- “Me han dicho el comentario de ‘ah, ahora tienes sentimientos’. Como que ya no era de piedra. Yo siempre me he considerado alguien con sentimientos, pero quizás no soy muy abierta al mundo. Soy muy selectiva”.
- “A mí me toca que el nivel de Chile no es el mejor. Soy yo la que tira al resto, pero nadie a mí. Entonces me toca salir a buscar un equipo de trabajo, roce y competencia”.
Si se piensa en la semana 39 de embarazo, es difícil imaginar a una mujer arriba de una canoa remando como si estuviese en una final mundial. Más aún, si ya lleva tres entrenamientos en ese día. Así fue dos días antes de que Théo Beaumont Mailliard llegara al mundo. El hijo de la canoísta olímpica nacional María José Mailliard (34).
“Yo dije tengo (para entrenar) hasta los siete meses y medio y me doy por pagada. Después me pongo a nadar y hago otra cosa. Pero en el camino íbamos pasando semana a semana y ya cuando estaba por cumplir los nueve meses, el martes pasado (11 de marzo), me fui a remar”. Luego de dejar su bote y la pala, empezó a sentir las primeras contracciones.
Coincidía con un control de rutina al día siguiente. La familia Beaumount Maillard viajó desde el Centro de Alto Rendimiento de Curauma, en la Región de Valparaíso, hasta la Clínica Alemana de Santiago. “Tenía dos centímetros de dilatación. El doctor me dijo que desde ahí (miércoles) al viernes, no pasaba”.
Fue todo como un reloj. Al día siguiente por la noche, luego de haber vuelto desde la capital ese mismo día, las contracciones fueron más intensas y ‘Coté’ no dudó en ir a la clínica. Llegó alrededor de las 5 ó 6 de la mañana y ya a las 9 había nacido su primogénito. “Fue un parto súper rápido. En verdad, estaba aterrada porque no sabía a lo que iba y uno ve en las películas que están gritando. Y fue todo lo contrario”.
Si tuviera que comparar el dar a luz con algún dolor físico de su carrera, confiesa que en el deporte ha vivido cosas mucho más agudas. “Es raro lo que te voy a decir, pero hasta lo disfruté. Fue como un momento súper mágico, bonito y cero dolor. No podría compararlo con algo deportivo, porque cuando hago un esfuerzo muy grande ahí, es mucho más doloroso”.

Que la experiencia haya sido tan rápida y hasta placentera, cree que puede deberse a su condición física. Por lo mismo, el deseo de ampliar la familia está tan decidido como la llegada de Théo. Junto a su pareja Maxime Beaumont, francés medallista olímpico, ya hablaron de tener tres en total. “Pero ya después de los Juegos Olímpicos. Es que fue tan bueno mi embarazo, que podría entrenar y tener otro hijo tranquilamente. Pero creo que con dos va a ser difícil compatibilizarlo”.
El nombre Théo no era la primera opción. Al principio era Thomas, pero había un detalle en la diferencia de pronunciación entre el español y el francés. “Le iban a hacer bullying, porque iba a sonar como ‘tomas’, de tomar algo. Así que Théo era la segunda opción y a ambos nos gustaba”.
El tabú del embarazo en el alto rendimiento
El entrenamiento durante el embarazo no estuvo exento de críticas. En redes sociales le decían que debía descansar o que incluso iba a afectar a su hijo. Pero ‘Coté’ le baja el perfil. “Son gente no tienen nada que ver con el deporte y son muy ignorantes en ese sentido. Creo que están chapados a la antigua, cuando decían que estar embarazada era estar en cama patas para arriba”.
Mailliard no modificó en prácticamente nada su entrenamiento mientras crecía Théo. Aunque respondía a su planificación, puesto que, en general, las deportistas que son madres lo hacen después de los Juegos Olímpicos. “El ácido láctico sube y es como que te estás intoxicando. El cuerpo combate eso y ya ahí puede ser dañino para la guagua. Ahora justo coincidió en que este año es más suave en ese sentido”.
