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El fierro caliente

La “fórmula Gareca” no dio resultado. Los zorros de mil batallas, los que se las saben todas, no sirven para la Selección Chilena. Hay que buscar a alguien joven, con un proyecto, que se empape del fútbol que se juega acá en todas las series y que vaya a los más recónditos lugares a mirar jugadores.

Ricardo Gareca Se perdió por completo en la mitad del camino. Su paso es todo un aprendizaje para los que eligen seleccionadores en Chile. (DANIEL MIRANDA/APG NOTICIAS/PHOTOSPORT/DANIEL MIRANDA/APG NOTICIAS/PHOTOSPORT)

Ricardo Gareca se fue el jueves 12 de regreso a Buenos Aires. Casi de incógnito, su figura impide que pase del todo inadvertido, el, hasta el martes entrenador de la Selección Chilena, se escabulló silenciosamente por la sección de embarque, sumergido en un abrigo largo cuyas solapas le tapaban casi por completo su angulosa cara, dejando solo visible una mota de pelos que la tintura insisten en pintar de rubios.

Una nítida postal de la derrota. Ni el más agorero de los observadores podría haber vaticinado un final tan triste y solitario (que me perdone Soriano el desordenar las piezas de su magnífico libro). Ni el más pesimista de los hinchas hubiese apostado a quedar eliminados dos fechas antes del final de la serie, habiendo seis y medio cómodos y espaciosos cupos al Mundial 2026.

No vale la pena analizar el trabajo del prestigioso técnico argentino al mando de la Selección Chilena. Ya se ha hecho decenas de veces los últimos días, desde todos los ángulos, utilizando todas las fórmulas y las herramientas posibles. Lo que sí queda por determinar es en qué momento de todo su paso por Juan Pinto Durán, Gareca decidió ponerse una venda, coger un palo y dar palazos ciegamente para ver si desde la piñata salía un jugador, un sistema, una respuesta en la cancha que salvara su cometido. El problema para Gareca es que no había piñata. Daba golpes al aire. No podía funcionar. No funcionó.

Los cristales rotos y la leche derramada en el piso de Quilín, desde la ANFP, es decir, la dupla Pablo Milad-Jorge Yunge, buscan afanosamente cómo maquillar, ya no zafar, el desastre. Mientras el presidente de la ANFP se defiende frente al micrófono solo consiguiendo hundirse más, el vicepresidente guarda silencio, opera, maneja, eso cree él, los hilos del fútbol chileno como un Tayllerand de pacotilla, convencido que su nombre inspira respeto en la actividad. Yunge es tan culpable de este desastre como Milad, pero tiene la habilidad de saber esconderse. Nada más.

Y esta dupla desopilante que está a cargo del fútbol profesional, el resto del directorio es un decorado pintado a brocha gorda por un negado en el dibujo, será la encargada de buscar el nuevo entrenador pese a que ya se han faenado, con el gentil auspicio del Consejo de Presidentes, a cuatro seleccionadores y una buena cantidad de millones de dólares.

Supongo que, sin haber grandes compromisos a corto plazo, sólo amistosos hasta la Copa América 2027, por una vez, sólo una, Pablo Milad tendrá la sensatez de tomarse la cosas con calma y buscar una persona idónea que pueda levantar el paupérrimo nivel del fútbol profesional chileno. Por nombres, no hablemos de finanzas, el peor de la historia sin duda. Nunca hubo tan poco de donde elegir, nunca se trabajó tan mal, nunca las divisiones cadetes entregaron tan poco material a los primeros equipos.

Ya quedó claro que la “fórmula Gareca” no sirve para lo que necesita la Selección Chilena. Esto es, un entrenador prestigioso, con currículo, admirado, de buena labia, viejo zorro de mil batallas, que fuma bajo el agua y se las sabe todas. Pero que, al final, viene de vuelta, ya hizo fortuna, ya se partió la crisma, ya tuvo sus mayores desafíos hace una o dos décadas. Tipos caros, que no quieren líos a esta altura, que cumplen con lo mínimo y no están dispuestos a arriesgar nada.

Lo que necesita Chile es hoy un técnico joven, con hambre, que tenga un proyecto integral a largo plazo que incluya divisiones inferiores y vasos comunicantes con las Selecciones Sub 20 y Sub 17. Algo que Gareca nunca hizo. Que se dé la lata de ir a todos los estadios, a todos los partidos que pueda, que no le haga asco a los tablones del Santiago Bueras ni a la ventisca del Chinquihue. Que vaya a Calama a ver un lateral que le puede servir y esté los sábados en Quilín mirando a la Sub 20 de Everton contra la Sub 20 de Audax.

Un técnico que tenga una metodología actualizada, conozca la compleja e insondable idiosincrasia del jugador contemporáneo, que esté dispuesto a aprender, ensuciarse, probar y rascar el pasto hasta encontrar respuestas. Lo que están haciendo con éxito en Argentina, España o Portugal. Claro, a ellos le sobran jugadores para ensayar y errar. Acá no sobra nada. Falta. Se necesita un héroe. Más complejo, un superhéroe.

section logoSobre el autor

Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2011, Director de El Gráfico 2009-2014, Redactor de Deporte Total, La Tercera, Don Balón, Triunfo y La Nación, Columnista de El Mercurio, Publimetro, AS y La Tercera, Comentarista de Chilevisión, TVN, Canal 13 y Canal 2.