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La pena del pobre; la esperanza del rico

Puede que al término de esta primera rueda Audax Italiano y Coquimbo Unido vuelvan a vivir la triste realidad del fútbol chileno: desarmar el equipo, recaudar dólares, incrementar los ingresos. Un ciclo perverso para clubes escasos de títulos.

Coquimbo y Audax Dos de los equipos que han compartido la punta a lo largo de esta primera rueda y que deberán tomar decisiones de peso para mantener el nivel en la segunda. (ALEJANDRO PIZARRO/PHOTOSPORT/ALEJANDRO PIZARRO/PHOTOSPORT)

La última vez que el Audax Italiano se tituló campeón fue en 1957. El presidente del club era Gino Simonetti, el entrenador Ladislao Pakozdy y su principal figura Paco Molina, quien retornaba a Chile desde el Atlético de Madrid. Había llegado a Chile a los 9 años a bordo del Winnipeg y volvió como estrella al cuadro colchonero. Pero Francisco Franco no permitió que su padre, republicano fiel, regresara desde el exilio y, dolido y ofendido, Paco decidió venir a vestirse de verde.

Molina se integró a un equipo que ganó su cuarta estrella sin estridencias, apoyado en la veteranía de Daniel Chirinos en el pórtico, de Sergio Espinoza como goleador y un plantel que -por decisión del club en 1951- sólo disponía de jugadores chilenos.

Los itálicos lo intentaron varias veces después. Con Carlos Reinoso en los ‘60, o el equipo de Raúl Toro el 2006, con Villanueva, Di Santo y Fabián Orellana, que perdieron la final con Colo Colo. Sigue siendo el club de colonia que hace más tiempo no sube una estrella a su bandera.

Este año va entre los punteros, pero es difícil que lo logre porque los reglamentos aprobados por sus nuevos dueños -encabezados por el productor hollywoodense Gonzalo Cilley, argentino- son una barrera casi infranqueable.

Antes, en los tiempos de los inmigrantes y descendientes, ser campeón era un objetivo prioritario. Hoy lo es vender jugadores. Al término de la primera rueda, el Audax Italiano y Coquimbo Unido (que jamás ha sido campeón) volverán a vivir la triste realidad del fútbol chileno: desarmar el equipo, recaudar dólares, incrementar los ingresos. Con una variante cruel, ya que desde el año pasado están permitidas las transferencias entre clubes locales, sin limitaciones de minutaje.

O sea, a la tesorería del club llegarán ofertas desde el extranjero -lo que es lógico por el mercado-, pero también de las instituciones con más ingresos del medio local. Para mantener el plantel competitivo del Coto Ribera, en La Florida deberán resistirse a los cantos de sirena de quienes llegarán con el dinero en la mano para llevarse a las principales figuras del club.

Pongámosle nombre. ¿Qué le impide a Universidad Católica llevarse a Leonardo Valencia, en ausencia de un creador en su plantel? ¿O a Colo Colo pensar en Esteban Matus para reemplazar a Lucas Cepeda si lo venden? ¿Cómo retener a Palacios, o a Fuentes Vadulli si clubes con más recursos ponen dinero sobre la mesa? La respuesta es simple: nada.

La distorsión sobre el torneo es defendida porque se aplica en otras ligas del mundo, lo que es cierto, pero ninguna está tan depreciada como la competencia chilena. Que es preferible que los buenos se queden en Chile a que vayan a militar al extranjero. Verdad, pero si se van no se aplica el efecto de despotenciar lo propio para potenciar al resto. O que opere sólo la regla económica sin considerar el trabajo.

¿Qué el Audax podría hacer lo mismo con equipos más carentes, como los del ascenso? Es verdad, pero son de otra categoría y no distorsionan. Y, por último, cuando reprochamos que las instituciones hoy están regidas por comerciantes y no por hinchas representativos, estamos hablando de esto: cuando la oportunidad aparece, priman más los cheques que los colores.

Ya no hay bachichas en la mesa del directorio audino. Y Coquimbo no está presidido por un pirata de parche y pata de palo, lo que provocó que el año pasado dejaran ir a Luciano Cabral en un momento clave. Y que puedan ceder a Palavecino ahora. Lo cierto es que hoy, al cabo de la primera rueda, pocos se atreverían a apostar por los punteros, por muy buen trabajo que hayan hecho. Porque ya no se trata de trabajo, sino de empezar a remar de nuevo, perdiendo las principales armas. Y, de verdad, es una pena.

Aunque de penas esté teñido nuestro fútbol hoy.

section logoSobre el autor

Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2001, comentarista de TNT Sports Chile y Chilevisión. Conductor en ADN Radio.