La Reina Isabel II tenía un método inesperado para tranquilizar a sus corgis: el sonido de la gaita. En el libro “Q: A Voyage Around the Queen”, el autor Craig Brown revela cómo la difunta monarca usaba la música de gaita para calmar a sus temperamentalmente conocidos corgis y dorgis, perros que muchas veces mordían a personas o se comportaban de forma impredecible.
Según Brown, “el tono de las gaitas parece herir los oídos de la mayoría de los perros”, y la Reina aprovechaba este truco para que sus corgis “se callaran”. El escritor incluso relata cómo, en una visita del ex primer ministro Gordon Brown, la Reina sorprendió a los hijos del político al hacer que uno de sus perros dejara de ladrar con este singular método.
Los corgis de la Reina Isabel: un grupo impredecible
A lo largo de su vida, la Reina Isabel II tuvo un vínculo especial con sus corgis, una raza conocida por su energía y temperamento. Estos perros, descritos en el libro como “tiernos un minuto, psicópatas al siguiente”, eran famosos por su comportamiento complicado. Sin embargo, eran también una fuente de consuelo emocional para la monarca, quienes, a su manera, expresaban una rebeldía que la Reina jamás mostró públicamente.
El legado de los corgis de la Reina Isabel
La relación de la Reina Isabel con los corgis comenzó en su cumpleaños número 18, cuando recibió a su primer corgi, Susan. A partir de ahí, crió varias generaciones de corgis y dorgis, llegando a tener 14 generaciones de estos perros a lo largo de su vida. Incluso en su fallecimiento, sus últimos corgis, Muick y Sandy, estuvieron presentes en el Castillo de Windsor para recibir su ataúd.