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Unión Española desafía a la lógica

El trabajo debe ser profundo, porque cuando un equipo pierde la categoría es por una suma de factores, donde el infortunio y la fragilidad sicológica juegan un rol determinante.

Unión Española y una segunda rueda de miedo No solo sumar puntos, sino que refuerzos necesita el equipo hispano para este segundo semestre. (JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT/JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT)

Lo normal, después de no llegar a los dos dígitos al término de la primera rueda, es que un equipo descienda al final de la temporada. A veces la norma se quiebra, como ocurrió en 2018, cuando Everton y Audax Italiano sumaron 9 puntos, pero el undécimo, Deportes Iquique, alcanzaba los 14, superando a Curicó Unido por diferencia de goles. El dato relevante es que San Luis, décimo cuarto, lucía 11. Existía margen para la “Operación Milagro”, pero la reacción tenía que ser inmediata.

A este ejemplo debe aferrarse Unión Española, uno de los clubes fundadores del profesionalismo, que apenas suma 7 puntos en 14 partidos -tiene uno pendiente con la U- y se enfrenta al desafío de resarcir en toda la segunda rueda el desastre de la primera, donde incluso arrastró la cabeza de José Luis Sierra. El Coto y Honorino Landa son los dos mayores símbolos del cuadro de Santa Laura.

Miguel Ramírez es el encargado de conducir la remontada. Jorge Segovia, propietario del club, a través de sus redes sociales, anunció que Unión hará el esfuerzo que esté a su alcance para salvar la categoría. No se puede equivocar Unión en la elección de los tres refuerzos, sobre todo en el ataque. No en vano, es el cuadro con menor cantidad de goles anotados (12), más allá de que en varios partidos mereció algo más.

El tema es que cuando te vas al descenso, lo haces por una suma de factores, donde el infortunio y la fragilidad sicológica juegan un rol determinante. Los rojos no merecieron perder con Deportes La Serena, Universidad Católica y Cobresal. Con Audax no resolvieron en el primer tiempo y con O’Higgins no aguantaron en los descuentos, tal como ocurrió en La Portada. Si Ramírez no endereza la nave, este registro atormentará el camino al infierno.

El análisis del plantel hispano devela un equipo con escaso peso ofensivo y fragilidad en el fondo, sobre todo en el comienzo del torneo. El 4-0 con Unión La Calera y el 3-0 con Palestino, en las dos fechas iniciales, hablan por sí solos. La presencia de Nicolás Díaz afirmó la estantería, pero no alcanzó. La derrota 3-0 con Everton en Santa Laura y el 4-0 ante Colo Colo en el Monumental reflejaron una escasa fibra defensiva, con 27 tantos en contra en 14 cotejos.

A diferencia de 1997, cuando Unión Española bajó por única vez, la situación económica es más holgada. Existen recursos para potenciar el plantel en los dos extremos del campo. En lo que sí coinciden ambas plantillas es en la juventud de muchos de sus integrantes.

El presente hispano es el resultado de una serie de contingencias que estresaron la institución. El año pasado nunca resolvieron los problemas de la cancha, arrastrándose hasta la actual temporada. La fallida instalación de las torres de iluminación puso más pelos en la sopa. Ambos inconvenientes determinaron que salieran muy tarde al mercado, cuando las opciones de contratación dejaban escasas opciones. Este desaguisado ocurrió a pesar del extenso receso que vivió el fútbol nacional, entre el 9 de noviembre y el último fin de semana de enero, con el estreno de la Copa Chile. De hecho, el delantero Ignacio Jeraldino se incorporó con la temporada iniciada, solo porque estaba en conflicto con los propietarios de Audax.

Al igual que su compañero en el sótano, Deportes Iquique, Unión Española transformó en martirio su participación en la fase de grupos de la Copa Sudamericana. Lo que debió ser un salto de calidad se convirtió en un calvario, a partir de una plantilla exigua y desbalanceada, que convivió también con largos traslados. Ni los rojos ni los nortinos estaban para competir en dos frentes. Hoy lo pagan casi con la pérdida de la categoría.

No hay recetas para la salvación. Javier Torrente, en Everton 2018, armó paquetes de 15 puntos cada cinco fechas. El objetivo era alcanzar los siete en cada uno. Eso daba luz para ver cuánto se necesitaba para zafar. Los ruleteros y Audax, con Juan José Ribera en la banca, totalizaron 34. Campañones.

Otro ejemplo fue el de Deportes Antofagasta en la temporada 2015-2016. En el Apertura, los Pumas fueron últimos, con 11 puntos (ganaron en la última fecha a San Luis en Quillota). En la segunda rueda se salvaron en la jornada final, pero reforzarse con Hugo Droguett, Juan Muriel Orlando y Flavio Ciampichetti cambió el rumbo.

El receso del torneo, programado hasta el 20 de julio, servirá para acomodar el equipo, corregir errores y encontrar la fisonomía de juego que la necesidad reclama. Se habla de la llegada del uruguayo Fabricio Formiliano en la zaga, más un volante de contención.

En una hinchada donde no abunda la paciencia, el descenso constituiría un golpe al mentón para la gestión de Jorge Segovia, pero también para el paisaje de la Primera División.

Como pocas veces, el disputar 15 finales en la segunda rueda no será un lugar común.

section logoSobre el autor

Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2009, jurado del Balón de Oro de France Football y el The Best de la FIFA. En ambos es el único votante de Chile. Comentarista de Los Tenores de radio ADN, columnista de El Mercurio, director de la revista Tribuna Andes y comentarista de TNT Sports.