Si bien no era tan intenso, como previo a la máxima cita olímpica, seguía manteniendo tres sesiones. “Todo mi proceso fue bacán. No bajé las cargas e incluso mejoré la fuerza en algunos ejercicios”. Para ello, rescata que fue fundamental su médico (exdeportista) y su pareja, que se instruyó en Francia al respecto, en donde asegura ser mucho más avanzados en estos temas.
Sobre si es un tabú el embarazo en el alto rendimiento, es enfática. “De todas maneras. Y espero que mi experiencia sirva para otras mujeres. Que no se posterguen tanto en el ser madres. Yo me postergué mucho. Quería ser mamá antes de Tokio”.
En más de una ocasión, casi como una cruzada, María José ha señalado que el embarazo no es el fin de la carrera deportiva. Esto, porque se cree que las mujeres de alto rendimiento deciden ser madres cuando están en el ocaso de su vida como deportista y se asoma el retiro. “Todo lo contario. De hecho, está comprobado científicamente que la mujer vuelve más fuerte”.
Hasta el mismo parto lo ve como una prueba de ello. “Tener una guagua es como correr no sé cuántas maratones. Yo estaba cansadísima. Pero una después se siente muy poderosa como mujer. Y hay ejemplos en el mundo del canotaje, como el de Teresa Portela, la española. Nunca había sido campeona y después de ser madre, salió segunda”.

Maillard también menciona el caso de una canoísta eslovaca que tuvo un mejor nivel después de embarazarse. Pero las referencias no eran solo en el remo. “Allyson Felix fue mamá y luego medallista olímpica”. La atleta estadounidense ganó oro en Tokio. Hoy, además, es activista en el tema: creó guarderías en la Villa Olímpica en París 2024.
El embarazo y el apoyo económico
El financiamiento en el deporte siempre es un tema. Y esta no es la excepción. Gran parte de los atletas de alto rendimiento subsisten gracias a becas y patrocinadores, puesto que con el apoyo estatal no es suficiente, sobre todo para el exigente calendario, o bien, para poder prepararse de mejor manera en el extranjero.
“No hice público mi embarazo antes de hablar con mis patrocinadores”. Mailliard llegó al país en noviembre del año pasado y se reunió con cada uno. Confiesa que no tenía mucha fe de que la apoyaran. “Pensé que me iban a mandar a la mierda, porque en Chile no hay cultura deportiva, ni de mamá deportista”.
El caso de Adidas fue la gran sorpresa. Comentó que renovó el contrato con la marca hasta 2028 y que al saberlo se pusieron “súper contentos. De hecho, les llevé a Théo para que lo conocieran”. En el caso de la Clínica Alemana, menciona que su contrato no incluía el parto y que lo modificaron especialmente para que lo incorporara.
También tuvo buenas referencias para Gatorade. No así hacia una entidad bancaria. “Cuando pasó lo de la Karen, no me apañaron más”. Se refiere a la polémica con la canoísta nacional Karen Roco previo a Santiago 2023, en la que acusó a Mailliard de haber cometido una actitud antideportiva en el selectivo de dicha competencia.
La otra sorpresa fueron los 18 meses que el Estado le paga después del parto. “Nunca pensé que sería así”. Esto se suma al apoyo del Instituto Nacional del Deporte (IND), que también la va a acompañar económicamente en su nueva vida en Francia: a fines de abril, la familia Beaumount Mailliard se va a establecer de manera definitiva en el país galo.
Siete días después: el primer entrenamiento post parto
Si el embarazo no detuvo su entrenamiento, el post parto menos. Como ha ido contando en sus redes sociales, fueron pocas las adaptaciones que tuvo que hacer para seguir haciéndolo mientras crecía su hijo. Ahora, ya nacido, es tiempo de volver.
