La pregunta del millón:
O’Higgins… ¿de Rancagua?
Cuando el fútbol chileno se apresta a disputar sus últimas dos jornadas en el campeonato de Primera División, surge un dato impresionante. El protagonista es O’Higgins de Rancagua, que, a pesar de las inversiones realizadas por sus dirigentes, está a un paso de completar un hito.
En las temporadas 2023 y 2024, los celestes solo ganaron cinco partidos en condición de local. El estadio El Teniente apenas los vio vencer a los siguientes rivales:
- O’Higgins 5 - Colo Colo 1 (29 de enero de 2023)
- O’Higgins 2 – Audax Italiano 1 (3 de marzo de 2023)
- O’Higgins 1- Colo Colo 0 (25 de febrero de 2024)
- O’Higgins 2 - Everton 1 (2 de marzo de 2024)
- O’Higgins 2- Copiapó 0 (20 de julio de 2024).
Llama la atención que el Cacique se inclinara en dos ocasiones en Rancagua durante esta mala racha de los celestes. En el torneo actual, Jorge Almirón presentó una formación de suplentes, porque el partido lo encontró en medio de la llave con Godoy Cruz por la Copa Libertadores.
Lo habitual es que a O’Higgins lo acompaña un público que pocas veces baja de los cinco mil espectadores. Si a eso agregamos que sus planteles disponen del complejo “Monasterio Celeste”, uno de los mejores del país, que se concentran y viajan en condiciones impecables, al mismo nivel que los clubes grandes, que su planilla siempre está entre las ocho mejores del fútbol nacional y es un abastecedor permanente de las selecciones menores, cuesta entender las razones de por qué vive este drama en casa.
Hoy están en riesgo de descender, aunque Cobreloa es el candidato número uno para acompañar a Deportes Copiapó en la Primera B de 2025. El 5-1 sobre los albos, con Pablo de Muner en la banca, pareció ser un buen augurio. Fue un espejismo. Los malos resultados se instalaron y el técnico se tuvo que ir. Lo reemplazó Juan Manuel Azconzábal, que llegaba con el antecedente de su sólida campaña en Deportes Antofagasta antes de la pandemia.
El “Vasco” cumplió con evitar el descenso en 2023, pero este año nunca dotó al equipo de las competencias suficientes y necesarias, a pesar de que llegaron refuerzos con recorrido. Los extranjeros, por ejemplo, provenían de la primera división del fútbol argentino. Una rareza en los clubes de regiones e incluso en algunos de Santiago. Azconzábal fue cesado y en su lugar asumió Víctor Fuentes, exjugador de la institución y entrenador de las series menores del club.
La campaña no mejoró y hubo partidos en que Fuentes pecó de idealista, como por ejemplo frente a Universidad de Chile. Los azules le propinaron un duro 4-0, el 17 de agosto, en una jornada donde aprovecharon el juego franco, con escasas providencias defensivas de los celestes.
Al observar los nombres de O’Higgins, cuesta entender que este equipo esté en la zona baja de la tabla. Nicolás Peranic, Moisés González, Juan Ignacio Díaz, Lionel Mosevich, Vicente Fernández, Brian Torrealba, Juan Fuentes, Yerko Leiva, Diego Buonannotte, Camilo Moya, Bryan Rabello, Carlos Auzqui, Martín Sarrafiore, Yorman Zapata, Octavio Bianchi, Arnaldo Castillo, más los jóvenes de casa (Diego Carreño, Esteban Moreira, Cristóbal Castillo, Martín Maturana, Joaquín Tapia y Esteban Calderón) ilusionaban con la opción de meterse en la Copa Libertadores o Sudamericana.
El panorama está para la consulta de un sicólogo. Nadie puede decir que los propietarios del club, la familia Abumohor, no invirtió. Siempre abrieron la billetera, porque les gusta pelear arriba. La responsabilidad deportiva recae en Pablo Calandria, gerente deportivo, y Javier Furwasser, gerente técnico y asesor del directorio.
¿Qué pasó en Rancagua? ¿Por qué no se plasma en el campo de juego el esfuerzo institucional?
Lo concreto es que O’Higgins se sostiene en la división de honor con los puntos que obtiene de visita. Si mantuviera ese tranco y cumpliera una campaña regular en casa, lo más probable es que estaría en los torneos de la Conmebol. Pero como esto es fútbol, este caso nos acompañará por mucho tiempo para las charlas de café futbolero.