuña en “Campeones, no finalistas”, que, por cierto, se encargó de transmitir a todos los que alguna vez lo visitaron en Florida.

Chile, con Juan Antonio Pizzi en la banca, dio la vuelta olímpica en 2016 al superar por penales a Argentina. Antes, derrotó en cuartos de final a México en Santa Clara, con casi 70 mil mexicanos en las tribunas. Un 7-0 brutal, acaso la mejor actuación de una Selección Chilena en cualquier competición. En semifinales el oponente fue Colombia, también dueño de casa en Estados Unidos. Un rival de peso, más que el Perú de 2015, en la misma instancia.

El fútbol, justo en la mirada larga, con el título de la Copa Centenario, termina con cualquier elucubración sobre la eventual ayuda que hubiera recibido la Selección. Simples pamplinas, como la intervención que Jadue confiesa luego del empate 3-3 con México. En su versión, reclamó a la comisión de arbitraje por el desempeño del peruano Víctor Hugo Carrillo, quien no dirigió más. Si fuera cierta la influencia de Jadue, a Gonzalo Jara no lo hubiesen castigado como ocurrió luego del cotejo ante Uruguay.

Es bueno escuchar “Campeones, no finalistas”, porque nos recuerda en manos de quién estuvo el fútbol chileno. Los méritos que se adjudica Jadue para conseguir la organización de la Copa América no se sostienen con la realidad y el valor del archivo. El gobierno de Brasil obligó a la Confederación Brasileña de Fútbol a renunciar a la Copa América 2015, por los excesivos gastos en que incurrió a raíz del Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río 2016. A Chile le correspondía, por el calendario elaborado por la Conmebol a mediados de los años ’80, suceder a Brasil. Lo demás es verso.

La lógica del timo, que impera en las definiciones de Jadue, pone en duda la integridad de su mandato. Los clubes que descendieron en Primera División y en Primera B, los que no pudieron ascender, los que vieron frustrada su llegada a un torneo internacional, los que pelearon la corona y se sintieron perjudicados. Todos tienen derecho a sospechar, porque Jadue nos volvió a decir quién es. Los entrenadores que quedaron sin trabajo pueden llamarlo.

Alguna vez conoceremos, por ejemplo, qué sucedió con la licitación de los derechos de televisión de las selecciones nacionales bajo su administración, o cómo se fraguó el contrato por la indumentaria, que dejó fuera de combate a Adidas en desmedro de Nike.

En el cierre, dos postales que retratan al personaje. La primera vez que lo conoció Julio Grondona, el expresidente de la Asociación Argentina de Fútbol, le comentó a sus cercanos que “había que tener cuidado con el chico chileno, porque es muy ansioso”. Lo decía un viejo zorro.

El segundo incidente me tocó vivirlo de cerca. A Jadue lo consumía la ira, no soportaba que lo retrucaran o ser puesto en su lugar. Un viernes, muy temprano, mientras se efectuaba una reunión de la FIFA en Brasil, recibí un mensaje de texto en mi vieja BlackBerry. Lo enviaba Sergio Elías Jadue Jadue y se lo dirigía a Milton Millas, mi jefe entonces en radio Agricultura. Pero se confundió de destinatario y me llegó a mí directamente. Partía diciendo “cómo tienes trabajando contigo a ese hijo de puta de Danilo Díaz”.

Después venían innumerables epítetos y exigía que me echaran. Me reí de su torpeza y ansiedad, de lo mucho que le dolió la columna que había escrito en el diario La Tercera. Le respondí: “Parece que te equivocaste, jajajaja”.

A los minutos supe que estaba desencajado. Gente del fútbol me llamaba para saber si era cierto y qué haría. Les dije que nada. Llamé a Milton y sobraron las carcajadas. Varios de los que se decían cercanos también me llamaron para solazarse.

Me hizo el día, pero ante todo se ratificaba quién era el personaje y que Marcelo Bielsa no se equivocó en su percepción cuando lo conoció en una gira por Omán.

Ahora a esperar el tercer capítulo de “Campeones, no finalistas”.

section logoSobre el autor

Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2009, jurado del Balón de Oro de France Football y el The Best de la FIFA. En ambos es el único votante de Chile. Comentarista de Los Tenores de radio ADN, columnista de El Mercurio, director de la revista Tribuna Andes y comentarista de TNT Sports.