El miércoles siguiente de haber dado a luz, Maxime, María José y Théo llegan al CEO de Curauma para volver a las pistas. O más bien, al agua. Envuelto en una manta de pólar (la misma que aparece en la foto de Instagram el día del nacimiento), protege a su hijo de la fría mañana en la laguna. De esas con garúa y algo de viento.
Dentro del centro, monta una cuna con una mecedora eléctrica que además tiene la opción de poner una música. El implemento ideal para cualquier guagua. Aunque menciona que Théo duerme todo el día y la noche. “Espero que llegue mi mamá para que se quede con él y vamos al agua”.
Son las 10 de la mañana y esa ha sido una de las primeras modificaciones como madre. Ella acostumbra a llegar a las 9:30, pero sabe que ahora debe esperar. Además, por indicación de su médico, debe entrenar dos de las tres sesiones y omitir, de momento, la parte del gimnasio.

“Ese ha sido el primer balde de agua fría”, menciona respecto al entrenar siendo madre. “Yo siempre corría por todas partes y todo sobre el tiempo. Ahora me ha tocado organizarme. Tengo que sacar leche. Tengo que hacer esto y lo otro. Pero ahora voy más con los tiempos de él”.
Saca una pequeña mamadera de la mochila. Para poder entrenar con tranquilidad, debe también seguir la rutina de sacarse leche. Por un lado, para que pueda alimentarse mientras ella está en el agua. Y, por el otro, debido al dolor que provoca la hinchazón en los pechos, propios de la maternidad.
Coté carga su bote como cualquier día. Se lo echa al hombro y lo mete al agua. Seguido de ella va en un bote su pareja y, al mismo tiempo, su nuevo entrenador después de París 2024: su pareja, Maxime Beaumont, medallista de plata en Río 2016 en la categoría K1 en 200 metros.
“Me siento mucho más liviana” es uno de los comentarios de Coté luego de las primeras paladas. Con Théo en su vientre llevaba 8 kilos de más cuando entrenaba. “Tenía una guata gigante para mí y no podía remar de frente. Tenía que agarrar un poquito abierto. Por eso ahora me siento un poco desequilibrada porque ya no tengo la guata, pero me quedó el movimiento”.
El objetivo del entrenamiento era más lo técnico y la amplitud. Todo esto pensando en la competencia que se avecina en mayo: la Copa del Mundo en la ciudad húngara de Szeged. “Se ve como que sabes lo que estás haciendo, pero no estás conectando. Enfócate en la conexión”, le indica Beaumont usando su jockey del Team Chile.
El francés comenta que ahora los entrenamientos son más largos y menos intensos. Eso sí, no por el tema del post parto, sino porque la intensidad comienza más cerca de la competencia. Aunque, entre risas, reconoce que su pareja y ahora también pupila, siempre quiere entrenar al cien.

Más que analizar la velocidad, Mailliard pregunta mucho sobre si el movimiento de las piernas y las paladas están correctos. Pese a que los intercambios de instrucciones y apreciaciones varían entre castellano, inglés y francés, el entendimiento entre ambos es notorio.
La canoísta nacional confiesa que “era de las que creía que no era buena idea mezclar, por ejemplo, un negocio con una pareja, porque siempre termina mal. Pero con Max es diferente. El día uno lo conversamos y quedamos que si esto empieza a afectar nuestra relación, íbamos a priorizarla”.
Además de sentirse cómoda, advierte que él es muy profesional y que la ayuda en una parte del entrenamiento que no tuvo de base. “Yo no tuve un inicio normal en este deporte. No jugué al principio ni hice ejercicios de estabilidad. Entonces me faltan muchas cosas básicas que, por ejemplo, a veces no puedo dar mi ciento por ciento en unos 200 metros, porque no tengo estabilidad suficiente. Con Kiko eso no pasaba”.
“Con Kiko” se refiere a Kiko Martínez. Su exentrenador, con el que se preparó para París 2024 en la isla de Mallorca en España junto al team hispano, pero que las cosas no terminaron bien.
