Las ciudades dormitorio: el indignante costo de viajar largas horas y sus efectos negativos en la salud mental

Personas que viven en la periferia enfrentan a diario esta cruda realidad.

Ciudades dormitorio. Los efectos negativos de pasar largas horas viajando pueden ser extremadamente perjudiciales.

El pasado lunes 16 de junio, a eso de las 06:00 AM, tomé la misma micro de siempre, la Camino Melipilla, que se va deteniendo en todas las comunas, entre Talagante y Cerrillos, lugar donde habitualmente me bajo para tomar el Metro Lo Valledor (Línea 6) que me lleva hasta mi lugar de trabajo. Claro que no es directo, porque entre medio hay combinaciones y cambios de andenes. A diferencia de otros días, esa mañana estaba fría y llovía sin parar, y lamentablemente, eso ya era decidor: tacos y calles inundadas, que de alguna u otra forma retrasarían el viaje.

Tres horas me demoré desde Talagante hasta Cerrillos. ¿Que si ya lo veía venir? Sí. Desde siempre, la única avenida que nos acerca a la capital se inunda en demasía, por lo que los vehículos deben reducir la velocidad para evitar accidentes y no mojar a los transeúntes que esperan otra locomoción en paraderos establecidos.

A pesar de que puede sonar un poco caótico, llevo 27 años de mi vida viajando de aquí para allá y de allá para acá, y de cierta forma se me ha hecho “normal” despertar a las 04:30 de la mañana y llegar después de las 20:00 horas a mi casa. Originalmente, soy oriunda de San Vicente de Naltagua, una zona rural ubicada al interior de la comuna de Isla de Maipo. Desde siempre he tenido que viajar, hace casi 10 años para llegar al liceo, luego para asistir a la universidad y ahora, para llegar a mi lugar de trabajo, ubicado en la comuna de Providencia.

La realidad de las personas que viajan desde zonas aledañas a la capital.
Créditos: Equipo de En La Hora.
Ciudades dormitorios.La realidad de las personas que viajan desde zonas aledañas a la capital. Créditos: Equipo de En La Hora.

Si bien, es una rutina que me gusta, hay días que me pasa factura. Sobre todo, cuando miro hacia atrás y reflexiono sobre los sacrificios que he tenido que hacer durante estos años: dormir pocas horas, correr para cumplir con todos los quehaceres, descansar a ratitos, y obviamente, el mayor de ellos, tener que dejar mi casa para mudarme a un lugar que me permitiera estar más “cerca” de la locomoción pública y así ahorrar algo de tiempo, que en ocasiones, marca una diferencia.

Afortunadamente, me he estado alojando en la casa de mi pareja, junto a él y su familia, quienes entienden lo agotador que puede ser pasar más tiempo arriba de un bus que en casa y esa realidad de la que nadie habla: el frío de la mañana, el malhumor que puede ocasionar el dormir poco y la frustración de madrugar y aun así llegar tarde.

Mi realidad, lamentablemente también la viven otras personas que habitan en las afueras de la capital y son víctimas de la centralización. Pues, en las zonas inter-rurales existen escasas ofertas laborales y espacios para estudiar, y prácticamente una medida obligada es salir a buscar oportunidades a otras comunas de Santiago.

¿Cómo afecta viajar largas horas en el transporte público a la salud mental de las personas?

Este martes 24 de junio, tomé la micro con rumbo a Santiago, pero a diferencia de los otros días, me propuse recoger testimonios entre los pasajeros que viajaban junto a mí. Eso sí, al ser tan temprano no quise interrumpir el dormir de nadie, y esperé a que aclarara un poco para comenzar mi misión.

En esta ocasión, coincidí con Bastián (38), quien al igual que yo, había madrugado para dirigirse a su lugar de trabajo ubicado en Maipú. Tras varios minutos de sostener una conversación, me comentó que trabaja en una empresa de mallas y alambres, y lleva seis años viajando hacia la ciudad, eso sí, su expresión cansada ya me daba algunas señales de esa amarga sensación.

