1. Para ser hincha de un equipo de fútbol, la primera condición es que a uno le agrade este deporte, ya que de otra forma el término hincha pierde sentido.
Si a una persona no le gusta el fútbol, en los hechos no es hincha de ningún equipo, aunque diga lo contrario: no se puede ser hincha de Novak Djokovic si no te gusta el tenis, tampoco de Max Verstappen si no te gusta la F-1, ni de Los Ángeles Lakers si no te gusta el básquetbol o de Scottie Scheffler si no te gusta el golf o de Tadej Pogačar si no te gusta el ciclismo de ruta o de Armand Duplantis si no te gusta el atletismo, etc.
2. El gustar de un deporte de alto rendimiento significa conocerlo bien, disfrutarlo, verlo en el estadio o por televisión, seguir atentamente las distintas competencias que hay en torno a él y, generalmente, optar por un equipo o deportista en particular, es decir, convertirse en hincha.
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3. Una persona se hace hincha cuando en el universo de equipos o deportistas que compiten en el deporte que a esta le gusta, elige un representante con quien se identifica, elección que puede estar mediada por una serie de factores (geográficos, sociológicos, antropológicos, filosóficos, familiares, fenomenológicos, existenciales e incluso fortuitos).
4. El principal rasgo del hincha es involucrarse emocional y afectivamente con su equipo o deportista. Una vez elegido el equipo o deportista del que será hincha, independiente de las razones o motivos que tuvo para ello, “deseará” lo mejor para su equipo o deportista, y para este efecto los apoyará, los acompañará y los alentará cada vez que su equipo o deportista compitan, ello con el fin de que lleguen lo más alto posible en los torneos en que toman parte.
Por cierto, el nivel de afecto o amor del hincha por su equipo o deportista es diverso, habrá algunos en que este sentimiento ocupe gran parte de sus vidas y el triunfo o derrota de su equipo o deportista altere significativamente sus ánimos (el hincha fanático) y habrá otros que asuman el derrotero de su equipo o deportista con moderación, sin embargo, en cualquiera de los casos está el “deseo” de que su equipo o deportista tengan el mayor éxito posible.

5. La manifestación más patente del punto anterior es el apoyo del hincha a su equipo o deportista en el estadio donde compiten. Apoyo generalmente traducido en cánticos, aplausos y vítores hacia los suyos y rechiflas y abucheos hacia el rival de turno, más aún cuando se trata de un rival clásico o archirrival.
6. Lo sucedido el jueves en el Estadio Monumental hace imposible llamar a los causantes de lo ocurrido hinchas, puesto que no son aficionados al fútbol, simplemente asisten a los estadios para hacer en ellos cualquier cosa menos para ver, comentar y analizar lo que sucede en cancha, que es lo que hace cualquier hincha, además de aprobar o desaprobar el juego de su equipo, o sugerir cambios, o alentar a los suyos y desear el error del rival, etc.
7. En rigor, los causantes de los sucesos asisten a los estadios para ejercer y refrendar su subcultura, íntimamente asociada con el desorden público, el nihilismo juvenil, el absoluto desapego a las normas cívicas y el desafío a la autoridad e institucionalidad.
8. Lo curioso de todo ello, es que esta subcultura de desorden público, nihilismo juvenil, desapego a las normas cívicas y desafío a la autoridad e institucionalidad, ejercida por adolescentes y jóvenes en los estadios y sus entornos inmediatos —fenómeno que en esencia no tiene nada que ver con el fútbol ni con el hincha (dejemos de hablar de verdadero hincha, el hincha no es ni verdadero ni falso, es hincha tal como ha sido definido en los puntos anteriores)—, se ha apoderado desde hace más de dos décadas de los estadios y de los hinchas que asisten a ellos y sin que el Estado, las autoridades del fútbol, los organizadores de los eventos, los clubes, hayan hecho nada efectivo para impedirlo.
9. Los resultados de esta indolencia, desidia y torpeza están a la vista: todo lo que hoy puede ocurrir en un estadio de fútbol profesional en Chile no tiene absolutamente nada que ver con este deporte y tampoco es dominio de sus principales actores (jugadores, cuerpos técnicos, dirigentes, autoridades, hinchas), sino de unos pelafustanes que reniegan del fútbol y se han adueñado del lugar donde este se practica. Es lo que hay…