París 2024: un desempeño no deseado
Con Los Ángeles 2028 en la mira, es imposible no volver a París 2024. Sobre todo, porque fue ahí el origen del porqué hoy el entrenador de Mailliard es su pareja, y no el de ese entonces, el español Martínez.
Tras finalizar en el cuarto lugar de la Final B del C1 200 y despedirse de esos Juegos Olímpicos, María José explotó en la entrevista posterior acusando que había sido abandonada por su entrenador. Pero el distanciamiento venía de antes.
Durante la cita olímpica, Martínez había mencionado que separarían caminos para priorizar a España, algo que a Mailliard le pareció entendible. Pero empezó a sentir algo distinto desde antes de llegar a París. “Me citaba en horarios diferentes que con las chicas de España. Me di cuenta que hacía otros entrenamientos con ellas que conmigo y me empezó a dar desconfianza”.
Cuando Martínez aceptó entrenarla, le decía incluso que él quería que ella ganara. “Pero estando allá, nunca me citó a una reunión técnica. Nunca me dijo nada. Cuando pasé directo a semifinales tampoco me dijo nada. Incluso, antes de irnos a París y estando en España, yo le estaba ganando a la española. Y ahí se puso súper raro conmigo”.
Menciona que tampoco en el hotel la citaba para algo. No así para el Team España. “Yo trataba de ser fuerte. Pero igual afecta. Yo tenía el apoyo de Max y todo, pero Kiko era mi entrenador. Y uno siempre está en su cabeza cuestionando por qué pasa esto, en vez de concentrar tu energía en la competencia”.
El quiebre definitivo se gatilló luego de las declaraciones públicas Mailliard sobre su entrenador. Las palabras desataron la molestia del español. “Se volvió loco y trató de dejarme pésimo con la gente de España. Empezó a decir que no le pagaba los entrenamientos. Yo siempre le pagué el sueldo”.
Comenta que ella llegó a Mallorca dos meses antes de lo acordado, pero que eso lo pagaría de su bolsillo. Martínez le dijo que no se preocupara. “Solo pasó que de repente me atrasé, porque recién en octubre me pagaron desde Chile todo el año. Eran tres mil euros de mi bolsillo mensual (aproximadamente tres millones de pesos chilenos) y yo ya no podía sostener. Pero él dijo que lo había hecho gratis y que no tenía ningún tipo de compromiso conmigo por eso”.
Sumado a lo anterior, confiesa también que otro factor importante que gatilló su participación que “no fue lo esperaba”: sufrió un lumbago seis semanas antes de la competencia. “Me quedé tiesa. Y él no hizo nada para ayudarme. A un compañero mío le pasó algo en la costilla y movió todo España para ayudarlo. En cambio, a mí, nada”.
Dice que si bien el dolor bajó considerablemente hasta el día de la prueba y que había recuperado algo de movilidad, “no es lo mismo competir así. Yo creo que eso fue lo que más dañó mi preparación”.
Los Ángeles 2028: la revancha deportiva y maternal
Ahora con Théo en los brazos y ya pasado el 2024, Coté quiere dejar la experiencia de París atrás. Pensando en cita olímpica, su objetivo máximo es salir campeona en Los Ángeles 2028, pero ahora con una motivación especial.
Si bien menciona que no podría subirse al podio con él, dice soñar con ese momento. “Obviamente, él va a ser mi motor. Me encantaría tener una medalla y disfrutarla con él y con Max. Porque, además, Théo va a tener tres años y uno igual tiene recuerdos a esa edad”.
La ahora madre de Théo visualiza que él esté acompañándola por todos lados. “Quiero que él se sienta orgulloso de su mamá. Quiero que esté en las competencias siempre. No me gustaría que me fuera a ver perder. Quiero que me vea exitosa”.
