Pablo Milad fue a Asunción del Paraguay y -en representación de todos los chilenos, dijo- felicitó a Alejandro Domínguez, quien fue reelegido con diez votos como presidente de la Conmebol. El curicano enfatizó la transparencia en la gestión, con contralorías y auditorías constantes.
Domínguez, un hombre acostumbrado al halago, el regalo y la condecoración, respondió los cumplidos. “Querido Pablo, queridos presidentes, permítanme decirles que cambió la cultura: clasificar no es suficiente, ya no queremos festejar clasificaciones, queremos conquistar el mundo”, dijo en lo que pareció ser una joda, porque Milad ya sabía que ni siquiera había clasificado y, además, todavía no se olvida que nos quitaron el Mundial del 2030 sin que nos diéramos cuenta.
Milad dice representarnos a todos justo en la semana en que varios de los 32 que lo eligieron quisieron hacerle un golpe de Estado. Parecido al que encabezó él mismo contra Sebastián Moreno, pero que esta vez se quedó, parece, sólo en ruido de sables. El timonel de la ANFP recibió, además, una carta de su colega, el convicto bajo vigilancia del FBI Sergio Jadue, donde le pide que renuncie pronto, vaya a saber uno en virtud de qué mérito.
También lo reprendió el ministro de Seguridad, Luis Cordero, señalando que la actitud “del presidente de la ANFP no es la del representante de una organización de la sociedad civil, es más bien la de un político activo; y si es así, mejor sincerarlo. Me sorprendió que recordarles que hay que cumplir la ley generara tanta preocupación en ellos”. Cordero tiene claro que Milad representa a alguien, pero no tiene claro a quiénes ni con qué fines, porque nadie puede hacerlo, ya que la propiedad de nuestras instituciones no tiene tanta transparencia como la que Domínguez le ha dado a la Conmebol.
En Bolivia, Milad se deshizo de Ricardo Gareca en el vestuario, y lo conminó para que se despidiera en conferencia de prensa. Actuó en representación de todo Chile, por supuesto, pero no se atrevió a decir quién lo reemplazará en las últimas dos fechas ni cómo se elegirá a su sucesor. Anticipó, en todo caso, que antes que el nuevo entrenador hay que buscar un nuevo gerente técnico, que ojalá no sea tan caro ni vago como Francis Cagigao, y los candidatos surgieron de inmediato, como suele ocurrir en estos casos. Pero don Pablo sabe que la tarea es grande, que se ha equivocado mucho, y que lo sensato es esperar por la ayuda de asesores, consejeros y representantes.
El presidente de nuestra Federación, en esta semana agitada, recibió también una carta del embajador de Ucrania porque se anunció un partido amistoso en Rusia, país vetado por la FIFA de las competencias internacionales. Nada grave, porque Milad no sigue las políticas exteriores del gobierno -que no lo representa- y lo que necesita es efectivo y amistosos para una Selección que se prepara para nada, con un técnico que no sabemos y un calendario que poco importa.
Milad se irá ahora al Mundial de Clubes -en representación de todos los chilenos- y después a donde sus obligaciones lo demanden. Tendrá nuevos asesores e intentará cortar la cinta del Mundial Sub 20 y, en una de esas, en fecha indeterminada, entregar el trofeo de la Supercopa.
Mientras tanto seguirá representando a todos los chilenos, besando el anillo de Gianni y adulando a Alejandro porque ambos han sido transparentes y han hecho mucho por el fútbol. Todo el resto podrá esperar: acá nada es urgente y las cosas se solucionan por sí solas, porque Milad es, también, el representante de los representantes. Y así todo es más fácil.