Es el tema del momento. Los incidentes ocurridos el jueves en el partido de Colo Colo por Copa Libertadores, marcados por la muerte de dos hinchas, y que terminó desencadenando en la suspensión del Superclásico contra Universidad de Chile que se iba a jugar hoy, no han dejado indiferente a nadie.
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Incluso en el ámbito no futbolístico ha sido motivo de debate. Así lo demostró el periodista y comentarista Daniel Matamala, quien en su columna semanal con La Tercera tocó la polémica, incluso en una semana con cargada agenda política.
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El rostro de CNN Chile aprovechó lo ocurrido para criticar a las autoridades nacionales y del fútbol, recordando cómo la historia demuestra que, al final, los que mandan no son ellos, sino que los hinchas violentos. En este caso, la Garra Blanca, la barra brava de Colo Colo.
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Algunos pasajes de la columna de Daniel Matamala
“En enero, debía jugarse la Supercopa, entre Colo Colo y Universidad de Chile. Las autoridades juzgaron que, debido a las barras bravas, era imposible disputarla en Santiago, Concepción y Temuco. Finalmente se programó para Coquimbo, con la restricción de que solo pudieran asistir residentes de esa región...
“La Garra Blanca no estuvo de acuerdo. Algunos días antes, mientras Colo Colo jugaba contra Racing, suspendieron el partido lanzando fuegos de artificio, y desplegaron un cartel amenazante: ‘Si no estamos, la cancelamos’. Dicho y hecho: la Supercopa fue cancelada, y, tres meses después, aun no tiene fecha ni lugar para realizarse...
“La Garra Blanca decide, las autoridades acatan...
“Este jueves, dos hinchas murieron en las inmediaciones del Estadio Monumental, mientras intentaban entrar a un partido de Colo Colo. Las autoridades decidieron que el encuentro por la Copa Libertadores se jugara de todos modos. Pero la Garra Blanca decretó otra cosa: sus miembros invadieron la cancha y el juego se suspendió...
“La Garra Blanca decide, las autoridades acatan...
Este domingo debía disputarse el Superclásico del fútbol chileno. El plan de seguridad había sido aprobado por los encargados. Tras la tragedia del jueves, estos confirmaron que el partido se jugaría. Por lo demás, la barra de Colo Colo no tenía nada que ver; el partido sería en el Estadio Nacional, solo con hinchas de la Universidad de Chile. Pero la barra brava dictaminó otra cosa: “que ardan las calles … con odio y venganza, la Garra Blanca avanza”, amenazaron. El gobierno echó pie atrás y canceló el partido...
“La Garra Blanca decide, las autoridades acatan...
“Esta secuencia de acontecimientos evidencia el estado de las cosas: autoridades pusilánimes y sobrepasadas, y un pequeño grupo de barristas con impunidad para hacer y deshacer a su antojo...
"Las barras bravas surgieron en una época en que la Iglesia Católica y los partidos políticos se retiraron de las poblaciones. Llenaron ese vacío con una oferta copiada de la religión y la política: la promesa de formar parte de una comunidad con sus propias señas de identidad. Ritos y banderas; colores e himnos; héroes y mártires...
“A ello se sumó la glorificación de la violencia, mientras el narcotráfico imponía también esa cultura en vastas zonas de las comunas más populares de Santiago...
También han sabido ser útiles al poder. Antes de las sociedades anónimas, los barrabravas oficiaron de soldados para dominar, con votos e intimidación, asambleas y elecciones. Los de Abajo recibieron financiamiento e inmuebles, e incluso se les legitimó como representantes políticos; fueron uno de los grupos fundadores de Juntos Podemos, una coalición de izquierda liderada por el Partido Comunista...
“Los políticos contrataron a los barristas para pelear la batalla callejera por la propaganda electoral. Y cuando asumieron las sociedades anónimas, la relación no se cortó, como evidenciaron los negociados entre el ministro de Deportes Gabriel Ruiz-Tagle, cuando lideró la concesionaria de Colo-Colo, y el líder de la Garra Blanca ‘Pancho Malo’, a cargo de su propia fuerza de choque política...
"Los dueños de las concesionarias son aves de paso, que viven de la plata de la televisión y no están dispuestos a enfrentar malos ratos y amenazas por un problema que los supera. Los gobiernos duran cuatro años y también prefieren gestionar el día a día, bailando al compás de los violentos en vez de tomar el toro por las astas...
“Y, en este baile entre autoridades y violentistas, está claro quién manda a quién”.