Por ese mismo anhelo, tiene todo planificado. Para la Copa del Mundo de mayo, estarán sus suegros para cuidar a su hijo mientras compite. Y luego, para el resto del año, viajará su madre a apoyarla. Todo para que los primeros días y meses de vida de Théo, sean junto a una laguna viéndola en la máxima competencia.
Es casi inevitable pensar que el remo podría ser una futura inspiración para su hijo, considerando que su padre también es deportista en aguas tranquilas. “Es algo que conversamos siempre. De viajar y competir con él. Ser papás muy motivadores. Ahí estaría la discusión de si haría kayak o canoa”.
Pero finalmente concluye que desea que haga lo que le haga feliz. “Sé que cuando uno hace algo que no te hace feliz o que no te gusta, no lo haces bien y no vas a ser bueno”.
Coté sabe que proyecta seriedad y una mente fuerte al momento de dar declaraciones. Por lo mismo, menciona que mucha gente se ha sorprendido de su faceta maternal. “Me han dicho el comentario de ‘ah, ahora tienes sentimientos’. Como que ya no era de piedra. Yo siempre me he considerado alguien con sentimientos, pero quizás no soy muy abierta al mundo. Soy muy selectiva”.
El 2025: su nueva vida en Francia y su reflexión sobre Chile
Que su pareja sea francés no es lo único que la vincula al país galo. Mailliard procede de la misma región y el trámite para su doble nacionalidad va en proceso. Alguna vez mencionó la posibilidad de competir por Les bleus, pero ahora lo descarta tajantemente.
“Cuando me programo con algo y ahora que estoy trabajando con el IND, sigo en ese objetivo. Soy muy de una línea”. Comenta que si más adelante tuviera algún problema con su preparación, “obviamente que es una opción”.
Dice que lo que más extrañaría de Chile sería su familia y el manjar. Esboza tangencialmente que no está conforme con la situación que vive el país y en ese sentido, siente que Francia es lo mejor para su futuro.
Mailliard asegura que se puede ser deportista de alto rendimiento en Chile si es que se tiene un buen equipo y el roce competitivo. “Pero a mí me toca que el nivel de aquí no es el mejor. Soy yo la que tira al resto, pero nadie a mí. Entonces me toca salir a buscar un equipo de trabajo, roce y competencia”.

La opción de organizar unos Juegos Olímpicos en Chile, le hace recordar de manera inmediata a Santiago 2023. “Me sorprendieron. La organización fue buena y creo que Chile, cuando hay presión, responde. Unos Juegos Olímpicos son palabras mayores y necesitamos mucha organización, pero si es a largo plazo, no lo veo tan tirado de las mechas”.
La deportista chilena es crítica de las expectativas que se generan, sobre todo en quienes opinan en redes sociales o difunden información. “A veces encuentro que no saben mucho o no se ponen en lugar de un deportista. Yo me di cuenta que la Paula se fue a la B cuando veía lo que escribían”. Se refiere a Paula Gómez, su compañera del C2 500 en París 2024. “Yo le decía que nadie debe esperar nada de nosotras, porque en la salida le temblaban las piernas”.
Su objetivo este 2025 está puesto en el Mundial que se disputará en septiembre en Milán. “Ésa es la meta principal. Porque además ahí quizás haya un cambio en la distancia olímpica. Tal vez cambie a 500 metros”.
La modificación se venía rumoreando desde Tokio, pero no se produjo en París. “Yo he sido campeona mundial en 500, en 1000 y en 5000. En todas las pruebas que no son 200. No es común ser deportista que reman en todas las distancias. Pero yo sé que 500 es mi distancia”.
Con la meta clara y bajando un poco la expectativa de la competencia en mayo, la primera luego de su embarazo, la pedimos a Coté que se imagine en cinco años más. Con Théo hablando y entendiendo más.
-¿Qué es lo que te gustaría que él viera en ti?
“Un ejemplo. No solo en mí. También en su papás. Que se sienta orgulloso. Que quiera ser como nosotros. ¡Qué más bonito que tu hijo te diga que quiere ser como su papá o su mamá!”.