Hoy lloramos, pero hace 27 años Marcelo Salas alegraba a todo Chile

Y, ahora, ¿quién podrá ayudarnos? Cómo no va a reinar la tristeza en el Chile futbolero, si La Roja es un desastre. Matemáticamente fuera del Mundial 2026, sin entrenador y, para sumarle un poco más a la afrenta, última en la tabla de posiciones.

Pero, ya. Muchas lágrimas dedicadas a una Selección que solo provoca tormentos. Mejor, recordar momentos bellos, de esos que hicieron que todo un país vibrara, se emocionara y sintiera al son de La Roja.

Un día como hoy, 11 de junio, pero hace 27 años, Chile salía a la cancha del stade Parc-Lescure de Bordeaux (hoy, Stade Jacques Chaban-Delmas) para enfrentar a Italia, en el estreno de nuestro representativo en el Mundial de Francia 98.

Aburrido y repetitvo sería el ejercicio “cómo era Chile en 1998″. Se ha hecho mil y una veces, así que acá no habrán ni micros amarillas, ni el comercial de “mi mamá me quiere todo esto” de Manjar Colún ni apologías al Viva el Lunes.

Pero sí hay que recordar algunos aspectos netamente futbolísticos que sirven como contexto histórico para asimilar mejor lo que se vivió esa tarde en Bordeaux.

Chile había estado ausente durante tres mundiales consecutivos (¡Oh, qué coincidencia!). La última vez que La Roja había ido a la máxima cita había sido en España 82, no clasificó a México 86 por un maldito repechaje ante Paraguay e Italia 90 y Estados Unidos 94 estuvieron vedados para nostros por el Maracanazo del 3 de septiembre de 1989.

Entonces, la expectativa por La Roja rumbo a Francia 98 era inmensa. Luego del leonino castigo, la FIFA por fin nos dejaba participar en un proceso eliminatorio. En la cancha, las esperanzas puestas en dos monstruos de talla mundial: Iván Zamorano y Marcelo Salas.

La cosa empezó mal. Bajo la conducción técnica del español Xabier Azkargorta, La Roja iba a los tumbos y todo olía a desastre, luego del horrendo resultado en el debut eliminatorio. Un 1-1 agónico ante Venezuela (en ese entonces, perder puntos ante los Llaneros era una vergüenza) que propulsó la salida del vasco.

El próximo partido, de local, ante Ecuador en un Nacional repleto. con 74.905 espectadores en las tribunas (sí, esas eran las asistencias que se registraban en ese entonces).

En la galería, se entonaba un canto a todo pulmón: “Se fue, se fue, se fue, se fue Azkargorta; y ahora con Acosta, vamoh a clasificar”. El recordado Pelado debutaba como DT con una goleada por 4-1, con el estreno de la dupla que revolucionaría esas clasificatorias: Zamorano hizo dos goles, Marcelo Salas, uno, y el otro fue de Fabián Estay.

Fue en Ñuñoa donde Chile cimentó la clasificación a Francia 98. De hecho, el equipo de Acosta no ganó ningún partido como visitante (un par de empates valiosos, eso sí, como ante Argentina y Ecuador), pero en el Nacional solo cayó ante la Albiceleste; el resto, solo victorias.

Y la dupla Za-Sa fue incontenible para el resto de las selecciones de América. 23 goles entre los dos (12 Bambán y 11 el Matador). Chile clasificó cuarto y, por primera vez después de 16 años, habría participación mundialista.

Nuestros seleccionados tenían trato de héroes. Adorados por un público que, siempre con camisetas rojas (jamás de los jamases en ese tiempo se habría pensado en ir a alentar, por ejemplo, a Messi en el Nacional), llenaban el estadio.

Se desató la fiebre por comprar paquetes turísticos para ir a Francia. Todo era Selección... Y llegó el debut, ante la poderosa Italia.

11 de junio de 1998 y Chile enfrenta a Italia, en la primera fecha del Grupo B del Mundial. La Azzurra favorita; La Roja, el equipo que terminaría sorprendiendo.

Y el protagonista de tan inolvidable jornada fue el Matador Salas, autor de los dos tantos chilenos en el 2-2 final. Uno, al aprovechar un rebota tras una embestida colosal de Iván Zamorano y, el otro, al ganarle con impresionante brinco a Fabio Cannavaro y clavarle un cabezazo inatajable a Gianluca Pagliuca (ese en que Pedro Carcuro relató “se subió a una mágica escalera”; ese mismito)...

Chile empató. Vino el polémico penal cobrado por el nigerino Lucien Bouchardeaux (que en paz descanse) y la rabia en Chile por haber tenido a una potencia como los italianos contra las cuerdas.

Pero el estreno fue notable. Posteriormente, vinieron empates ante Austria y Camerún, para clasificar a segunda ronda, con lo justo, pero clasificando al fin.

Una expedición inolvidable, pero que bien vale la pena recordar hoy, para curar el alma, cuando todo Chile llora por una Roja que está en el mismísimo infierno.