La exposición a comidas o bebidas edulcoradas es habitual en muchos países del mundo, por lo que es complejo seguir las recomendaciones dietéticas establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de hecho, muchas veces las embarazadas o los lactantes superan las dosis recomendadas. Según la entidad, la ingesta de azúcar agregada no debería ser mayor al 10% del total del valor calórico.
Y es que su consumo excesivo a temprana edad o en etapa de formación puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades en la vida adulta.
Por lo anterior, un grupo de científicos de la Universidad del Sur de California investigó cómo la limitación de la ingesta de alimentos dulces puede contribuir a la salud de los más pequeños. Los resultados son concluyentes: según los especialistas, los primeros 1.000 días vividos son determinantes para la formación de patologías.
¿Por qué se debe evitar el azúcar en los bebés?
Con el fin de analizar el impacto del consumo de azúcares en la primera infancia, un grupo de científicos británicos analizó lo que fue un “experimento natural” de racionamiento de alimentos dulces después de la Segunda Guerra Mundial, utilizando como muestra alrededor de 60.000 personas nacidas entre 1951 y 1956.
Entre 1953 y los años siguientes, la ingesta de azúcar incrementó de 41 gramos a 80 gramos diarios, es decir, se duplicó una vez finalizado el conflicto. Esta situación permitió a los expertos realizar un análisis comparativo entre quienes nacieron antes y después del cambio dietético que hubo a nivel nacional.
Los resultados revelaron que quienes consumieron menos dulces presentaron un 30% menos de probabilidades de desarrollar enfermedades a la adultez, mientras que el otro grupo registró antes o con mayor frecuencia diabetes tipo 2 y alta presión arterial.
Al respecto, uno de los investigadores, Edward Gregg, sostuvo que “aunque sabemos... el azúcar influye en el riesgo de diabetes, tener un experimento natural como este, en el que tienes a toda una población bajo una restricción [dietética], seguido de un cambio dramático y, a su vez, un gran impacto en la diabetes y la hipertensión, creo que es bastante profundo”.
En tanto, Tadeja Gracner, también miembro del equipo, explicó que un aumento en la restricción y control del etiquetado de los alimentos podría apoyar el consumo consciente de azúcares, debido a que “es muy difícil comer dentro de las pautas recomendadas en nuestro entorno actual, y esa dificultad comienza muy temprano en la vida”.