“Es cansador, mucho taco, mucho taco… te demoras una o dos horas como mínimo”, partió diciendo con respecto al tiempo que demora en llegar a su destino. Esto, sin contabilizar las horas laborales y el retorno, pues con ello, se completan más de diez horas fuera del hogar. Al consultarle por el tiempo que le quedaba disponible para compartir junto a su familia o hacer otro tipo de actividades, su hablar se quebró, pues me aseguró que es muy poco.

“Llegas a casa, haces unas pocas cosas y listo, después hay que acostarse”, señaló. Al mismo tiempo, me confesó que está a la espera del Metro Tren Melipilla-Santiago, que tendrá estaciones en todas las comunas aledañas, y que de cierta forma podría mejorar la calidad de vida de las personas.

Un poco más allá, específicamente en Padre Hurtado subió Catalina (27), quién también se dirigía a su lugar de trabajo, me comentó que el viajar tantas horas desde su casa al laburo y viceversa, le frustra: “El llegar a ducharme, comer algo rápido y dormir, no poder hacer otra cosa, como ordenar o simplemente descansar, me afecta”.

A raíz de esto, ha optado por aprovechar el trayecto para descansar o hacer actividades recreativas. “A veces intento dormir u otras, me voy leyendo”, sostuvo con cierta resignación, y al igual que el otro chico, cree que urge el Metro Tren Melipilla-Santiago.

Paradero central de la comuna, que alberga un gran flujo de personas a diario.
Paradero 21 de Mayo, Talagante.Paradero central de la comuna, que alberga un gran flujo de personas a diario.

Luego de escuchar a estos dos jóvenes, me puse a reflexionar sobre la poca visibilidad que se le da a esta problemática y los graves efectos que puede tener en la salud mental de las personas que se ven sometidas a esta agotadora rutina. Por esta razón, recurrí a Lilian Segura Moreno, Psicóloga Clínica, quien actualmente trabaja en el Centro Médico Bellavista Salud y para la Fundación Sigmund Freud.

“Las personas que por razones laborales o de estudios deben desplazarse largas distancias diariamente, ven afectadas su salud mental, ya que no logran descansar lo suficiente y no tienen tiempo para realizar ninguna actividad física o de distracción, que los relaje. El hogar se vuelve solamente un lugar para dormir”, comenzó diciendo la experta.

Con respecto a la funcionalidad del cerebro, explicó que el no dormir puede provocar incoherencias en el discurso, alucinaciones y psicosis, que en el tiempo puede ser letal. En relación a la calidad de vida, aseguró que se vive con un agobio constante, y eso puede marcar el quiebre en las familias.

“Dejas de sentirte como una persona y te empiezas a ver como algo que solo trabaja y que no sirve para nada más que producir. No hay tiempo ni ganas de compartir con el entorno, no te interesa hablar y te mueves en función del dinero”, advirtió. Al mismo tiempo, aseguró que esto puede desencadenar ansiedad y depresión.

Si bien, no existe una cifra exacta de cuántas personas viajan entre las 06:00 y las 09:00 horas, Patricio, Inspector Planillero de Flota Talagante, expuso que existe un alto flujo de pasajeros, e incluso, los conductores y la empresa también se ven afectados por los tacos kilométricos. Pues, a pesar de que existen 13 máquinas destinadas a este recorrido con una frecuencia de 20 minutos, no logra dar cobertura a todos los habitantes de las comunas aledañas. Dicha situación, sucede desde Talagante hacia Santiago y viceversa.

¿Existen rutinas de autocuidado?

Si eres miembro de las populares “ciudades dormitorio” y estás experimentando un alto nivel de estrés, pérdidas de memoria, dolor de cabeza y de cuerpo, irritabilidad, y durante gran parte del día te sientes desanimado, la profesional aseguró que existen rutinas de autocuidado, que todas las personas deberían aplicar.

“En general, uno tiene que buscar actividades que disfrutes, tener una alimentación sana y liviana, hacer actividad física o recreativa. Ahora, también es importante que en tus tiempos libres en el trabajo o trayecto, puedas leer, tejer, escuchar música o cantar. Todo lo que te ayude a liberar el estrés, es bueno”, precisó. Eso sí, recomendó aprender a conocerse, pues solo así se tendrá consciencia de lo que te estresa y lo que te relaja.