La inserción al mundo laboral tras la universidad se ha convertido en un proceso agotador en los últimos años. Hasta hace poco, estudiar una carrera profesional era sinónimo de garantías de empleo; sin embargo, muchos egresados al buscar su primer trabajo se han encontrado con un camino lleno de piedras.
En Chile, la tasa de desempleo de quienes tienen menos de 24 años ha crecido de un 16.5% en 2014, a un 22.3% en 2024, según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo. Esto es más del doble que la tasa de desocupación nacional, que se situó en un 8.8% según el último informe emitido por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
En paralelo, y de manera contradictoria, también se ha incrementado la cantidad de titulados y matriculados en la educación superior, según el Ministerio de Educación. Es decir, cada vez hay más egresados que están desempleados en el país.
Debido a esta realidad, y tal como aseguran los tres casos expuestos a continuación, son varios los jóvenes profesionales que han optado por mudarse desde regiones a Santiago, con expectativas de encontrar nuevas oportunidades laborales en la gran ciudad, ante la falta que hay en sus propias provincias.
Si bien esta idea no parece ser complicada, sí implica altos gastos para quienes no tienen familia o amistades en la capital y deben, por obligación, independizarse y, sobre todo, buscar arriendo. ¿Cuánto puede costar este cambio?, ¿Es fácil lograrlo con el primer empleo profesional?
¿Es Santiago una ciudad de oportunidades para los jóvenes profesionales?
“Definitivamente, Santiago te entrega un abanico de opciones mucho más amplio, y es el principal motivo por el cual me vine a estudiar y me terminé estableciendo. Si acá ya es complicado conseguir trabajo y consolidarte, es el triple de difícil en regiones”, comenta Lucas, periodista de profesión que emigró desde Puerto Montt a la capital.
Este es también el caso de Vania, titulada de ingeniería civil industrial y oriunda de Osorno, que apostó todo por Santiago para desarrollarse profesionalmente. ”Incluso, cuando intenté buscar una práctica allá, fue muy difícil, es mucho más restringido”, comentó.
A nivel de empleo, “siempre en Santiago va haber mucho más, sobre todo si uno quiere buscar algo específico. Acá tienes variedad, porque si quieres encontrar eso en región, probablemente haya un solo puesto vacante, si es que hay”, cuenta.
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Sin embargo, emprender esta travesía requiere sortear un gran número de obstáculos, sobre todo para quienes llegan solos y por primera vez a la capital.
“No es fácil independizarse en Santiago (…) emocionalmente es complicado y se debe considerar que no es solo pagar un arriendo, sino comprar todas las cosas necesarias para poder vivir con relativa comodidad”, explica Valentina, profesora de inglés que emigró desde Antofagasta a la zona central.
“Cuando empiezas buscando pega es todo muy inestable y los sueldos son bastante bajos, por lo que es difícil tener un respaldo económico para que te quieran arrendar”, comenta.

El costo de emigrar a la capital desde regiones
Sin duda, uno de los mayores desafíos al momento de establecerse en una nueva ciudad es encontrar un lugar donde dormir, y ante ello, los arriendos son la primera opción y el principal gasto para los recién llegados.
De acuerdo al último informe del primer trimestre de 2025 elaborado por Portal Inmobiliario, los arriendos en la Región Metropolitana son “relativamente estables con relación al tamaño del inmueble: una unidad de una pieza se arrienda en promedio por $353.309 mensuales, las de dos piezas por $549.592 y las de tres por $824.388”.
En esa línea, las tendencias indican que Santiago Centro es la comuna que lidera las preferencias, seguido por Las Condes, Providencia y Ñuñoa, que reflejan la búsqueda de zonas con acceso a servicios, seguridad y buena conectividad, dada la magnitud de la ciudad.

Respecto a las características de las viviendas, según el head of real estate research de TOCTOC, Nicolás Herrera, los departamentos de dos dormitorios son los más solicitados por los más jóvenes, especialmente los de estilo “mariposa” con baño independiente, para quienes desean compartir los gastos sin sacrificar su privacidad.
“Se recomienda que el arriendo no supere entre el 25% y 30% del ingreso mensual familiar. Bajo ese criterio, y considerando que el promedio regional de arriendo es de 14 UF (entre $560.000 y $580.000), el ingreso necesario para acceder a este tipo de propiedad debiera fluctuar entre $2,2 y $2,5 millones mensuales, incluyendo gastos comunes”, explica Herrera.
A pesar de eso, la realidad es muy distinta. Y es que el arriendo usualmente puede implicar un porcentaje mayor del sueldo al recomendado, a veces, incluso más que el 50%.
Vania arrienda un departamento en Santiago Centro, y entre eso y los gastos comunes, suele gastar hasta $600.000. “Se va la mitad de mi sueldo”, comenta.
Todo “tiene que ver con las expectativas de calidad de vida que uno tenga”, explica Lucas. “Yo tengo la suerte de establecerme acá en Santiago porque tengo dos trabajos, porque si estuviera solamente recibiendo una remuneración, se me hace imposible”, agrega.
“Mi sueldo actual cubre todas mis necesidades porque el lugar donde vivo es sumamente económico”, sostiene Valentina, quien arrienda un dormitorio con espacios compartidos en una pensión ubicada en el corazón de la ciudad.
Aunque los valores de arriendo en la capital no son significativamente costosos en comparación a regiones, el tipo de ofertas y las condiciones de vida sí son notoriamente diferentes. Los jóvenes concuerdan que la tranquilidad y seguridad de las regiones implican una significativa alza en los precios de departamentos en la metrópoli.

La carga emocional de emigrar a la Región Metropolitana
Mudarse a una ciudad lejana no solo implica grandes gastos económicos para establecerse en el lugar, muchas veces emprender este tipo de travesías conlleva momentos difíciles a nivel emocional y, en particular, sentimientos de soledad.
“Tener que afrontarlo solo, estar lejos de la familia, de tus amigos y comunidad, de una u otra forma te termina pasando la cuenta (…) el hecho de tener con quien desahogarte, de cenar en familia con tu mamá y tu papá, yo creo que uno lo disfruta mucho y cuando uno se viene a vivir acá se da cuenta de lo fundamental que es”, relata Lucas.
Sin embargo, estar lejos de los seres queridos no es lo único que cobra cuota al momento de emigrar. Adaptarse a un estilo de vida capitalino también es emocionalmente complicado.
Vania explica que en Santiago se vive mucho más rápido, “el ajetreo diario y la velocidad con que pasa todo” es notoriamente diferente a Osorno, donde todo es “mucho más tranquilo, hay menos ruido y la vida es más suave y tranquila”.
A pesar de todo, las experiencias relatadas reflejan que no es imposible mudarse a la capital para encontrar oportunidades de empleo en el área de estudio, aunque sí es costoso a nivel económico y emocional.
Asimismo, estos testimonios son solo un ejemplo de cómo las posibilidades de empleo en regiones han disminuido con el paso del tiempo para los recién egresados, lo que va vinculado a la concentración de las ofertas de trabajo en Santiago, y la saturación de las carreras, entre otros factores que conviene analizar.